4. Un modelo para las cosas pequeñas
Vaya lío, pero ¿realmente se sabe qué diferencias hay entre ondas y partículas? Venga reflexiona un poco. Piénsalo bien, mientras una partícula se puede situar en una región concreta del espacio, una onda está deslocalizada en la región en la que se desplaza, ¿dónde está una ola del mar?. Trasladar este aspecto de las ondas a los objetos materiales es ciertamente un ejercicio mental difícil, a fin de cuentas nadie ve una onda deslocalizada cuando tú o yo observamos un coche moviéndose, o una pelota de tenis, .. o cualquier cosa material que estemos observando.
Y sin embargo, todos estos objetos tienen una onda asociada, que no es captada debido a que su longitud de onda es pequeñísima. La cosa se hace "visible" de nuevo cuando tratamos objetos cuánticos (objetos de dimensiones pequeñísimas).
Verás que el tratamiento ondulatorio de la materia conduce a una interpretación probabilística de las magnitudes físicas que describen su comportamiento. ¿Qué quiere decir esto?, pues por ejemplo que resultará imposible precisar la posición de un objeto cuántico, sólo se tiene un acercamiento por medio de probabilidades de encontrarlo en algún sitio, de forma que se cumple bien el principio de indeterminación.

Conocimiento previo
No todos los físicos estaban de acuerdo en esta visión probabilística de la naturaleza. Algunos, como Einstein, se oponían abiertamente a está concepción de la física debatiendo abiertamente con sus colegas sobre esta cuestión.
En relación con esto, en la imagen de abajo se muestra una foto muy popular con todos los físicos más importantes de la época. La foto se tomó en Bruselas con motivo de la celebración de la llamada Conferencia de Solvay. La anécdota de aquel encuentro la protagonizaron las dos figuras de la época: Einstein y Bohr. Cuando ambos discutían sobre el principio de incertidumbre de Heisenberg, el primero hizo su famosa objeción: “Dios no juega a los dados”, a lo que Bohr replicó, “Einstein, deja de decirle a Dios lo que debe hacer”.
Con todo, debes saber que esta interpretación de la física cuántica funciona a las mil maravillas, y sus resultados se ajustan sorprendentemente bien a los resultados experimentales.
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Imagen en Wikimedia Commons de JdH bajo licencia de dominio público |
Por filas, de arriba abajo:
Auguste Piccard, Émile Henriot, Paul Ehrenfest, Édouard Herzen, Théophile de Donder, Erwin Schrödinger, Jules-Émile Verschaffelt, Wolfgang Pauli, Werner Heisenberg, Ralph Howard Fowler, Léon Brillouin,
Peter Debye, Martin Knudsen, William Lawrence Bragg, Hendrik Anthony Kramers, Paul Dirac, Arthur Compton, Louis de Broglie, Max Born, Niels Bohr,
Irving Langmuir, Max Planck, Marie Curie, Hendrik Lorentz, Albert Einstein, Paul Langevin, Charles Eugène Guye, Charles Thomson Rees Wilson, Owen Willans Richardson