Historia inicial

Curiosidad

Abstracta
Abstracta
Imagen de Lucy Nieto 
en Flickr. Licencia CC
En la novela de anticipación escrita en 1932 por el escritor británico Aldous Huxley Un mundo feliz (Brave New World), una sociedad con un alto desarrollo tecnológico encuentra su meta principal en la liberación de las desdichas humanas y la permanente felicidad de sus miembros. El resultado es el desarrollo de una tecnología reproductiva que evita el nacimiento natural y genera individuos de diversa naturaleza de acuerdo con lo que serán sus funciones sociales; la vida sexual ha sido desligada del compromiso personal y la reproducción; se generaliza el uso del soma, una droga que produce euforia y facilita el descanso. En este mundo feliz no existen diferencias de criterio. El arte y la literatura han sido erradicados, ya que promueven las pasiones y el infortunio; ya no es necesario el consuelo ofrecido por la religión, han desaparecido los peligros de la ciencia y la filosofía.
Un joven perteneciente a un reducto salvaje no está dispuesto a perder todo aquello que forma parte de su vida y ha sido eliminado por esta sociedad: la libertad, la soledad, la pasión, la desdicha….

- Es uno de los requisitos de la perfecta salud. Por eso hemos puesto obligatorios los tratamientos S. P. V.
- ¿S. P. V.?
- Sucedáneo de Pasión Violenta. Generalmente una vez. Irrigamos el organismo con adrenalina. Es el completo equivalente fisiológico del miedo y de la cólera. Todos los efectos tónicos de la muerte de Desdémona y el hecho de ser muerta por Otelo, sin ninguno de sus incovenientes.
- Pero es que me gustan los inconvenientes.
- Pues a nosotros, no -dijo el inspector-. Preferimos hacer las cosas cómodamente.
- Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado.
- En resumen -dijo Mustafá Mond-: usted reclama el derecho a ser desgraciado.
- Bueno, vaya -dijo el Salvaje-: reclamo el derecho a ser desgraciado.
- Sin hablar del derecho a envejecer y volverse feo e impotente; el derecho a tener sífilis y cáncer; el derecho a tener poco que comer; el derecho a ser piojoso; el derecho a vivir en constante inquietud por lo que ocurrirá mañana; el derecho a pescar la tifoidea; el derecho a ser atormentado por indecibles dolores de todas clases.
Siguió un largo silencio.
- Los reclamo todos, -dijo por último el Salvaje. Mustafá Mond se encogió de hombros.
- Por nosotros, concedidos.
El género de la ciencia ficción, también conocido como literatura de anticipación, gozó de gran popularidad a mediados del siglo XX, una época caracterizada por un vertiginoso desarrollo social y tecnológico. Llegó a producir y sigue aportando obras de culto, no sólo en la literatura, sino también en otros medios como son el cine, la televisión o el cómic.
Imagínate que algún día se te planteara la ocasión de elaborar un guion sobre hechos que tienen lugar en un tiempo futuro y tuvieras que reflexionar sobre las circunstancias que se darían en una sociedad como la de, por ejemplo, el siglo XXIII: su modelo social, su tecnología, su pensamiento.
Por pequeña que sea tu afición a este género, habrás observado cómo el paso del tiempo permite distinguir entre algunas anticipaciones fantásticas sin fundamento y otras que sorprenden por su certera intuición sobre un futuro, que ya es nuestro presente o incluso fue nuestro pasado. Ciertas recreaciones parten de una supuesta radicalización de tendencias que estuvieron en boga en el momento en el que la obra fue concebida, pero que quedaron obsoletas al poco tiempo. Existen visiones abiertamente pesimistas que nos muestran el triunfo del totalitarismo, la violencia, la generalización del desarraigo cultural o la desolación planetaria; otras que dan muestras de un absoluto optimismo sobre un futuro gobernado por una tecnología mágica y una superación plena de las precariedades humanas.
No debe de ser nada fácil aventurar escenarios sociales o tecnológicos venideros. De acuerdo con gran parte de las obras de ciencia ficción de hace unas décadas, éste sería el tiempo de los totalitarismos políticos, el control robótico y de los viajes interestelares. Aunque el desarrollo de una historia de ficción pueda requerir de la dramatización y la exageración del contexto, no todas las obras han tenido el mismo tino a la hora de anticipar algunas de las circunstancias más características de nuestro tiempo; circunstancias entre las que podríamos nombrar, por ejemplo, los problemas políticos ligados a los fenómenos religiosos y étnicos, la degradación ecológica, los progresos en la biotecnología, o la revolución en los sistemas de comunicación.
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