El trastorno más común: la depresión

Estar triste y apático, verlo todo de color negro, no poder dormir o perder peso son algunos de los estados que pueden delatar una depresión. Sufrirla en situaciones como la pérdida de un ser querido o una enfermedad puede ser normal, pero si la depresión es muy intensa o prolongada en el tiempo, o no responde a una causa aparente, es necesario tratarla. Y para ello resulta imprescindible acudir al psiquiatra.

Al igual que la alegría o el miedo, la depresión es una reacción normal e inevitable en determinadas situaciones, por ejemplo, ante una pérdida importante -ya sea de un ser querido, una posesión o una posición- o acompañando a numerosas patologías. Pero la depresión también puede ser en sí una enfermedad y ese sería el caso en el que no hubiera una causa razonable para padecerla o, si la hubiese, la depresión fuera demasiado intensa, de tal forma que impidiera desarrollar una vida normal, o demasiado prolongada en el tiempo.

La tristeza, y con ella la apatía o el desánimo, es el síntoma más visible de la depresión, pero no es el único. Las personas deprimidas suelen tener también alteraciones del pensamiento, de forma que valoran negativamente sus capacidades o su responsabilidad en los acontecimientos y lo ven todo -su futuro, sus relaciones personales- de color negro. Esta es una razón por la que muchos depresivos adoptan una conducta autodestructiva e intentan suicidarse, toman drogas o caen en la bebida o el juego.

Por otro lado, la depresión origina, además de ansiedad en muchas ocasiones, alteraciones en el funcionamiento del organismo: se pierde sueño y peso o, por el contrario y en menor medida, se duerme demasiado o se engorda; se produce una continua sensación de cansancio; son frecuentes los dolores de espalda o de estómago; y se pierde también el interés sexual y la capacidad para adaptarse a las situaciones de estrés. Además, la depresión afecta al sistema inmunológico, con lo que hay una mayor predisposición a contraer enfermedades.

Pero, ¿cuál es el origen de la depresión? Según los expertos, no se puede hablar de una causa, sino de muchas. En principio, la depresión significa que algo funciona mal en el cerebro, es decir, que hay un problema en los mecanismos de neurotransmisión cerebral, en la conexión de unas neuronas con otras. Esto provoca la disminución de catecolaminas y serotoninas, sustancias que segregan las neuronas y que intervienen, entre otras cosas, en la adaptación de la persona al estrés y en la regulación de los estados afectivos. Esta situación se puede producir por múltiples motivos, pero un factor importante es el propio organismo del paciente y el grado de estrés al que esté sujeto. Hay personas que, por un déficit de neurotransmisores, con muy poca presión ya desarrollan una depresión y en otros casos los enfermos son más resistentes y llegan a la depresión cuando el estrés es muy intenso y largo y acaba agotando la capacidad del cerebro para reaccionar.

Complicaciones

En cualquier caso, existe una serie de circunstancias que son fuente clara de depresión. La muerte de un ser querido es una de las más específicas, pero en general habría que hablar de cualquier situación de estrés en la que se exija al individuo un rendimiento superior a su capacidad. El trabajo es, en este sentido, una de las causas más importantes de depresión, ya que, como comentan los expertos, tener una profesión que guste y que marche bien es todo un antídoto para la enfermedad, pero si es al contrario, el estrés está servido. Por otra parte, las relaciones interpersonales son también un factor a tener muy en cuenta, ya que tanto en situaciones de ruptura como en aquellas donde se produzca una falta de respeto, cariño o valoración de la persona la depresión puede hacer mella. Al igual que es muy característica la llamada depresión fin de vacaciones. Ocurre muchas veces que las vacaciones son muy estresantes, ya que hay un proceso de adaptación al lugar, se suele gastar mucho dinero y salen a la luz tensiones familiares y problemas que durante el resto del año, por falta de tiempo, están solapados. La gente vuelve entonces a casa deprimido. En otros casos, por el contrario, las vacaciones han salido tan bien que lo problemático es volver a la cruda realidad -es el mismo fenómeno que se produce los lunes después del fin de semana- y la depresión aparece a medida que va llegando el fin del descanso.

Pero aunque en estos casos la causa de la depresión parece ser muy concreta, no siempre el origen de la enfermedad está tan claro. No es infrecuente que personas que viven una situación de éxito en todos los aspectos estén deprimidas y esto puede deberse a que el individuo se siente interiormente incapaz para estar a la altura de las circunstancias. En cualquier caso, las razones son muchas veces inconscientes y es necesario ahondar en ellas con ayuda especializada.

En España, con unas cifras muy similares al resto de países occidentales, un 25% de la población sufre trastornos depresivos y de este porcentaje, un 5% padece desequilibrios serios. A razón de lo que establecen las estadísticas, las mujeres parecen ser -en una proporción de tres a dos- las más propensas a padecer depresión, aunque los expertos aseguran que, en principio, cualquier persona está predispuesta a sufrir la enfermedad.

La adolescencia y la etapa que comienza en torno a los 50 años son los períodos más proclives para padecer una depresión, ya que son épocas de alteraciones hormonales y donde se producen grandes cambios en la vida de las personas. Sin embargo, en cualquier edad se puede desarrollar la enfermedad, ya que incluso cada vez está aumentando más la depresión entre los niños. Las razones todavía son inexplicables para los expertos.

Buscar ayuda

Pero una vez que aparece la depresión, sea a la edad que sea y fuera por la causa que fuese, hay que buscar ayuda especializada y para ello hay que acudir a un psiquiatra. La depresión no constituye un error, una debilidad o una falta, sino que es una enfermedad como la gripe o la diabetes. Su solución no está en superarse, poner buena cara o dominarse, ni tampoco en resignarse y aceptar el sufrimiento, sino en el seguimiento de un tratamiento adecuado, específicamente indicado, administrado y supervisado por un terapeuta experto.

El tratamiento que se aplica es una terapia integrada, en la que junto a los fármacos, al paciente se le trata con psicoterapia. Los medicamentos son necesarios para reestablecer el funcionamiento cerebral y hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones los primeros síntomas son desagradables -mareos, somnolencia, atontamiento- y el paciente puede encontrarse peor. Según los expertos, esto no debe alarmar, ya que es el síntoma de que el fármaco está actuando en el cerebro y modificando las alteraciones que tenía. En cuanto a la psicoterapia, existen múltiples técnicas, encaminadas a conseguir resolver los conflictos internos y a potenciar las respuestas del organismo para adaptarse a las situaciones de presión. El papel de la familia o los amigos sólo puede limitarse a tener paciencia y prestar siempre apoyo al enfermo. Y, desde luego, hacer presión para que acuda al médico, ya que es la única forma de acabar con la enfermedad. La depresión se cura en un 90% de los casos, pero también se puede recaer y entonces es necesario un tratamiento de mantenimiento y revisiones periódicas. En cualquier caso siempre hay que tratarla, ya que de lo contrario no sólo se está produciendo un sufrimiento personal grande, sino que puede afectar a la capacidad de trabajar, de relacionarse e implica un riesgo muy grande de contraer enfermedades e incluso de llegar al suicidio.

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