Presión atmosférica
La suma de pesos de los gases componentes habituales del aire en el lugar donde se desenvuelve la vida humana, genera la denominada "presión atmosférica", que a nivel del mar es de 760 mm de mercurio (Hg), y que es la suma de los parciales que corresponden al resto de componentes gaseosos.
Al ascender a medio ambiente elevado, baja la presión atmosférica y por el contrario, en el descenso a medio ambiente bajo el nivel del mar, sube proporcionalmente la presión.
Los daños están en relación con el volumen gaseoso de ciertas estructuras del cuerpo, pues al aumentar la presión, se reduce el volumen gaseoso (compresión) e inversamente cuando desciende la presión, aumenta el volumen gaseoso (expansión). Se ven parcialmente afectados el oído, los senos paranasales y el parénquima pulmonar y tanto más cuanto enfermedades de base obstruyan los conductos de comunicación al exterior atmosférico y dificulten más la entrada que la salida del aire.
Como efectos, reseñamos la barotitis (con gran dolor ótico), la barosinusitis (con gran dolor facial) y las diferentes afecciones del pulmón, sobre todo en el ascenso desde el fondo del mar o descenso, efectuados sin entrenamiento o equipos oportunos.
Debemos reseñar los efectos que el medio ambiente puede desencadenar físicamente al ser humano, cuando se traslada de su hábitat normal por ejemplo a las alturas, pudiendo aparecer el "mal de montaña" como expresión de una "hipopresión absoluta" por el ascenso. A unos 3.000 metros de altitud la presión atmosférica del O2 descendió a 110 mm de Hg (desde los 157 que tenía a nivel del mar), y a unos 6.000 metros de altitud descendió aún más y hasta 75 mm de Hg Esto conlleva una falta muy importante de O2 en la sangre y en los tejidos vascularizados, lo que genera una demanda de regulación fisiológica, son responsables ambos fenómenos del cuadro clínico severo que se puede presentar con edema cerebral y edema pulmonar agudo, que en ocasiones en ascensos bruscos lleva a la muerte.
La estancia durante largo tiempo de la vida en alturas notables, genera el cuadro del "mal crónico de altura" con policitemia e hipertensión pulmonar, propias de habitantes residentes en zonas montañosas.