4.1. Temperatura
La temperatura es un factor muy limitante ya que solo hay un rango en el que las proteínas son químicamente estables, por encima o por debajo, se desnaturalizan.
A pesar de ello, existen seres vivos adaptados a temperaturas bastante extremas en nuestro planeta, desde el límite de la congelación, hasta bacterias extremófilas en aguas termales o líquenes que han sobrevivido en el espacio exterior.
Una respuesta de los animales para evitar la dependencia de la temperatura exterior fue desarrollar mecanismos de autorregulación térmica, son los animales homeotermos, antiguamente llamados de sangre caliente.
Los animales poiquilotermos, llamados erróneamente de sangre fría, solo pueden estar activos cuando la temperatura exterior está dentro de unos márgenes ya que carecen de un sistema propio para mantener estable la temperatura de su cuerpo.
Otras adaptaciones consisten en desarrollar estrategias comportamentales y fisiológicas como hibernar, paralizando su actividad metabólica, o, ante el calor, adquirir hábitos nocturnos.
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Cocodrilo activo en horas diurnas Imagen en Wikimedia Commons de M.Schmidt bajo CC |
El atún azul puede aumentar su temperatura varios grados para vivir en aguas muy frías Imagen en Wikimedia Commons de Yzx bajo Dominio Público |
Zorro polar de formas redondeadas y orejas pequeñas para evitar pérdida de calor Imagen en Wikimedia Commons de A.Wualk bajo CC |
En general, en climas fríos se dan formas corporales redondeadas y extremidades cortas para reducir superficie corporal y, en cálidos, largas extremidades.
Por otro lado, los incrementos de temperatura favorecen las reacciones químicas y procesos vitales, se da una mayor biodiversidad en zonas cálidas y tropicales.