1. Valoración de la importancia de la formación permanente para la trayectoria laboral y profesional del personal técnico deportivo superior
Podemos comprobar que tanto la formación inicial como la formación permanente son esenciales para mejorar el perfeccionamiento y la calidad de la enseñanza educativa en cualquier ámbito (Otano, 2006; Esteve, 2006; Salinas y Viciana, 2006; Romero, 2008).
El individuo puede seguir formándose durante toda su vida, tanto si su situación es de desempleo como de empleado. Cuando la persona se encuentra inserta en el mercado laboral y sigue formándose, a esta formación la denominaremos desarrollo profesional; de esta manera mejora sus habilidades, valores y actitudes, es decir, sus capacidades personales y profesionales. Por ello podemos llegar a la conclusión de que el desarrollo profesional va a permitir una mayor profesionalidad debido al juicio crítico, el análisis y las consecuentes actuaciones más inteligentes, haciendo que el profesional crezca en muchos sentidos, como persona, en cuanto a conocimientos teóricos, prácticos, en experiencias y en perfeccionamiento.
En un informe de la fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) (VV. AA., 2008, 128) se utiliza el término anglosajón para referirse a la formación permanente, lifelong learning. Debemos ser conscientes de que nos encontramos en una sociedad inmersa en este aprendizaje para toda la vida, que apuesta por un aprendizaje auténtico (Keinänen, Ursin y Nissinen, 2018), en el que el emprendimiento es la clave de las competencias en Europa, y la educación para el emprendimiento se engloba en el contexto más general de la vida de las personas, con el fin de conseguir que los estudiantes lleguen a convertirse en ciudadanos capaces de transformar ideas en acciones y desarrollar proyectos propios, tanto laborales como personales.
Tendríamos que ser conscientes de que el aprendizaje de la profesión no se inicia con un curso de formación inicial y termina con la obtención de un título. No hay duda de que el cambio tan constante del entorno, la cultura social, la política, los adelantos tecnológicos y los nuevos sistemas organizativos, entre otros, hacen imprescindible un constante reciclaje a través de la formación permanente, y la adaptación constante a una sociedad cambiante. Algunos autores contemplan que la formación es un proceso que se puede realizar durante todo el ciclo vital profesional de modo ininterrumpido (Bento, 2004 y Biscarri, 1993).
Por todo esto, los técnicos deben ser conscientes de la importancia que tiene la formación permanente, ya que, al margen de las demandas sociales, son los propios técnicos los que tienen que enfrentarse día a día a sus deportistas y ofrecer una formación actualizada y de calidad.
A continuación, diferenciaremos entre dos tipos de formación permanente:
- Formación permanente interna
- Formación permanente externa
La formación permanente interna es definida así por Salinas y Viciana (2006, 1): “La formación que se adquiere en el propio centro educativo como resultado de su investigación en clase, innovación y renovación continua de sus programaciones, así como las reflexiones que este lleva a cabo durante y tras su trabajo”.
Boix e Imbernón (1992), entre otros autores, apuntan que siguiendo un minucioso diagnóstico se podrán establecer criterios de organización y de evaluación que permitan mejorar la actividad realizada. Para ello, Castejón (2000) propone el uso de indicadores; estos nos van a significar algo con indicios o señales. Esto permitirá ser más selectos con respecto a su formación permanente interna.
Pensamos que estos indicadores son fácilmente reconocibles si aplicamos la propuesta de Charlier (2005), consistente en la investigación-acción-formación, ayudando al técnico a desarrollar su adaptabilidad respecto a una variedad de situaciones.

Figura 1. Investigación-acción-formación.
Imagen de elaboración propia
Esta idea ya la planteaba Contreras (2001), cuando proponía que a través de la investigación-acción se podría transformar el escenario de trabajo en uno que capacitara al deportista para descubrir y desarrollar por sí mismo su poder y sus capacidades. Para ello propone cuatro tareas que responden a otras tantas cuestiones (Contreras, 2001, 24):
- Describir: ¿qué hago?
- Informar: ¿qué significa lo que hago?
- ¿cómo he llegado a ser como soy?
- Reconstruir: ¿cómo puedo hacer las cosas de modo distinto?
Siguiendo con la clasificación de formación permanente, la formación permanente externa es definida por Salinas y Viciana (2006,1) como “La consecuencia directa de la participación del técnico en actividades tales como congresos, seminarios, cursos de actualización, etc.”. Es responsabilidad del buen técnico, quien deberá considerarla como una parte más de su trabajo; de esta forma contribuirá a la calidad del mismo.
Esta formación permanente externa puede ser adquirida desde diferentes centros y de muchas formas en cursos, cursillos, jornadas, seminarios permanentes o grupos de trabajo; estos dos últimos son muy interesantes, ya que los profesionales pueden reflexionar y hablar libremente de las dificultades específicas a las que tienen que hacer frente día a día, y a través de ella pueden recibir la solución concreta y práctica de un colega que ya ha solucionado ese mismo problema.
Esta formación externa también podrá complementarse de muy diversas formas, libre y en función de sus intereses y necesidades, como pueden ser la informática o los idiomas, entre otros, que ampliarán su abanico de oportunidades profesionales.