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Inundaciones y riadas.

Los ríos españoles, tanto los cursos peninsulares como los insulares, a pesar en estos últimos de su escaso recorrido, son propicios, en ocasiones, a experimentar fuertes crecidas en su caudal. Esto se debe a la irregularidad de las precipitaciones, fundamentalmente en el área Mediterránea, pero también incluso en la Atlántica y Cantábrica.

Los fuertes aguaceros puntuales, provocados en muchos casos por la denominada gota fría, son los causantes de este hecho. Las consecuencias suelen ser a veces desastrosas. El nivel del agua experimenta en el curso de muy pocas horas una espectacular subida, lo que hace que los cauces sean incapaces de evacuar el agua con la rapidez necesaria provocando que, de esa forma, esta se salga del cauce del río e inunde las zonas bajas más próximas al mismo.

Raro es el año en el que esto no sucede en varios puntos de España. Con el paso del tiempo, la política hidráulica destinada a regularizar los ríos (embalses, muros de contención, etc.), ha tratado de evitar este problema. Pero la impredecibilidad del clima y la irregularidad de sus precipitaciones, hace que esta cuestión todavía siga azotando a numerosas zonas de España, causando periódicamente grandes daños económicos e incluso humanos.

 

Valencia anegada por la riada de 1957

Valencia anegada por la riada de 1957
Imagen en Wikimedia Commons de FVMP bajo GFDL

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Cuando los ríos cambian la Historia.

Tras el descubrimiento de América en 1492, los Reyes Católicos sintieron la necesidad de centralizar todo el comercio con las Indias (que era el nombre genérico que se le aplicaba por aquel entonces a América) en una sola ciudad. El objetivo era impedir el contrabando y facilitar la explotación de las riquezas que venían de aquel continente por las rutas marítimas.

La ciudad elegida fue Sevilla. Esta urbe tenía una gran ventaja con la que no contaba ninguna otra en España. Tenía (y tiene) un puerto fluvial al que se podía acceder por el río Guadalquivir y, de esta forma, estaba mucho mejor resguardada contra los ataques de las escuadras enemigas que quisieran ocuparla para apoderarse de las flotas de Indias y de los tesoros que estas traían.

En 1503, por lo tanto, se centralizó todo este comercio con América en Sevilla, estableciéndose en esta ciudad la Casa de Contratación. Durante unos dos siglos, la ciudad vivió una verdadera época de esplendor, aunque al final de este período comenzaron a surgir todo tipo de problemas económicos, sociales, políticos, etc.

Pero, quizás, todas estas circunstancias hubieran tenido solución de no ser por un imprevisto que superó todas las posibilidades técnicas que tenían los hombres de aquel tiempo para hacerle frente. El río comenzó a cegarse como consecuencia de los depósitos de limos que se acumulaban en el fondo del mismo. Así, los galeones que llegaban de América cargados de metales preciosos y de otras mercancías, no podían ni siquiera sobrepasar la barra de arena que paulatinamente y también a causa de las corrientes marinas, se estaba formando en Sanlúcar de Barrameda, justo en el lugar donde desemboca el río.

Desembocadura del Guadalquivir

En la desembocadura del Guadalquivir, junto a la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, se forma una barra arenosa que ha tenido importantes consecuencias a lo largo de la Historia

Imagen en Wikimedia Commons de Hispalois bajo CC

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Los riesgos. El ejemplo del derrumbamiento de la presa de Tous en Valencia.

En octubre de 1982, la gota fría, que se situó sobre la Comunidad Valenciana, provocó la descarga de más de 600 litros de agua por metro cuadrado en la cuenca del Júcar, en un plazo de 24 horas aproximadamente.

Esto provocó que la capacidad del embalse de Tous, que regulaba la cuenca, se viese completamente superada. A ello se unieron una serie de errores humanos, al intentar abrir las compuertas para aliviar la gran masa de agua que se había acumulado en el mismo, lo que produjo uno de los mayores desastres que han tenido lugar en nuestro país en los últimos tiempos.

La presa se desbordó, y al no poder soportar más la presión de la gran cantidad de agua que almacenaba, reventó y de esta forma, inundó a todas las poblaciones del curso bajo del río, entre las que destacaban algunas como Alcira.

Los daños fueron cuantiosos, aunque el número de víctimas no fue excesivamente elevado gracias a que se dio la voz de alarma y la mayor parte de la población pudo huir a zonas más elevadas y por tanto no inundables.

Posteriormente la presa de Tous se reconstruyó, y en 1994 se inauguró la actual con una capacidad muy superior a la antigua, y con mayores medidas de seguridad, para evitar otra catástrofe como la sucedida doce años antes.

En este vídeo que te presentamos, puedes contemplar el momento en el que la presa empieza a desmoronarse y cómo el agua sobrepasa su máxima altura hasta destruirla por completo.



La riada que produjo la destrucción de la presa de Tous
Comunidad de Valencia

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Los ríos como vías de transporte

Hasta hace unas décadas, los ríos cumplían una serie de funciones que hoy día ya han quedado obsoletas o desfasadas. Transportar productos y materiales por ellos era difícil y caro, pero en muchas ocasiones, era la forma más eficaz y rápida de hacerlo.

En efecto, la corriente de un río puede transportar, sin grandes dificultades, los productos que se obtengan en su cabecera hasta las zonas más bajas de su desembocadura.

Por ese motivo, los ríos eran utilizados en muchas ocasiones para exportar madera de los bosques de las serranías, hasta los valles, donde posteriormente se utilizaba en diversos usos.

En Cazorla, en la provincia de Jaén, existió una zona en la que se la madera que se obtenía, se transportaba por el río Guadalquivir hasta llegar a las atarazanas de Sevilla, donde se empleaba antiguamente para fabricar los barcos de madera.

Este oficio ya desapareció hace bastante tiempo ante la competencia de los nuevos medios de transporte. Sin embargo, en el ejemplo que presenta la película "El río que nos lleva", puedes observar cómo esta actividad se seguía practicando en la Serranía de Cuenca hasta mediados del siglo XX, cuando, al construirse el embalse de Entrepeñas y Buendía, su transporte se hizo ya prácticamente imposible.



El río que nos lleva