1. Planteamos el reto

El lenguaje de la música
A menudo se afirma que la música es un lenguaje propio, y es que a través de las melodías, los músicos son capaces de narrar historias, expresar emociones, representar paisajes, etc. Este idioma musical, a pesar de ser abstracto, trasciende las barreras culturales, geográficas y lingüísticas, de manera que dos personas de procedencia y cultura muy diferente pueden interactuar musicalmente de manera fluida, permitiendo una comunicación profunda y significativa.
La melodía, con su secuencia de notas organizadas, y el lenguaje, con su estructura verbal y gramatical, muestran una interconexión que trasciende fronteras culturales y temporales. Aunque distintos en su manifestación, ambos constituyen formas de comunicación esenciales que se complementan mutuamente.
Por ello, a través de la secuenciación de las notas, intervalos y ritmos, los músicos pueden comunicar y transmitir una gran variedad de sentimientos y experiencias sin necesidad de palabras. Este hecho convierte a la música en un lenguaje que llega donde las palabras no pueden, debido precisamente a esa capacidad de evocar respuestas emocionales profundas.
Seguro que cuando escuchas música, dependiendo del estado de ánimo en el que te encuentres, te apetece escuchar más un tipo de música u otro, es decir, ciertas melodías características de un estilo de música concreto. Si tienes curiosidad por descubrir por qué nos ocurre este hecho o si alguna vez te has preguntado qué hace que una canción suene triste o alegre, acompáñame en esta nueva situación de aprendizaje con la que cerramos el Bloque 1 y que nos sirve de nexo para el Bloque 2: Los ingredientes imprescindibles.
Por último, tan solo decirte que, si llegas hasta el final, vas a tener la oportunidad en el reto que te planteamos de componer tus propias melodías con una App para intentar transmitir diferentes estados de ánimo. Empezamos en 3, 2, 1...