2. El autor y su obra
Aun siendo el más joven de los autores trágicos griegos, retomó algunos de los antiguos tópicos del drama: utilizó en sus tragedias un prólogo convencional, introducción en la que se presenta la situación, algo que ya no se ve en Sófocles, y las remata a menudo con una epifanía (aparición de un dios). Las tragedias primitivas estaban en íntima conexión con los ritos religiosos, y la aparición de en escena del dios al final servía para destacar las conclusiones y las moralejas que pudieran sacarse de la acción. Medea
El deseo de contar las cosas tal como son hizo a Eurípides sondear las zonas más oscuras del alma. En Medea esto se ve claramente. La leyenda nos cuenta cómo ayudó a Jasón a conseguir el Vellocino de Oro, cómo le salvó la vida y cómo volvió a Grecia con él, convertida en su esposa. Sin duda, Medea fue siempre una figura ambigua, ya que sus artes mágicas habían causado más de una muerte. Eurípides se pregunta cómo sería esta mujer en realidad, cómo sería su vida con Jasón. La obra comienza en el momento en que el matrimonio se ha deshecho y Jasón se dispone a contraer nuevas nupcias con la hija del rey de Corinto. El amor de Medea se transforma en odio mortal. Con una corona y un vestido envenenado mata a la novia y al padre de esta, y mata también a los hijos que ha tenido con Jasón. La empuja un furor asesino, pero a la postre triunfa. Se ha asegurado un refugio en Atenas y al final de la pieza se jacta de haber destruido a Jasón.
Eurípides se propone hacer el fiel retrato de una extranjera, hechicera por más señas, y le atribuye todo el desenfreno pasional y todo el salvajismo de una bárbara. Sabe presentarla con una comprensión tan grande de su humillación, que no podemos por lo menos de sentir simpatía hacia ella. Al mismo tiempo no escatima los rasgos desfavorables para Jasón, movido por la torpe ambición y totalmente incapaz de confesar la verdad a Medea o justificarse adecuadamente. Medea, humanamente, es superior a Jasón.
Hipólito Hipólito es la historia de un joven virginal que adora a Ártemis y desprecia a Afrodita. Con esto la ofende y ella, con el tradicional modo de obrar de los dioses, decide su perdición. Para ello hace que Fedra, su madrastra, se enamore de él y trate que el joven le corresponda. Hipólito se horroriza, pero jura no decir nada. Fedra, desesperada y avergonzada, se ahorca, pero antes deja a su marido, Teseo, una carta en la que acusa a Hipólito de haberla forzado. Teseo maldice a Hipólito ante Poseidón, y este hace salir del mar un toro monstruoso que hace que los caballos del joven se desboquen. Mortalmente herido, Hipólito es llevado a su casa. Recrimina a Ártemis por haberlo abandonado en su muerte. Alcestis En Alcestis, toma una leyenda que a primera vista parece encantadora y dramática: Admeto, rey de Tesalia, recibió de Apolo, la promesa que, si se encontraba aquejado de una enfermedad mortal, no tenía más que encontrar a alguien dispuesto a morir en su lugar para seguir viviendo. Su esposa, Alcestis, se aviene de ello pero la salva afortunadamente la llegada de Heracles, que lucha con la muerte, la derrota y devuelve a Alcestis a la tierra desde las moradas de Hades. Eurípides medita lo que esto hubiera implicado en realidad y su Alcestis es la esposa abnegada que sacrifica la vida por su marido, pero ¿Qué decir de Admeto? No le parece indecoroso sacrificar a su esposa y, aunque lo lamenta en un exceso de autocompasión, no trata en ningún momento de detenerla. Admeto, en realidad, es un pedante egoísta y la pieza lo trata con fino humor irónico.
Al tratar temas de tanto alcance, Eurípides tuvo que abocar, necesariamente, al problema de los dioses y el papel que desempeñan en las vidas humanas. Se dejó influir por el espíritu crítico de la época y con frecuencia hace poner en duda a sus personajes la bondad y la justicia de los dioses. Eurípides era muy permeable a la sociedad en que vivía y las alusiones, directas o veladas, a los problemas de la vida corriente son más frecuentes que es Esquilo o en Sófocles. Por ello emplea el coro para expresar ideas generales sobre asuntos tales como la posición de la mujer, la inutilidad de la guerra, las penas y preocupaciones del matrimonio. En particular le preocupa la guerra entre Atenas y Esparta. El tema de la guerra aparece en varias de sus obras, Los Heráclidas, Las troyanas, por ejemplo. La guerra le repugna, sea cual sea su signo, sea cual sea el vencedor. Es asimismo un poeta genuinamente trágico, porque no ve consuelo alguno para lo que sucede. Nos deja una sensación inexplicable de frustración y de desastre ante los espantosos destinos a los que abocan los hombres por sus circunstancias y caracteres. En los momentos catastróficos sus personajes son más auténticos y exhiben el caudal íntegro de sus naturalezas. No son héroes en el sentido homérico, pero alcanzan una grandeza peculiar, precisamente por ser sus sufrimientos tan horrendos. |

Caso de estudio
Los siguientes pasajes pertenecen a cuatro obras diferentes de Eurípides. ¿Podrías indicar de qué obras se trata, razonando tu respuesta? |
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