4. El proceso de búsqueda de empleo

Una vez que se han finalizado los estudios, el individuo se enfrenta a un conjunto de posibilidades relativas a la participación laboral (Davia, 2004). La probabilidad de que un individuo se encuentre ocupado, parado o fuera de la población activa tras su período de estudios depende de un conjunto de factores que trataremos a continuación.

Son muchos los factores que influyen en el proceso de búsqueda de empleo; la mayor parte de los análisis del mercado laboral confirman que los jóvenes constituyen uno de los grupos más vulnerables en términos de acceso al empleo.

En esta misma línea, Álvarez (1999, 40) enumera las causas que han ido diversificando y haciendo cada vez más compleja y prolongada la transición a la vida activa y por qué la inserción de los jóvenes, a su vez, se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los <países desarrollados. Entre ellas destaca:

  • El excedente generalizado de formación en los países industrializados (prolongación de la escolaridad).
  • Una mayor flexibilidad laboral (relaciones laborales temporales).
  • Cambio en la consideración de las relaciones empleo-formación, debido a que esa relación ya no es tan directa porque la formación no se adecua a las necesidades laborales y las predicciones que se efectúan no se ajustan totalmente a la realidad.
  • La madurez personal y vocacional del joven no es la adecuada para asumir su proceso de transición, le faltan elementos para afrontar su autoconocimiento, su planificación de la carrera a corto y medio plazo, sus recursos para la exploración, su proceso de toma de decisiones y su aproximación al mundo laboral.
  • No podemos obviar la fuerte crisis de empleo que estamos sufriendo en todos los países, en especial en los industrializados.
  • La discriminación que todavía se mantiene en cuanto al sexo a la hora de acceder a un puesto de trabajo, fundamentalmente en la empresa privada.
  • Las relaciones con los demás no se desarrollan lo suficiente en el período formativo, a pesar de que estas crean canales y facilitadores de demandas y ofertas de empleo.

 

Rahona (2007) describe los distintos factores que han influido en los países desarrollados en el acceso de los jóvenes al empleo, que resumimos en los siguientes puntos:

  • Cambios técnicos y organizativos en las estructuras de las ocupaciones y de las cualificaciones. Los jóvenes deben tener unos conocimientos, adquiridos mediante la educación reglada y no reglada, además de un conjunto de aptitudes (capacidad de iniciativa, capacidad de adaptación, mayor disponibilidad y flexibilidad laboral). Además, el periodo de prueba se prolonga.
  • La formación inicial se ha extendido. Por una parte, esta autora considera que puede ser un refugio frente al desempleo inmediato, y por otra parte plantea un interrogante, y es si los estudios universitarios confieren ciertas ventajas en términos de inserción laboral, en concreto en la obtención del primer empleo significativo, o si, por el contrario, las condiciones a las que los universitarios se enfrentan son similares a las de otros individuos que posean un nivel educativo inferior.
  • El número de universitarios ha sufrido un incremento en las últimas décadas, y la capacidad del mercado laboral no es la adecuada para poder absorberlos.

 

A los anteriores factores, Mora y CEGES-LMPF (2008) añaden dos más: el incremento de la movilidad de los individuos y la adquisición de nuevas competencias profesionales requeridas por el trabajo.

Davia (2004, 81) enumera lo que denomina conjunto de variables explicativas, que son la edad, el sexo, la renta familiar per cápita (lo que permite prolongar el periodo de búsqueda), el indicador ad hoc de capacidad, la condición socioeconómica del hogar, el tipo de estudios desarrollados, el país de residencia y el año de la entrevista de trabajo.

A continuación estudiaremos en más profundidad algunos de los factores que se han nombrado anteriormente, pero conviene señalar que, si bien todos estos factores son importantes para la inserción laboral, no lo son en el mismo grado. Es decir, no todos ejercen la misma influencia. De la misma manera, no es posible considerar aisladamente cada uno de los mismos, pues se influyen de manera que no pueden valorarse unos sin conocer la dimensión de los otros.

  • Características familiares: el nivel de estudios del padre y de la madre continúa siendo un factor importante a la hora de explicar el acceso al empleo de los hijos, al igual que la actividad laboral de los progenitores. En concreto, un mayor capital humano de los padres incrementa la probabilidad de acceso al primer empleo significativo entre un 11 y un 25%, mientras que una situación de paro o inactividad lo reduce entre un 10 un 38%.
  • Variables que recogen la región de residencia del joven: se observa un efecto diferencial en las zonas Noreste, Centro, Este y Canarias, donde se accede antes al empleo que en la zona Sur, probablemente debido a su mayor desarrollo económico o turístico no estacional. El coeficiente relativo a la tasa de paro provincial, por su parte, muestra un signo negativo, indicando que si el individuo se encuentra en una provincia con una tasa de desempleo juvenil superior a la media, su probabilidad de acceso al empleo se reduce en un 3% (Casquero, 2007, 8).
  • Factores personales de los egresados, especialmente el sexo (hombre o mujer): Davia (2004), en su estudio comparativo de trayectorias laborales de la Unión Europea, obtiene la conclusión de que las transiciones a la ocupación son más habituales en los varones, y de que, a pesar de la tendencia hacia la homogeneidad de las trayectorias laborales de jóvenes de ambos sexos en los países desarrollados, las mujeres siguen registrando un mayor riesgo de no participar en el mercado de trabajo tras el abandono de los estudios. De forma coherente con sus más modestas expectativas laborales y con la existencia de formas alternativas de uso socialmente útil del tiempo, las mujeres, de media, persisten menos que los varones en la búsqueda del primer empleo y abandonan antes la actividad. Sin embargo, Salvá y Nicolau (2000), en su libro sobre las principales políticas y programas que se llevan a cabo en la Unión Europea y en España, titulado Formación e inserción laboral. Conceptos básicos, políticas, programas y recursos para la intervención, nos explican que la curva de actividad femenina está pasando, de ser una curva con una sola cresta en las edades previas al matrimonio y la maternidad, a parecerse cada vez más a la masculina, siendo esta una forma de U invertida. Estos autores destacan a las mujeres con estudios universitarios, siendo escasa la diferencia de actividad entre casadas y solteras, y no detectándose tampoco que la tenencia de hijos en estas mujeres reduzca su actividad. A pesar de estos datos, afirman que la tasa de actividad y de empleo de las mujeres está por debajo de la masculina, y que la de desempleo está por encima.
  • Formación y educación: estos factores son la base, y a través de ellos, adquiridos en el sistema educativo institucional, en la empresa o de forma más informal, los individuos serán los dueños de su destino. Además, hace referencia a cómo todos reconocemos que de la educación y la formación se espera la resolución de importantes problemas: la competitividad de las empresas, la crisis del empleo, la exclusión social y la marginación. En este sentido, no hay duda de que el futuro de las comunidades depende de la cualificación y de la eficacia de su población activa. Podemos comprobar que no todos los jóvenes están en la misma situación madurativa, formativa y socioeconómica para enfrentarse a su inserción socioprofesional. Dentro de los que están en las mismas circunstancias socioeconómicas y han tenido las mismas posibilidades formativas, según De la Fuente (2003), existen diferencias en función de:
  • La obtención de un título superior (dentro de esa titulación superior se han de distinguir carreras con más posibilidades que otras, efectuadas en instituciones con mayor o menor prestigio, complementadas con otros estudios realizados en otros países o bien en el nuestro, etc.).
  • La obtención de una titulación de técnico medio.
  • Los que no han obtenido ningún título (no cualificados).
  • Los que no disponen de ninguna cualificación profesional concreta.
Este autor describe que en la actualidad el trabajador no se jubila en la misma empresa en la que empieza a trabajar, y que los jóvenes se mueven con mayor frecuencia entre situaciones de empleo.