2.1. La organización política de un conglomerado de territorios
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24. En el palacio-monasterio de El Escorial, construido por Felipe II, se centralizó la burocracia de la monarquía. Imagen de Salomonsegundo, licencia Creative Commons. |
"Seguimos engrasando la maquinaria"
En el terreno de la organización política y del gobierno de sus territorios, los reyes de la casa de Austria mantuvieron los principios básicos heredados de los Reyes Católicos. Cada territorio conservó su personalidad jurídica y legal y se legislaba por separado para cada uno de ellos. Eso sí, el establecimiento a partir de Felipe II de una capital permanente para la monarquía en Madrid hizo que el centro del poder se situara en el corazón de Castilla, para bien y para mal de este reino, pues aunque los principales cargos de la Corte eran castellanos, también lo eran los súbditos que tuvieron que cargar sobre sus espaldas (por vía de impuestos) el coste del mantenimiento del aparato burocrático del Estado.
Los Austrias no fueron grandes innovadores en el terreno de la administración. En gran parte lo que hicieron fue perfeccionar los mecanismos que habían puesto en marcha los Reyes Católicos. Por ejemplo, ampliaron el número y personal de los Consejos sectoriales que asesoraban a los monarcas, y que gestionaban el día a día de los principales asuntos. Algunos se dedicaban a todo lo referente a un territorio: el Consejo de Indias (para los asuntos coloniales), y los Consejos de Castilla, Aragón, Italia, Portugal y Flandes. Otros Consejos se especializaban en temas sectoriales: Consejo de Hacienda, Consejo de Inquisición, Consejo de Cruzada...
Al estar centralizada toda la burocracia en Madrid, los reyes podían controlar la gestión de los asuntos de todo el imperio y tomar la última decisión, con el apoyo de una red de secretarios personales que mantenía al monarca plenamente informado de todo lo que se despachaba en los Consejos.
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25. Margarita de Austria y Parma, gobernadora de los Países Bajos entre 1559 y 1567. Imagen de Sir Gawain, dominio público. |
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26. Margarita de Austria, tía de Carlos I, fue gobernadora de los Países Bajos entre 1516 y 1530. Imagen de Eloquence, dominio público. |
Los reyes designaban a las personas que les representaban en cada territorio, y que ejercían la máxima autoridad en su nombre. En algunos casos estas personas ostentaban el título de Virrey (en los territorios americanos, en Aragón y en Italia), y en otros el de Gobernador (en los Países Bajos españoles y en Milán), pero en el fondo su papel era el mismo.
Así mismo, se mantuvo en este período la figura del Corregidor, nombrado por los reyes para ejercer en su nombre la máxima autoridad en las principales ciudades de Castilla.
También se mantuvo el sistema judicial organizado por los Reyes Católicos en Castilla, estructurado en dos grandes Chancillerías. Se crearon nuevas sedes en distintas ciudades, que tomaron el nombre de Audiencias.

Objetivos
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27. El Conde-Duque de Olivares retratado por Velázquez. Imagen de Luestling, dominio público.
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28. Felipe IV, rey de 1621 a 1665. Imagen de Luestling, dominio público. |
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29. Felipe III, rey de 1598 a 1621. Imagen de Cropbot, dominio público. |
"No todos fueron iguales"
Para finalizar, podemos considerar que el interés y preocupación por el gobierno efectivo del inmenso patrimonio territorial de la monarquía hispana fue disminuyendo en cada reinado. Carlos I fue un rey guerrero, le gustaba encabezar personalmente sus ejércitos y se mantuvo en continuo peregrinaje por sus territorios. Su hijo Felipe II fue un rey más burócrata. Se volcaba en los papeles y despachaba personalmente los asuntos de importancia desde su Corte de El Escorial. Felipe III y Felipe IV comenzaron a dedicar más tiempo al asueto y a los placeres que a los asuntos de gobierno, dejándolos en manos de nobles de su confianza, que eran los que tomaban las decisiones en la práctica. Son los que conocemos como validos, y probablemente has oído alguna vez el nombre de los más famosos: los duques de Lerma y Uceda con Felipe III, o el Conde-Duque de Olivares y el Marqués del Carpio con Felipe IV.
El último rey de la Casa de Austria, Carlos II, estaba tan tarado física y mentalmente que en modo alguno pudo hacerse cargo de los asuntos de gobierno durante su agónico reinado, que coincidió con el derrumbe definitivo de la hegemonía española a nivel internacional.
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30. Carlos II, rey de 1665 a 1700. Imagen de Carolus, dominio público |

Olivares y la unificación de la monarquía.
"... Tenga V. M. por el negocio más importante de su Monarquía, el hacerse Rey de España; quiero decir, Señor, que no se contente V. M. con ser Rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, Conde de Barcelona, ... sino que trabaje y piense con consejo mudado y secreto, por reducir estos reinos de que se compone España, al estilo y leyes de Castilla sin ninguna diferencia, que si V. M. lo alcanza será el Príncipe más poderoso del mundo.
Conociendo que la división presente de leyes y fueros enflaquece su poder y le estorba conseguir fin tan justo y glorioso, y tan al servicio de nuestro señor, extender la Religión Cristiana, y conociendo que los fueros y prerrogativas particulares que no tocan en el punto de la justicia (que ésa en todas partes es una y se ha de guardar) reciben alteración por la diversidad de los tiempos y por mayores conveniencias se alteran cada día y los mismos naturales lo pueden hacer en sus cortes, (...) se procure el remedio por los caminos que se pueda, honestando los pretextos por excusar el escándalo, aunque en negocio tan grande se pudiera atropellar por este inconveniente, asegurando el principal. (...).
Tres son, Señor, los caminos que a V. M. le pueden ofrecer la ocasión (...)
El primero, Señor, y el más dificultoso de conseguir (pero el mejor pudiendo ser) sería que V. M. favoreciese los de aquel reino, introduciéndolos en Castilla, casándolos en ella, y los de acá, allá y con beneficios y blandura, los viniese a facilitar de tal modo, que viéndose casi naturalizados acá con esta mezcla, por la admisión a los oficios y dignidades de Castilla, se olvidasen los corazones de manera de aquellos privilegios que, por entrar a gozar de los de este reino igualmente, se pudiese disponer con negociación esta unión tan conveniente y necesaria.
El segundo sería, si hallándose V. M. con alguna gruesa armada y gente desocupada, introdujese el tratar de estas materias por vía de negociación, dándose la mano aquel poder con la inteligencia y procurando que, obrando mucho la fuerza, se desconozca lo mas que se pudiere, disponiendo como sucedido acaso, lo que tocare a las armas y al poder.
El tercer camino, aunque no con medio tan justificado, pero el más eficaz, sería hallándose V. M. con esta fuerza que dije, ir en persona como a visitar aquel reino donde se hubiere de hacer el efecto, y hacer que se ocasione algún tumulto popular grande y con este pretexto meter la gente, y en ocasión de sosiego general y prevención de adelante, como por nueva conquista asentar y disponer las leyes en conformidad con las de Castilla y de esta misma manera irla ejecutando con los otros reinos.(...)
El mayor negocio de esta monarquía, a mi ver, es el que he representado a V. M. y en qué debe V. M. estar con suma atención, sin dar a entender el fin, procurando encaminar el suceso por los medios apuntados".
Tomado de DÍAZ PLAJA, F.: La Historia de España en sus documentos: El siglo XVII. Madrid, 1.957, pp. 119-121.
Olivares consideraba que la diversidad de leyes en los distintos territorios de la monarquía restaba eficacia al gobierno.
Olivares apostaba por imponer las leyes de Castilla como leyes comunes para todos los territorios de la monarquía.
Una de las fórmulas que propone Olivares para conseguir una mayor cohesión de todos los territorios es el nombramiento de personas de distinta procedencia para ocupar cargos de gobierno en Castilla, fomentando además los matrimonios mixtos.