Viejas tecnologías con nuevos usos en Gestión Tecnológica: Identificación por Radiofrecuencia (RFID)
La tecnología de identificación por radiofrecuencia, en adelante RFID, ha tenido una lenta penetración en nuestro ámbito social; sin embargo sigue siendo una alternativa interesante para mejorar nuestra gestión tecnológica de colecciones.
¿Qué es la Radiofrecuencia?
Radiofrecuencia (abreviada RF, rf o r.f.), es un término que se refiere a la corriente alterna (AC) con características tales que, si ésta alimenta a una antena, se genera un campo electromagnético adecuado para transmisión de datos de modo inalámbrico. Estas frecuencias cubren un rango del espectro de radiación electromagnética, desde 9 Kilohertz (9KHz), frecuencia que se encuentra todavía dentro del rango captable por el oído humano, hasta miles de Gigahertz (GHz). Esta energía electromagnética es utilizada para proveer comunicaciones inalámbricas ya que permite la emisión y recepción de información a través de ondas de radio. Sus aplicaciones son sumamente diversas y es utilizada en distintos campos del quehacer humano. Emisoras de radio, instrumental quirúrgico, celulares, periféricos para computadores, control de productos, etc.
Un poco de Historia
Se tienen antecedentes del uso de la RFID desde la década del 20 pero su historia documentada comienza en 1940 cuando se desarrolló como medio para la identificación de los aviones aliados y enemigos durante la Segunda Guerra Mundial en la que el uso del radar permitía la detección de aviones a kilómetros de distancia, pero no su identificación. El ejército alemán descubrió que si los pilotos balanceaban sus aviones al volver a la base cambiaría la señal de radio reflejada de vuelta. Este método hacía así distinguir a los aviones alemanes de los aliados y se convirtió en el primer dispositivo de RFID pasivo.
Los sistemas de radar y de comunicaciones por radiofrecuencia avanzaron en las décadas de los 50 y los 60 en que los científicos de los países más avanzados trabajaban para explicar cómo identificar objetos remotamente. Las empresas de retail pronto comenzaron a trabajar con sistemas antirrobo que usando ondas de radio determinaban si un objeto había sido pagado o no a la salida de las tiendas.
Las primeras patentes para dispositivos RFID fueron solicitadas en Estados Unidos, concretamente en 1973 cuando Mario W. Cardullo se presentó con una etiqueta RFID activa que portaba una memoria reescribible. El mismo año, Charles Walton recibió la patente para un sistema RFID pasivo que abría las puertas sin necesidad de llaves. Una tarjeta con una antena comunicaba una señal al lector de la puerta que cuando validaba la tarjeta desbloqueaba la cerradura.
El gobierno americano también trabajaba sobre esta tecnología en los años 70 y montó sistemas parecidos para el manejo de puertas en las centrales nucleares, cuyas puertas se abrían al paso de los camiones que portaban materiales para las mismas que iban equipados con una antena. También se desarrolló un sistema para el control del ganado que había sido vacunado insertando bajo la piel de los animales una etiqueta RFID pasiva con la que se identificaba los animales que habían sido vacunados y los que no.
Componentes
Los sistemas de RFID tienen dos componentes principales: las etiquetas de RFID y el lector de RFID. Las etiquetas de identificación por frecuencia de radio pueden ser pasivas o activas. Las etiquetas pasivas se activan sólo cuando se encuentran en el campo de transmisión de frecuencia de radio de un lector, mientras que las etiquetas activas funcionan con baterías y emiten constantemente una señal de frecuencia de radio.
El funcionamiento de la transmisión de datos de la RFID es básicamente la misma independientemente del tipo de etiqueta. Cuando se activan las etiquetas de identificación por radiofrecuencia, estas emiten una señal varios cientos de veces por segundo. Cuando se encuentran dentro del rango de un lector de RFID, el sistema central recibe la información de la etiqueta, filtra las múltiples señales y comienza a procesar la información.
En la actualidad hay consenso en cuanto a señalar a la tecnología RFID como una de las más revolucionarias en el ámbito de los negocios. Su principal característica, de leer e identificar varios objetos simultáneamente, sin la necesidad de contar con línea de vista, abre un inmenso potencial de uso, especialmente aquellos relacionados a las cadenas de suministro y a la logística.
Las etiquetas RFID pasivas no tienen fuente de alimentación propia. La mínima corriente eléctrica inducida en la antena por la señal de escaneo de radiofrecuencia proporciona suficiente energía al circuito integrado de la etiqueta para poder transmitir una respuesta. Debido a las preocupaciones por la energía y el costo, la respuesta de una etiqueta pasiva RFID es necesariamente breve, normalmente apenas un número de identificación. La falta de una fuente de alimentación propia hace que el dispositivo pueda ser bastante pequeño: existen productos disponibles que incluso pueden ser insertados bajo la piel.
Las etiquetas pasivas, en la práctica tienen distancias de lectura que varían entre unos 10 milímetros hasta cerca de 10 metros dependiendo del tamaño de la etiqueta y de la potencia y frecuencia en la que opera el lector.
Las etiquetas RFID activas, tienen una fuente de energía incorporada lo que les permite tener una cobertura de lectura mayor y memorias más grandes que las etiquetas pasivas, esto facilita la capacidad de poder almacenar información adicional enviada por el transmisor-receptor. Actualmente, las etiquetas activas más pequeñas tienen un tamaño aproximado de una moneda. Muchas etiquetas activas tienen rangos prácticos de diez metros, y una duración de batería de varios años.
Usos y Aplicaciones
Su fácil manejo, así como los múltiples campos de aplicación hacen de esta tecnología una de las favoritas de los expertos en TICs. La tecnología RFID es utilizada frecuentemente por gobiernos en aplicaciones civiles y militares, identificación militar, pasaportes, seguridad. En el ámbito empresarial europeo su uso ya es prácticamente obligatorio para el control y seguimiento de productos en grandes cadenas comerciales: Control de acceso a dependencias específicas dentro de un edificio, control de entrada y salida, ubicación de una persona al interior de un edificio, etc.
En el mercado agropecuario son utilizadas para el control, monitoreo y trazabilidad de sus productos.
La automatización industrial es otro de los campos en que el RFID ha entrado con mucha fuerza ya que permite una supervisión directa sobre todas las etapas del proceso productivo.
Los casos de aplicación más conocidos son las autopistas concesionadas en la cuales los lectores están ubicados en los pórticos de acceso y cada vez que hacen contacto con el TAG (etiqueta de RFID activa) carga a la placa patente del vehiculo el monto correspondiente por el uso.
RFID en Bibliotecas
En el ámbito de bibliotecas y centros de documentación su uso esta dirigido principalmente a control de colecciones e inventarios ya que agiliza considerablemente los procesos rutinarios y permite un control permanente sobre las existencias y uso de las colecciones. Su uso permite un aumento considerable de la cantidad de transacciones realizadas por minuto, es ideal para instituciones que presentan una alta demanda de transacciones.
Además, el RFID ha ido desplazando al sistema de seguridad electromagnético ya que presenta utilidades adicionales como el control de colecciones fuera del recinto o la posibilidad de tener estadísticas de préstamo en sala automatizadas. El problema que aún subsiste en este sentido es el alto costo que aún presentan la implementación completa del sistema.
La tecnología RFID en su etapa de desarrollo actual permite a nuestros usuarios disponer de una completa autonomía en el uso de los recursos de una biblioteca, por ejemplo la credencial de socio al incorporar un RFID además de identificar permite cargar directamente los libros a la cuenta y cancelar las multas o atrasos que presente. Los tags en los libros permiten crear virtualmente un mapa de colecciones y recursos fácilmente ubicables. Con el lector puedo encontrar fácilmente el libro que busco y llevarlo al autopréstamo, es más, si los portales de seguridad están basados RFID puedo directamente pasar por ellos y cargar directamente los libros a mi cuenta de socio. Los inventarios los realizaría en cosa de horas y tendría información en tiempo real sobre el uso de mis colecciones y preferencias de mis usuarios.
A modo de conclusión
El gran inconveniente que aún sigue presentando el RFID es su costo, es cierto que ha disminuido considerablemente en los últimos años, pero aún sigue siendo inalcanzable para instituciones pequeñas como bibliotecas públicas o escolares.
Como pueden ver las posibilidades son muchas y siempre es necesario seguir innovando con esta tecnología, la clave es ir adelantándose y conociendo las nuevos escenarios tecnológicos que nos rodean y que nos permiten día a día ir sacando partido a nuestra gestión y por ende entregar una mejor calidad de servicio a usuarios y usuarias.
Adaptado de artículo, Viejas tecnologías con nuevos usos en gestión Tecnológica: Identificación por Radiofrecuencia (RFID), por Cristian Maturana con licencia CC.