1. Reflexionamos
Como irás viendo a través de las distintas secciones, ya estás familiarizado con la mayoría de términos que vamos a mencionar relacionados con el ritmo, armonía y melodía.
Habrás comprobado que la utilización de distintos elementos provoca en el oyente distintas emociones. Un mayor tempo puede dar lugar a que el espectador capte el tema musical como más festivo. Si por el contrario es pausado e, incluso, jugamos con el tiempo realizando un “rubato”, adquiere una nueva profundidad, cobrando la letra incluso más trascendencia. Por otro lado, un tema en modo mayor le aporta cierta brillantez, mientras que si usamos el modo menor puede acompañar a un sentimiento, por ejemplo, de ira (concepto que ya los griegos concebían en su “Teoría del Ethos”, asociando melodías y modos a estados anímicos). Si, por el contrario, nos movemos dentro de escalas modales (modo jónico, dórico, frigio, …), nos acercamos a la tradición oral e, incluso, a épocas pasadas. Y si atendemos al texto y su relación con la música, al asociar cada sílaba de la letra a utilizar por una sola nota musical, será más cantable para el público que si, por el contrario, un sílaba determinada incorpora varias notas musicales en un gran alarde técnico.

En este sentido, te invitamos a realizar algunas reflexiones previas:
- ¿Podrías reconocer un tema flamenco si lo escuchas? ¿Por qué?
- ¿Podrías mencionar algunos palos flamencos (o variedades del cante)?
- Si la respuesta es que sí, ¿podrías decir algunos que sean de carácter festivo? ¿Y que, sentimentalmente, sean más profundos?
- ¿Qué elementos rítmicos, melódicos y/o armónicos podrías destacar de cada uno?
Antes de comenzar, te vamos a plantear una serie de preguntas para que sepas cuál es tu punto de partida. Como venimos diciendo, si cometes errores, no te preocupes. A lo largo de esta situación de aprendizaje podrás ir clarificando todos esos conceptos con varios ejemplos propuestos.