3. Cultura Libre y licencias

En el momento en el que cualquier persona decide ponerse a producir contenidos audiovisuales, es importante informarse sobre los límites y las posibilidades que ofrecen los modos de licenciar las obras.

Cada pieza cultural - cada libro, cada álbum de música, cada vídeo, etc - tiene su propia licencia, que tiene el objetivo de proteger los derechos que los autores tienen sobre sus propias obras. El Derecho de autor nace en 1710 en Inglaterra con el objetivo de controlar las obras producidas por los artistas y de ofrecer garantías económicas para la producción artística.

Sin embargo, durante el siglo XX el derecho de autor pasa a convertirse en una pieza importante para asegurar la hegemonía de las industrias culturales. Alrededor de estas industrias culturales aparecieron entidades que gestionaban, en ocasiones de manera monopolística, los derechos de autor. Es decir, cuando un músico componía una canción para una discográfica, todos los usos que se hicieran de esa canción a partir de ese momento eran pagados a la entidad de gestión, que luego devolvía ese dinero al artista. Hay diversas entidades de gestión de derechos de autor en España en relación a distintas industrias culturales, pero un caso conocido es el de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores), que se hizo famosa por su oscuridad en la redistribución de lo recaudado.

Estas entidades de gestión recaudan los derechos de los artistas con producciones licenciadas bajo Copyright, que reservan todos los derechos sobre la obra para el autor o el titular de los derechos de la misma. Es importante señalar que cuando un artista no licencia una obra y ésta produce réditos económicos, la obra cae automáticamente bajo copyright, aunque el artista nunca reclame el dinero que le corresponde. Este dinero pasa a formar parte de las arcas de la entidad de gestión.

Con la aparición de internet, las entidades de gestión empiezan a preocuparse de un tema nuevo: la piratería. Se descubre entonces que las industrias culturales y las entidades de gestión necesitan frenar la libre circulación del conocimiento y de las obras artísticas (es decir, tratar de parar la libre compartición de contenidos en internet) para poder producir beneficios sobre las obras de las que poseen los derechos; necesitan crear un escenario de escasez de obras artificial para poder vender sus obras. Y es cuando otros modos de licenciar las obras empiezan a cobrar una nueva relevancia siguiendo la estela de la cultura libre, algunos eran nuevos como los Creative Commons y otros tenían una larga historia detrás como el Dominio Público.