Islas Jónicas y Magna Grecia: Historia Inicial

En la época arcaica se comenzó a desarrollar en Grecia lo que nosotros entendemos por ciencia. Los dioses y todos los demás seres sobrenaturales no bastaban ya para dar sentido y explicar el mundo. Las antiguas leyendas eran ya solo eso, leyendas.
Aunque los griegos seguían honrando a sus dioses, la religión no era la única respuesta a sus preguntas. En un principio, la filosofía era la ciencia única: de hecho, la palabra filosofía significa “amor por la sabiduría”, y los primeros filósofos trataron de buscar el principio (ἡ ἀρχή) de toda la materia conocida, a partir de cuatro elementos principales: el agua, el aire, la tierra y el fuego.
Fuego Agua Aire Tierra

Giovanni Dall'Orto
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Kofler Jürgen
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Admn. Nac. Oceánica y Atmosférica
de los Estados Unidos de América,
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Stefano Bolognini
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Tales de Mileto trató de explicar el mundo a partir del agua; su frase preferida era: “el agua es la cosa más bella del mundo”. Los griegos imaginaban a la misma tierra como una gran balsa flotando sobre una enorme extensión de agua, incluso sobre los hombros de un titán, Atlas.
Para Anaxímenes fue el aire, que se transformaría en fuego por rarefacción o en agua, por condensación.
Anaximandro, discípulo de Tales, fue el primero en dibujar un mapa geográfico, y esto supuso un avance inimaginable para nosotros, que vivimos rodeados de ellos. Sobre todo para un pueblo que, como los griegos, tenía una segunda vida en el mar. Imaginó como principio de todo a un ser indefinible y eterno, que mantenía bajo control a los cuatro elementos que conformaban el mundo visible.
A Pitágoras, el primer matemático de que tenemos noticia, le impresionaba la noción del “número” y de la armonía del número, que parecía presidir la Naturaleza.
Heráclito afirmaba que el mundo no había sido creado por los dioses, a los que despreciaba abiertamente.
Por si fuera poco, había médicos, como Hipócrates, que tenían el don (o el conocimiento necesario) de curar.
La percepción del hombre, del espacio que habita, de su relación con los dioses, había cambiado radicalmente desde los tiempos heroicos de la Ilíada y la Odisea. También fueron cuestionados los aristócratas, que se consideraban a sí mismos descendientes de los antiguos héroes. La sociedad demandaba nuevos líderes, y las mismas ciudades se organizaron de formas muy diferentes: no en vano el uso de la escritura y la moneda se había generalizado. Una verdadera revolución que marcó la historia de Grecia, y también la nuestra.
Pero los griegos no dejaron de imaginar imposibles: conforme sus marinos recorrían y descubrían nuevas tierras, cada vez más al oeste, otras desconocidas iban adquiriendo cuerpo más allá: si los seres humanos no podían llegar más lejos todavía, los héroes sí lo hicieron: Heracles cruzó el estrecho de Gibraltar, pero quedó la Atlántida, pura ilusión que aún hace soñar a muchos aventureros y arqueólogos modernos.
En esta unidad seguiremos esta doble aventura de viajes y descubrimientos.