3.3. Modelo de formación por competencias

El modelo de formación por competencias para los técnicos deportivos se concreta en la formación inicial del futuro profesional de una especialidad deportiva. En este sentido, el futuro docente deberá ser “Una persona responsable y con confianza en sí misma, llena de iniciativa y capacidad para innovar los procesos en los que interviene, utilizando como vehículo la creatividad y la automotivación. Posee habilidades para la toma de decisiones y la planificación de los proyectos o tareas que desempeña y con los que se identifica plenamente. Así mismo domina las habilidades necesarias para poder comunicarse de manera eficaz (en especial la capacidad de escucha) con las personas que interactúan en su entorno de trabajo y además, tiene facilidad para establecer relaciones sociales” (Boned, Rodríguez, Mayorga y Merino, 2004: 5).

A este perfil demandado al técnico deportivo, Sanz y Campos (2012) añaden que la calidad de la formación inicial y continuada de los técnicos deportivos es un elemento clave en la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje, así como en la evolución de cualquier deporte. La formación de técnicos debe tener la voluntad de adecuarse a los cambios y mantener la vinculación entre los programas formativos y la práctica profesional a todos los niveles.

Continuando en esta línea, estamos de acuerdo con la propuesta de Gil Madrona y Contreras (2000: 2) al concretar que el profesorado de Educación Física debe reunir las siguientes características: “(…) ayudar a los alumnos a reconstruir el conocimiento impuesto por la cultura dominante con relación a aspectos tales como el deporte en los medios de comunicación de masas, el culto al cuerpo o el sexismo en la práctica de las actividades físicas”. Para ello, deberá reflexionar sobre el currículum y la posibilidad de reformarlo a fin de fomentar las competencias del alumnado, creando en ellos actitudes favorables dentro de su especialidad deportiva (Kirk, 2007). Su formación técnica debe ser suficiente para plantear la significatividad lógica en sus actividades implicando cognitivamente a sus alumnos y alumnas (Vaca, 2008). Así mismo, el profesorado debe formarse en la capacitación para trabajar en grupo con el resto de profesores y profesoras. Desde este prisma, la formación por competencias nos brinda la oportunidad de superar las concepciones biologista, pedagógica y personalista que transforman la Educación Física en un instrumento para el desarrollo de la condición física, o en “meros recreos supervisados” (Carreiro da Costa, 2009).

En palabras de Del Villar (2009: 69), “se trata de definir el punto de encuentro entre el hacer correctamente tareas motrices, el saber cómo hacer las tareas motrices, y el sentir la realización de las tareas motrices como una experiencia valiosa para el niño, que le permita tener una relación positiva con su entorno social, utilizando la capacidad motriz adquirida en la escuela”. No hay duda de que esta secuencia tiene como último fin la competencia motriz según la acción, el saber y la vivencia motriz.

Como se puede observar, para dar respuesta a la nueva realidad que la sociedad demanda de los técnicos deportivos, los modelos de formación por competencias ofrecen la posibilidad de contribuir al reajuste necesario del alumnado y del profesorado para garantizar los aprendizajes y cumplir las expectativas de un mercado de trabajo y de una economía cada vez más complejos y exigentes (Carreiro da Costa, 2009).