1.1. Implicaciones en el aprendizaje

En el sistema educativo actual se contempla de forma especial, además de la materia, el alumnado y el profesorado, el contexto específico en el que se va a desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje. En relación con este aspecto, la persona adulta presenta unas características psicosociales y unas necesidades de aprendizaje específicas que no están centradas únicamente en la transmisión de contenidos científicos, sino que deben estar relacionadas con sus inquietudes sociales y culturales. Se busca el desarrollo social más que individual, centrándose en la sensibilidad y la vida afectiva, en el deseo de saber y el compromiso moral. Así pues, la educación de personas adultas tendrá como finalidad que puedan adquirir, actualizar, completar o ampliar sus conocimientos y adquirir nuevas competencias para su desarrollo personal y profesional.

Para dar respuesta a esta realidad, el técnico deportivo se convierte en organizador del proceso formativo en relación directa con el contexto en donde estamos y las informaciones que recibimos. El alumnado adulto necesita ser estimulado, a través de una participación activa, antes que formado. Así mismo, el aprendizaje del alumnado adulto debe estar orientado a las “experiencias de éxito”, ya que estas refuerzan la autoconfianza y se convierten en garantía de aprendizajes posteriores (Villanueva, 1987). Estas características psicosociales implican diseñar actividades ajustadas al ritmo y la situación personal del adulto, para así paliar las dificultades para desarrollar trabajos en equipo, debido principalmente a la imposibilidad de una mayor dedicación espacio-temporal.

El alumnado adulto presenta una gran motivación, ya que su asistencia es voluntaria y aprende con una motivación intrínseca. No debemos olvidar que esta actividad discente suele desarrollarse junto con otra laboral, con lo cual los aprendizajes, como se señaló al principio, deben estar claramente vinculados a su realidad contextual (personal y laboral).

Motivación que parte del propio sujeto, sin necesidad de agentes externos activadores o potenciadores de conducta.

En lo social se debe tener en cuenta que para el discente adulto cambian los escenarios de aprendizaje, aparece una nueva interacción entre profesorado-alumnado y entre alumnado-alumnado. Además, hay que tener en cuenta que el adulto tiene una experiencia previa de aprendizaje. En especial, si hacemos referencia a contextos de formación vinculados a su trabajo, trae consigo un bagaje de experiencia laboral, de su vida personal y un trayecto por la educación formal. Por tanto, cualquier propuesta de formación debe partir, como garantía de éxito, de la historia de vida del alumnado.

Importante

Motivaciones formativas personales de los adultos

  • Mejorar el papel que desarrolla socialmente.
  • Llenar el tiempo libre. Satisfacer su curiosidad, información.
  • Mejorar sus aptitudes personales.
  • Capacitarse para un nuevo oficio, etc.
  • Capacitarse para un trabajo específico.