3. Estructuras geológicas de deformación a escala global: epirogénesis

Los procesos diastróficos o deformaciones de los materiales se pueden observar y estudiar a escala global y se pueden clasificar de acuerdo con la intensidad de las deformaciones, el tipo de esfuerzos dominantes (compresivos o distensivos), la amplitud o extensión de los espacios afectados y el ritmo o velocidad de producción de las deformaciones.

Estos procesos están presentes en todas las rocas de la corteza y suponemos que también del manto superior, pero abundan con mayor frecuencia en las franjas de los límites entre placas, que con frecuencia tienen varios centenares de km de anchura. Así ocurre tanto en las dorsales y zonas de rift, como en las zonas de subducción y en los orógenos, términos que seguro que te resultan familiares por haberlos estudiado en el tema 4 de la unidad 1.

Pero antes de analizar las grandes estructuras de deformación originadas en los límites de placas, abordaremos una visión general de los movimientos verticales o epirogénicos en la corteza terrestre, consecuencia del fenómeno de la isostasia.

Movimientos verticales de la corteza como respuesta a la deglaciación holocena (en mm/año). En azul,  abombamientos (anteclises); en rojo-amarillo, valores negativos (sineclises).  Imagen de Erik Ivins, JPL. en Wikimedia commons. Dominio público

La epirogénesis hace referencia a los movimientos de la corteza terrestre a escala continental que afecta a zonas amplias del interior de las placas litosféricas.  Son movimientos verticales de ascenso o descenso muy lentos prolongados en el tiempo, que apenas deforman las rocas a escala local, con la excepción de algunas fallas.

Las causas de la epirogénesis son: los cambios de densidad/estado de los materiales del manto superior y los reajustes isostáticos o reequilibrios gravitatorios que cambian las masas continentales que reposan sobre el manto y la capacidad de flotación de la corteza continental menos densa. Cualquier variación supone movimientos de ascenso y descenso.

 La epirogénesis genera dos tipos de estructuras, según el sentido del movimiento:

- Anteclises: grandes abombamientos, producto de una dinámica ascendente de un sector de la litosfera. Provocan el afloramiento de rocas plutónicas y metamórficas (basamento) y rocas sedimentarias antiguas, bien consolidadas.

- Sineclises: áreas deprimidas producto de una dinámica subsidente, receptoras de grandes espesores de sedimentos (cuencas sedimentarias), que superponen dos conjuntos de materiales: en superficie, la cobertera sedimentaria reciente, poco litificada y escasamente deformada y en profundidad, el basamento antiguo y consolidado.

Las consecuencias de la epirogénesis son:

• Abombamientos y hundimientos de gran radio de acción, causados por movimientos en el interior de las placas litosféricas y basculamiento de masas continentales, como ocurrió en la península ibérica durante el Terciario, que hizo que los ríos de la meseta pasaran de drenar hacia el Mediterráneo, a hacerlo hacia el Atlántico.
• Comportamiento diferencial de zócalos y coberteras
• Respuesta isostática de elevación en lugares que se erosionan o pierden peso de hielo y de hundimiento en lugares que aumentan su peso por recibir sedimentos o carga de hielo.
• Junto con los movimientos eustáticos (del nivel del mar), condicionan la aparición de las transgresiones y regresiones y de los ciclos erosivos y de sedimentación en áreas no orogénicas.