3.1. Para saber más

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Los primeros pasos para la unión de Europa: el Mercado Común en 1957.

Tras las dos guerras mundiales, las naciones europeas tomaron conciencia de que el papel de Europa en el mundo había pasado a un segundo plano. Nuevas potencias económicas y militares habían emergido en aquella época y Europa había perdido su situación preponderante.

Y no solo se trataba de una cuestión de hegemonía. Los imperios coloniales de los países europeos también se habían ido independizando y el mundo cada vez se iba haciendo más global, menos "europeo".

De ahí que fuera madurando en el continente la idea de unificar a todos aquellos países que lo desearan voluntariamente, mediante una unidad supranacional que los uniera a todos y que les permitiera beneficiarse de esta nueva situación.

Entre 1945 y 1957 hubo una serie de intentos poco eficaces, pero que ya señalaban el camino que había que tomar. Organizaciones como el Benelux (La unión aduanera entre Bélgica, Holanda y Luxemburgo a partir de 1948), o la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) desde 1951, fueron precedentes claros de lo que iba a culminar en 1957.

Ese año se reunieron en Roma los representantes de seis países europeos: Italia, Alemania, Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, y en esa ciudad firmaron un tratado por el que se acordó crear el denominado Mercado Común, una asociación económica que acabara con las barreras aduaneras y que permitiera el libre comercio de mercancias entre los países que participaban en el mismo.

Salón de los museos capitolinos en Roma donde se firmó el acta de creación del Mercado Común Europeo en 1957

Salón de los museos capitolinos en Roma donde se firmó
el acta de creación del Mercado Común Europeo en 1957
Imagen en Wikipedia de Hadi bajo CC

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El impacto de la entrada en la Unión. El tratado de Maastricht.

España entró en la C.E.E. justo cuando esta se preparaba para avanzar mucho más en el proceso de integración de sus miembros. De ahí que los cambios estructurales que esto supuso para la economía española fueran trascendentales.

Las inversiones de los países europeos y las ayudas comunitarias, hicieron que la economía de España se recuperara a gran velocidad de la crisis que la había afectado durante la década anterior.

No todo fueron aspectos positivos. La PAC (Política Agraria Comunitaria) afectó a la agricultura y a la ganadería. La pesca se resintió con los nuevos acuerdos y el precio del suelo y de las viviendas se encareció considerablemente. Pero aún así, y a grandes rasgos, la entrada de nuestro país en Europa fue muy positiva para el mismo.

En 1993, la Comunidad Europea dio un nuevo paso hacia una mayor integración. Ese año entró en vigor el Tratado de Maastricht, por el cual, entre otras cuestiones, abandonaba la antigua denominación, para convertirse en la que actualmente tiene de Unión Europea.

Maastricht implicaba un paso más, y en este caso un paso trascendental. Se trataba ya no solo de una unión aduanera o de unas instituciones políticas comunes, sino también de conseguir la libre circulación de personas y mercancias por los países de la Unión y de, con el tiempo, la creación de una nueva moneda que fuera común para todos los países asociados.

En Maastricht (Holanda) se firmó en 1993 el tratado que dio pie a la creación de la Unión Europea

En Maastricht (Holanda) se firmó en 1993 el tratado que dio pie a la creación de la Unión Europea
Imagen en Wikipedia de Bodoklecksel bajo CC

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Las consecuencias de la Europa de los Veintisiete.

Las ampliaciones de 2004 y 2007, supusieron que en solo tres años, la población de la Unión Europea aumentara en más de cien millones de habitantes y su superficie se incrementase también en algo más de un millón de kilómetros cuadrados. Fue una integración enorme en cuanto a personas y también en cuanto a nuevos problemas.

La mayor parte de los países que habían pasado a formar parte del espacio europeo tenían economías atrasadas y arrastraban grandes problemas estructurales de todo tipo. Su nivel de vida era considerablemente inferior a la media de los que hasta entonces componían la Unión, y todo ello coadyuvó a que las dificultades para los antiguos miembros también se incrementaran.

Estas se notaron fundamentalmente en dos cuestiones. En primer lugar porque las ayudas que se prestaban desde Bruselas a los países miembros comenzaron a ser canalizadas hacia el este de Europa, donde indiscutiblemente eran más necesarias.

En segundo lugar, muchos millones de personas de estos países, aprovechando las ventajas que les daba el denominado espacio Schengen y la facilidad con la que se podía atravesar las fronteras, iniciaron un movimiento emigratorio hacia el occidente de Europa, donde el nivel de vida era considerablemente mayor y donde ellos pensaban que encontrarían una vida mucho menos difícil de la que llevaban en los países de donde procedían.

Las consecuencias de este hecho todavía se están dejando sentir. En muchas partes, los ciudadanos de los países miembros que más tiempo llevaban en la Unión, empezaron a protestar y a exigir explicaciones sober estas cuestiones. En este sentido, es como hay que interpretar que el proyecto para la Constitución Europea que se estaba votando en diversos países por aquellas fechas, fuera derrotado y devuelto al Parlamento Europeo. Quizás el malestar creado por estas últimas decisiones de los diputados y de la Comisión Europea, incidieron para que se produjera este rechazo.

Por otra parte, aquella decisión de 2007 coincidió con el estallido de una de las crisis económicas más importantes que han tenido lugar en el último siglo, lo que conllevó que los problemas aumentasen todavía mucho más.

Interior del parlamento europeo en Estrasburgo

Interior del parlamento europeo en Estrasburgo
Imagen en Wikipedia de Cedric Puisney bajo CC

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La herencia cultural.

Un mismo idioma, unos giros y expresiones similares, numerosas ciudades cuyos nombres se repiten a uno y otro lado del Atlántico, una literatura universal en castellano plagada de grandes nombres de escritores que desarrollaron su labor tanto en uno como en el otro continente, la afición por las corridas de toros, por el baile, por el folklore en general.... si, España y América tienen un pasado común y eso se refleja en la cultura de ambos mundos.

Este hecho se ha plasmado en la existencia de una serie de organismos e instituciones culturales que mantienen y se esfuerzan en manterner, esa tradición y esa herencia. Las cumbres de jefes de estado iberoamericanos, el Instituto de Cooperación con Iberoamérica, los Juegos Deportivos Iberoamericanos, la Casa de América, la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Son muchos siglos unidos para que no se mantengan en la actualidad esas intensas relaciones.

Eso es incluso posible comprobarlo a otros niveles. El urbanismo en muchos casos difiere escasamente. Hay ciudades americanas que podrían pasar perfectamente por otras en la península, y como es lógico, también se puede decir lo contrario. Quinientos años de relaciones no pasan en balde.

El urbanismo de muchas ciudades americanas, como esta casa de La Habana, guarda bastantes similitudes con el andaluz

Casa de La Habana. El urbanismo de muchas ciudades americanas
guarda bastantes similitudes con el andaluz
Imagen en Wikimedia Commons Wikipedia de Dirk Van Der Made bajo CC