1. Reflexionamos

Como comentamos anteriormente, la relación entre la música culta y la música folclórica es un aspecto interesante de la historia de la música. Tanto es así, que en el siglo XIX se configuró en el movimiento artístico conocido como Nacionalismo Musical, a través del cual se buscaba destacar y celebrar las identidades culturales y nacionales únicas.
Para conseguir esto, era común la práctica de incorporar elementos folclóricos y culturales específicos de una región o país en la música compuesta, como por ejemplo el uso de escalas, ritmos, melodías y temáticas inspiradas en la música folclórica local. De esta manera los compositores nacionalistas buscaron expresar la identidad y el carácter distintivo de sus regiones a través de la música.
En Europa, varios compositores fueron pioneros en el nacionalismo musical. Por ejemplo, en Rusia, Modest Mussorgsky incorporó elementos folclóricos rusos en sus obras, mientras que en Finlandia, Jean Sibelius utilizó la mitología y la naturaleza finlandesa como inspiración. En España, Isaac Albéniz o Manuel de Falla incorporaron elementos de la música española y el flamenco en sus composiciones.
Este enfoque en lo local y lo nacional no solo se limitó a Europa, sino que también se manifestó en otras partes del mundo. Por ejemplo, en América Latina el compositor brasileño Heitor Villa-Lobos adoptó una perspectiva nacionalista en sus obras, fusionando la música folclórica de su país con la tradición clásica.
En resumen, los nacionalismos musicales representaron un intento de reflejar y promover la identidad cultural y nacional a través de la música, fusionando elementos de la música culta y la música folclórica para crear un lenguaje musical distintivo y representativo de una región específica.