1.2. La vegetación
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Imagen_03. Pino Carrasco. Fuente: Wikipedia
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A pesar de que el hombre ha modificado el medio de manera importante, la vegetación mediterránea viene condicionada por el régimen de las precipitaciones. La larga sequía estival favorece el desarrollo de una vegetación esclerófila y xerófila adaptada a la falta de agua. Los bosques más característicos son el esclerófilo con la encina y el alcornoque como árboles principales, y los de coníferas, destacando: el pino carraco (pinus halepensis), el pino piñonero (pinus pinea) o el pino albar o silvestre (pinus sylvestris) que aparecen por casi toda el área mediterránea.
La degradación del bosque mediterráneo da paso a una vegetación arbustiva que se organiza en torno a dos formaciones:
- Maquis o maquia, que es una formación arbustiva densa, casi impenetrable, de más de dos metros de altura y variada en especies, que está integrada por matorrales como jaras, brezos, lentiscos, madroños o retamas,
- Garriga es una formación vegetal xerofíla, baja y discontinua, formada fundamentalmente por arbustos de hojas perennes y esclerófilas que habitualmente llegan a una altura de 0,5 y 1,5 m, como el romero, lavanda, coscoja, jara, etc.
La desaparición de la maquia y la garriga da lugar a la formación de la estepa que está formada por hierbas bajas entremezcladas con arbustos espinosos xerófilos, destacando el palmito, el tomillo, el espartal y el espárrago.
En torno a los cauces de los ríos se desarrolla un bosque caducifolio en el que dominan los chopos, álamos, sauces y fresnos.
Los suelos en las dominios mediterráneos tienen algunos rasgos comunes: los suelos de las tierras altas son poco profundos en general y presentan una fuerte relación con las rocas madres de las que derivaron. En los valles y zonas llanas presentan mayor profundidad por abundar los depósitos aluvionales, depósitos que les una gran riqueza y pueden ser irrigados.
