El aparato locomotor está formado por los sistemas óseo (huesos), articular (articulaciones) y muscular (músculos), permitiendo el movimiento del cuerpo humano.
3.1. Los huesos
El hueso es un órgano duro, blanco y resistente que forma parte del esqueleto humano. Por tanto, llamamos esqueleto al conjunto de huesos (206 huesos en hombre) que, unidos mediante las articulaciones, conforman el armazón interno del cuerpo. Entre las funciones principales de este encontramos la de dar soporte, funcionar como chasis para el resto de tejidos blandos que forman parte del organismo, incluso como protector de los órganos vitales. Además, el hueso tiene otras funciones, relacionadas con el movimiento y la locomoción. De esta forma, funciona como un sistema de palancas, transmitiendo la fuerza generada por los músculos y, por tanto, generando movimiento corporal. Por último, este también se encarga de producir células rojas de la sangre y sirve como depósito de iones esenciales, como calcio, fósforo, sodio, potasio, zinc o magnesio (Izquierdo, 2008).
El esqueleto humano puede dividirse en:
- Esqueleto axial, constituido por los huesos que se sitúan en la línea media del cuerpo. Entre estos huesos encontramos la columna vertebral, los huesos de la cabeza y los huesos del tórax.
- Esqueleto apendicular, que son los huesos pertenecientes a las partes anexas a la línea media, tales como las extremidades y sus respectivas cinturas.

Figura 4. Principales huesos del cuerpo humano.
Imagen de elaboración propia
3.2. Las articulaciones
Las articulaciones son las estructuras anatómicas que tienen por objeto mantener conectados y unidos los huesos próximos mediante ligamentos y músculos (Izquierdo, 2008). La dirección y el grado de movimiento dependen de la forma de las superficies de la articulación. Igualmente, también vamos a encontrar articulaciones que no se mueven, como las suturas del cráneo, o que se mueven ligeramente, como las vértebras. Según el movimiento que desarrollen, las articulaciones se pueden clasificar atendiendo a su funcionalidad (noaxiales, uniaxiales, biaxiales, triaxiales) o a su estructura (móviles o diartrosis, semimóviles o fibrosas e inmóviles o cartilaginosas) (Izquierdo, 2008).
3.3. Los músculos
El hombre tiene unos 640 músculos esqueléticos, los cuales atraviesan las articulaciones y se unen en dos o más puntos de los huesos. El movimiento humano se produce gracias al acortamiento y ensanchamiento del músculo, que produce la aproximación de los extremos óseos (Gowitzke y Milner, 1999). De esta forma, cuando un músculo se contrae, una de sus inserciones suele mantenerse fija y la otra se mueve (Moore y Agur, 2003). Las fijaciones de los músculos se describen comúnmente como el origen y la inserción; el origen suele ser el extremo proximal del músculo que se mantiene fijado durante la contracción muscular, y la inserción suele ser el extremo distal que se mueve (Moore y Agur, 2003). Sin embargo, algunos músculos pueden actuar en ambas direcciones en diferentes circunstancias.
La forma de los músculos puede ser muy variable, pero de forma general, podemos decir que presentan una porción carnosa, llamada vientre muscular, y una zona de inserción en el hueso, que recibe el nombre de tendón. Los músculos están formados por muchas fibras musculares, de forma que un músculo de tamaño medio contiene 1 millón de fibras (Gowitzke y Milner, 1999). Vista a través de un microscopio óptico, la fibra muscular presenta una apariencia estriada, en las que se alternan áreas oscuras y claras mediante un patrón regular y repetitivo, formando la estructura básica del músculo, el sarcómero.

Figura 5. Principales músculos del cuerpo humano.
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