1. El funcionalismo
Durante el siglo XX se van a producir una serie de cambios en la arquitectura, pero sin que pueda encontrarse un rumbo fijo; tenemos una multiplicidad de estilos que a veces tienen características comunes, pero en ocasiones son muy dispares. El funcionalismo es una corriente, pero que no aparece unificada, sino que se ramifica. Podríamos decir que el lema de la nueva arquitectura es la forma sigue a la función; por eso puede decirse que el principio unificador es la función, es decir, las obras deben estar al servicio de aquello que constituye su finalidad; la belleza estará entonces en la forma que se corresponda con la función. Sin duda, el racionalismo está en la base de este modo de entender la arquitectura.
Sin duda, las condiciones económico-sociales de principios del siglo XX contribuyen a explicar el auge del funcionalismo, pues se produce un cruce entre los intereses de los arquitectos (ingenieros, artistas) y el de los industriales. Se dejan atrás los principios del art-noveau para centrarse en la función, porque se entiende que la comodidad (habitabilidad, bienestar) es la verdadera fuente de la belleza. Aquí los ornamentos sobran, salvo que contribuyan a la función, aunque Adolf Loos rechazaría incluso esto, porque la simplicidad debe ser una máxima irrenunciable. La Deutscher Werkbund (una asociación de arquitectos, artistas en industriales) es sin duda un antecedente de la Bauhaus (Walter Gropius, urbanista y arquitecto alemán) y anticipó en buena medida los principios que nosotros encontramos en el funcionalismo.
Deustsche Wekbund. Vídeo de historiadedis alaojado en Youtube. |