Estas palabras de Buero Vallejo vienen a justificar un teatro distinto que irrumpe en la escena española y la renueva. La mayoría de los autores teatrales que representan sus obras tras la Guerra civil había comenzado ya su producción literaria antes de la contienda y, por lo tanto, hay un continuismo de la línea marcada por Benavente con su alta comedia. Es un teatro conservador que tiende, por un lado, al escapismo y al puro entretenimiento o bien a exaltar las virtudes de los vencedores.
Pero también es un teatro de éxito. En efecto, un público entusiasta fue llenando sistemáticamente los teatros de las principales ciudades del país, aplaudiendo, durante cerca de treinta años, las piezas de Víctor Ruiz Iriarte, José María Pemán, o José López Rubio, entre otros.
De ahí que se denomine como "teatro público" por el extraordinario éxito que tuvo, y así diferenciarlo de otro tipo de producción teatral que no llegó a tener tanta audiencia. Esto es lo que hizo aguantar económicamente a muchas salas teatrales aunque, en ocasiones, también a costa de la calidad de los espectáculos o de la representación de las obras de los jóvenes dramaturgos, que verán cómo se programan traducciones de obras extranjeras —con mayor gancho comercial— antes que las suyas.
Es obvio que tras la Guerra se produjo un corte muy profundo con respecto a lo que había sido el teatro con anterioridad, debido a la muerte de algunos de los grandes maestros (Valle-Inclán, Unamuno y García Lorca) o al exilio de otros (Max Aub, Alejandro Casona, Rafael Alberti). Esta ruptura se produce, sobre todo, con las tendencias más innovadoras.
Junto con la obra de Buero,
Escuadra hacia la muerte de
Alfonso Sastre, en 1953, inicia el camino hacia el
teatro realista. Es a partir de estas fechas cuando va a ir encontrando su sitio el
teatro de vanguardia con
Fernando Arrabal y
Francisco Nieva, para dar paso, ya en los 60, al
teatro simbolista, influido por el "
teatro del absurdo" y el "
teatro de la crueldad", que viene de Europa. A finales de esta década surgen con fuerza las compañías de
teatro independiente.
Pero es a partir de la muerte del dictador y del inicio del proceso democrático cuando el teatro va a liberarse en temas y formas. Surgen nuevas propuestas estéticas y hay una moderada renovación formal.