3. Notación científica

En la novela "Los viajes de Gulliver" de Jonathan Swift, el protagonista se traslada desde un país poblado de seres diminutos hasta las tierras en donde viven gigantes.

Gulliver
Fotografía de mutantMandias en Flickr. Licencia CC

A imitación suya, nosotros, vamos a realizar un viaje desde los números muy pequeños a los inmensamente grandes.

El vehículo que nos va a transportar a esos territorios es la notación científica. Ella nos ayudará a movernos por el mundo de los números cercanos a cero y, en un suspiro, nos elevará hasta las cantidades enormes de los valores astronómicos.

En la época de Hipaso las cantidades que utilizaba la gente corriente e incluso los matemáticos y pensadores no eran ni muy grandes ni muy pequeñas. Y así ocurrió a lo largo de la historia: décimas, centésimas, milésimas como máximo; unidades de mil, de diez mil, o de millón a lo sumo.

En el siglo XIX y sobre todo a lo largo del XX, al desarrollarse con más fuerza las ciencias experimentales, surgió la necesidad de expresar cantidades muy pequeñas en la física de partículas o microbiología, o muy grandes en astronomía o química.

Las potencias de 10, tanto negativas como positivas se muestran como un estupendo soporte donde apoyarnos y nos resultan muy útiles para poder comparar números pequeños o grandes entre sí.