Prevención: por una alimentación sana

 La clave de una buena alimentación se encuentra en una dieta sana y equilibrada que proporcione una cantidad correcta de carbohidratos, grasas y proteínas, así como las vitaminas y minerales recomendados. Una dieta ideal aporta una cantidad suficiente de calorías para cubrir las necesidades energéticas, aunque no en exceso, ya que ello provocaría un aumento de peso. Simultáneamente aporta la cantidad correcta de fibra y agua para que el aparato digestivo siga funcionando eficazmente.

Una comida equilibrada

Al comer una gran variedad de alimentos de cada uno de los grupos más importantes se cubren todas las necesidades nutricionales. Se debe comer diariamente una diferente gama de alimentos pertenecientes a las cinco grandes categorías: pan, cereales y otros productos a base de grano; fruta; verduras; carne, pollo, pescado, huevos y otras fuentes de proteínas vegetales, tales como las alubias, los guisantes, las nueces y las semillas; y productos lácteos. Los carbohidratos cubren, aproximadamente, del 50 al 55% de las necesidades energéticas, las proteínas un 15 % y las grasas un 30%, Sin embargo, una gran parte de la población del mundo occidental consume demasiada grasa e ingiere una elevada proporción de carbohidratos en forma de azúcar refinado, el cual carece de vitaminas, minerales y de fibra.

Disminución del consumo de grasas

Al reducir el consumo de grasas también se reduce el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca. Siempre que te sea posible intenta consumir grasas insaturadas en lugar de las saturadas. Estas últimas se encuentran en la carne roja, la leche, el queso, el aceite de coco y de palma, la mantequilla y también en los alimentos procesados, incrementando el nivel del colesterol en sangre, el cual, a su vez, aumenta la acumulación de  grasa en las arterias. En cambio, las   grasas insaturadas que se encuentran en el pescado graso, el pollo, las nueces y en muchos tipos de aceite vegetal no aumentan el nivel del colesterol, sino que, incluso, ejercen un efecto protector sobre el corazón y el sistema circulatorio.

Incremento del consumo de fibra

Una comida sana no implica, precisamente, una reducción en la cantidad de comida. Los alimentos con un elevado contenido de fibra, tal como el pan o el arroz integral, la fruta fresca y las verduras, llenarán sin que se consuman demasiadas calorías superfluas. Asimismo, esos alimentos son una fuente adecuada de vitaminas y minerales, ayudan a prevenir el estreñimiento y son útiles en la regulación de la absorción de la glucosa y de los ácidos grasos, en el sistema digestivo.

Siempre que te sea posible, se deberían obtener los carbohidratos de los alimentos que poseen un alto contenido en fibra y bajo en calorías. Es recomendable reducir al máximo toda clase de galletas y caramelos, ya que sus calorías no aportan ningún otro nutriente y, además, incrementan el riesgo de sufrir obesidad y caries dental.

 

La importancia de la fibra

 La fibra está compuesta por las partes no digeribles de los alimentos vegetales. Ayuda a prevenir enfermedades coronarias y el cáncer de intestino.

La fibra que comemos procede de la cáscara del grano, de la piel y de la carne de las frutas, así como de la materia dura y fibrosa de los vegetales, la cual, al pasar por el estómago y el intestino, no puede ser descompuesta por los enzimas digestivos y, por lo tanto, no es absorbida por el organismo.

Aunque no posea ningún valor nutricional ni energético constituye un elemento vital en la dieta diaria. Los alimentos ricos en fibra suelen proporcionar una mayor sensación de saciedad y un menor aporte calórico.

La fibra desempeña un papel clave en la conservación de la salud. Al incrementar la cantidad de heces, facilita el paso de los desechos por los intestinos absorbiendo simultáneamente el agua de los vasos sanguíneos adyacentes, proceso por el cual se ablanda y facilita la evacuación, previniendo el estreñimiento.

La fibra también mejora la absorción de los nutrientes por parte del intestino así como su paso a la corriente sanguínea; al reducir la absorción de las grasas digeridas se reduce ligeramente el nivel del colesterol y, por consiguiente, el riesgo de padecer una enfermedad coronaria.

Un adulto debería comer 25 grs. de fibra diarios. No obstante, la dieta del mundo moderno occidental contiene un elevado porcentaje de grasas animales y carbohidratos y, muchas veces, carece de una cantidad adecuada de fibra.

¿Cómo cubrir las necesidades de fibra?

 Para estar seguro de que realmente se ingiere una cantidad mínima de 25 grs. de fibra diaria indicamos una serie de consejos para mejorar la alimentación:

Todo en un día

Otra clave para conseguir una alimentación sana es comer tres veces al día, en lugar de hacer tan sólo una comida fuerte y varios tentempiés. No se debe caer en la tentación de omitir el desayuno, ya que el organismo trabajará mucho mejor si se le proporcionan regularmente los alimentos necesarios. Las personas que no tienen por norma el tomar tres comidas al día poseen una mayor tendencia a engordar.

Planificar una dieta equilibrada

 Una compra bien pensada y una preparación adecuada de los platos pueden ser factores importantes en la dieta. Sencillamente, el reducir la cantidad de carnes rojas en la alimentación supone una menor ingestión de grasa, ya que todas ellas poseen un alto contenido proteínico y de grasas saturadas. Se debe intentar comer carne sólo una vez al día o, incluso, no comer carne un día a la semana. Para reducir el colesterol no es recomendable más de cuatro huevos a la semana.

Una compra inteligente

Cuando se vaya de compras es mejor adquirir productos frescos en lugar de procesados, ya que su valor nutricional es más elevado y, además, no contienen ni azúcares ni sales adicionales. Es conveniente examinar bien las etiquetas de los productos envasados y escoger aquellos a los que no se haya añadido sal ni azúcar. Es mejor comprar aquellas conservas de pescado preparadas con agua y no con aceite. Es bueno seleccionar los productos lácteos de bajo contenido graso, tales como la leche desnatada y los quesos y yogures con poca grasa. Cuando se compre carne es mejor seleccionar los cortes de carne magra. El pescado y el pollo contienen menos grasa que la carne roja, que la de cerdo, que las salchichas y que otros productos procesados, y constituyen una alternativa nutricional muy recomendable.

Una cocina sana

 Cuando se empiece a preparar la comida se debería cortar toda la grasa visible de la carne y eliminar la piel del pollo. Lo ideas sería preparar las piezas al horno o a la plancha, hirviéndolas o cocinándolas al vapor, cosa que siempre resulta más sana que freírlas. Es mejor, si se decide esta última opción, utilizar aceite de oliva, o cualquier otro poliinsaturado, antes que emplear mantequilla o manteca.

Además, cada día se deben comer dos piezas ricas en fibra, por ejemplo, pan integral o cereales, fruta fresca o verduras crudas o poco cocidas, pasta o arroz integral y alubias. Las ensaladas son ricas en vitaminas y minerales e, incluso, en fibra; para prepararlas de la forma más sana utiliza zumo de limón o aderezos que contengan poca grasa.

Tanto los dulces y caramelos como el alcohol poseen un elevado contenido de calorías y deben consumirse con moderación, Aunque en pequeñas cantidades el alcohol es aconsejable para el buen funcionamiento del corazón y del sistema circulatorio, se debería limitar su consumo a dos copas de vino, de cerveza o de otro licor, al día. Una dieta sana La dieta mediterránea es mucho más sana que la excesivamente grasa del resto del mundo occidental.

Enlaces:

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