La medicina helenística y romana: Galeno
Las condiciones sociales de los períodos helenístico y romano favorecieron la continuidad de la tradición e incluso un limitado progreso. Gobernantes y ciudadanos sanos no podían existir sin los médicos. De hecho, la vida cada vez más malsana que llevaban les hacia depender progresivamente de ellos. El Museo fomentó bastante la investigación anatómica y fisiológica.
Herófilo de Calcedonia (hacia el año 300 a. C.) fue un gran anatomista y fisiólogo que se basaba en la observación y en la experimentación. Fue el primero en comprender el funcionamiento de los nervios y el uso clínico del pulso, distinguiendo también el funcionamiento de los nervios sensoriales y motores. Erasístrato (280 a. C,) llegó más lejos advirtiendo la importancia de las circunvoluciones del cerebro humano. Aunque se han perdido los originales de los mejores trabajos realizados en el primer período alejandrino, su esencia pasó a la tradición y se incorporó a la producción del último de los grandes médicos clásicos, Galeno (130-200 n. e.). Galeno (en la imagen, un grabado de Galeno de la Edad Media) nació en Pérgamo, en el Asia Menor, pero, después de educarse en esa ciudad y en Alejandría, acabó ejerciendo lucrativamente la medicina en Roma. Más tarde se convirtió en la fuente de la medicina y del saber anatómico arábigo y medieval, adquiriendo en su terreno un prestigio y autoridad tan grandes como Aristóteles en el suyo. Los médicos posteriores, impresionados por la amplitud de sus conocimientos y por su habilidad experimental, vacilaban en enfrentar con las suyas sus propias observaciones. En realidad el sistema de Galeno fue una mezcla de antiguas ideas filosóficas, como la doctrina de los tres espíritus o almas, y agudas, pero a menudo equivocadas, observaciones anatómicas, debido esto último a que se limitaba a la disección de animales.
La fisiología galénica, con su flujo y reflujo de espíritus y sangre en las arterias y nervios, con el corazón como órgano del calor y los pulmones como órganos de enfriamiento, sigue estando viva en el lenguaje popular. Fue en gran parte base de la creencia en el pequeño mundo del hombre el microcosmos durante más de mil años, al igual que la cosmología de Aristóteles lo fue para el inmenso mundo celeste. Hay que llegar al Renacimiento para encontrar nuevamente un conjunto de observaciones comparable al suyo, contándose entonces con una filosofía mecánica muy superior y superándose así las ideas de Galeno. Hasta qué punto fue completa esta superación lo muestra el hecho de que la primera traducción inglesa de las obras completas de Galeno sólo se ha publicado muy recientemente.
Galeno diseccionó multitud de animales, en especial cabras, cerdos y monos, para demostrar cómo los distintos músculos son controlados a diferentes niveles de la médula espinal. Desveló las funciones del riñón y la vejiga e identificó siete pares de nervios craneales. También demostró que el cerebro controla la voz y que las arterias transportan sangre, poniendo fin la idea vigente durante cuatrocientos años de que lo que transportaban era aire. Galeno describió también las válvulas del corazón, e indicó las diferencias estructurales entre las arterias y las venas, pero no llegó a concebir la circulación de la sangre. En su lugar, defendió la errónea creencia de que el órgano central del sistema vascular era el hígado , y que la sangre se desplazaba desde el hígado hasta la periferia del cuerpo para formar la carne.
Galeno también alcanzó gran renombre en su tiempo como filósofo. En su tratado Sobre los usos de las partes del cuerpo del hombre compartía la opinión del filósofo griego Aristóteles de que nada en la naturaleza es superfluo. La principal contribución de Galeno al pensamiento filosófico fue su idea de que es posible comprender los designios divinos estudiando la naturaleza.
Sus observaciones sobre la anatomía fueron su aportación más duradera. Sus escritos médicos, traducidos por pensadores árabes durante el siglo IX, gozaron de una gran consideración entre los médicos humanistas de la Europa del Renacimiento. Durante su vida escribió alrededor de quinientos tratados sobre medicina, filosofía y ética.