¿Para qué sirven los alimentos?
Los alimentos se presentan en
muchas formas diferentes aunque siempre poseen las mismas funciones químicas básicas: suministrar la energía necesaria a las células del cuerpo y ejercer las
funciones de materia prima para el crecimiento, la restauración y el mantenimiento de los
tejidos y órganos vitales. Las diferentes sustancias que cumplen estas funciones
se denominan nutrientes. Ya que los carbohidratos
y las grasas constituyen la fuente energética principal, el
valor de cualquier clase de alimento depende primordialmente de su contenido de estos dos
nutrientes.
La sensación de hambre, o bien, de haberse excedido en la comida, sirve para asegurar que se ha ingerido la cantidad de alimento adecuada para cubrir las necesidades energéticas individuales. No obstante, el cuerpo humano también dispone de otras fuentes de energía adicionales, almacenadas y acumuladas en forma de glucógeno y grasas. El glucógeno es un polisacárido de reserva que se forma a partir de moléculas de glucosa absorbidas de los carbohidratos no utilizados para la producción de energía en el momento de su ingestión. Cualquier exceso que no se puede guardar en forma de glucógeno es almacenado en forma de grasa.
Producción de energía
Cualquier tipo de actividad requiere una cierta
energía. El cuerpo debe ser capaz de convertir los alimentos en un almacén de energía
disponible en cualquier momento. Esta compleja cadena de acontecimientos se inicia con el
proceso de la digestión en el
estómago y el intestino, donde se liberan los nutrientes, tales como la glucosa, los ácidos grasos y los aminoácidos. A este aumento de glucosa
en la sangre, a consecuencia de la ingestión de carbohidratos,
el cuerpo responde con una liberación de insulina por parte del páncreas. Esta hormona estimula
la absorción de glucosa por parte de la célula. No obstante,
una gran parte de esta glucosa no es necesaria, al menos de
inmediato, de modo que la energía se acumula.
Enlaces: