2.1 - El funeral

Cuando un miembro de la familia fallecía, se le cerraban los ojos y se procedía a lavar el cuerpo, así como a perfumarlo y a vestirlo; también se solía colocar una moneda cerca del cadáver como viático, pues se creía que el difunto necesitaba pagar al barquero Caronte un tributo para poder atravesar la laguna Estigia y así alcanzar el reino de los muertos. Una vez preparado, se colocaba sobre una litera con los pies orientados hacia la puerta de la casa y allí se quedaba expuesto durante un plazo comprendido entre los tres y los siete días. Para señalar que en casa había un difunto, delante de la puerta que daba a la calle se colocaba un abeto o un ciprés, árbol relacionado con el mundo funerario desde la época de los etruscos.

Caronte , el barquero infernal, en una representación de Gustave Doré (This image (or other media file) is in the public domain because its copyright has expired)
Togado Barberini, noble romano que tiene en su manos las imagines maiorum (Questo file è nel pubblico dominio negli Stati Uniti. Questo si applica alle opere statunitensi il cui copyright è scaduto, spesso perché la sua prima pubblicazione è avvenuta prima del 1 gennaio 1923)

En un primer momento, los funerales (funus-eris, n.) se solían celebrar por la noche, al ser un hecho contaminante, y sólo posteriormente se empezaron a celebrarse de día. Desde la casa familiar hasta el lugar de enterramiento se seguía una procesión en la cual el difunto, una vez colocado en un ataúd abierto, podía ser trasportado en brazos o en una especie de camilla. Si la persona procedía de una familia ilustre, los familiares acompañaban la procesión cubriéndose la cara con las máscaras de cera de los antepasados, como si los difuntos antepasados acogieran entre ellos al familiar difunto. El hijo o el familiar más cercano pronunciaba en el foro la albanza al muerto (laudatio funebris) en la que se recordaban las hazañas realizadas y honores recibidos en vida por el difunto.

Una vez llegados al lugar de la tumba familiar, se procedía al enterramiento, dependiendo del ritual empleado ya que los romanos conocían dos tipos: la incineración y la inhumación.

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Para saber más

El ius imaginum (literalmente, "el derecho de las imágenes") era un derecho reservado exclusivamente a las familias patricias romanas, que les permitía conservar en casa las imagines maiorum, es decir, los retratos de sus antepasados.

En origen eran simples máscaras funerarias de cera que se utilizaban en los entierros y procesiones, de forma que era como si también los antepasados participaran de estas funciones; posteriormente, se empezaron a reproducir en bronce y en mármol.

Se solían guardar en armarios colocados en el atrium de la casa y se sacaban sólo en ocasiones especiales. El historiador Polibio recuerda que enseñar a los jóvenes los retratos de antepasados, que se habían distinguido en la administración del Estado o en guerras, era un medio para animar a los jóvenes a su imitación y emulación.


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Los romanos solían colocar una moneda al lado del difunto para Caronte: ¿con qué función?
Para que Caronte protegiera al difunto.
Para que Caronte intercediera para la salvación del alma del difunto.
Para que Caronte lo trasladara al mundo de los muertos sin problemas.

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¿Qué eran las imagines maiorum?
Eran retratos de romanos ilustres de gran tamaño.
Eran máscaras funerarias de romanos ilustres.
Eran retratos de romanos ilustres sobre lienzo.