Ejercicios resueltos
"He conocido a un niño que era siete niños. Vivía en Roma, se llamaba Paolo y su padre era tranviario. Pero también vivía en París, se llamaba Jean y su padre trabajaba en una fábrica de automóviles. Pero también vivía en Berlín, y allá se llamaba Kurt y su padre era profesor de violonchelo. Pero también vivía en Moscú, se llamaba Yuri, como el astronauta Gagarin, y su padre era albañil y estudiaba matemáticas. Pero también vivía en Nueva York, se llamaba Jimmy y su padre tenía una gasolinera. ¿Cuántos he dicho? Cinco. Faltan dos. Uno se llamaba Chu, vivía en Shangai y su padre era pescador; el último se llamaba Pablo, vivía en Buenos Aires y su padre era pintor de brocha gorda. Paolo, Jean, Kurt, Yuri, Jimmy, Chu y Pablo eran siete, pero eran el mismo niño que tenía ocho, sabía leer y escribir e iba en bicicleta sin poner las manos en el manillar. Paolo era moreno, Jean rubio y Kurt castaño, pero eran el mismo niño. Yuri tenía la piel blanca y Chu la piel amarilla, pero eran el mismo niño. Pablo iba al cine en español y Jimmy en inglés pero eran el mismo niño y reían en el mismo idioma. Ahora los siete son mayores y ya no podrán hacerse la guerra, porque los siete son un solo hombre."
("Uno y siete", Gianni Rodari)
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Pregunta Verdadero-Falso
Retroalimentación
Falso
Los niños no se conocen entre síRetroalimentación
Verdadero
A todos les gustaba leer, escribir y montar en bicicleta sin poner las manos en el manillarRetroalimentación
Falso
La última línea del texto dice: "Ahora los siete... y ya no podrán hacerse la guerra"Retroalimentación
Falso
En cada caso se trata de una persona distinta
Lee ahora el siguiente cuento didáctico de la Edad Media española
Otra vez habló el conde Lucanor con Patronio, su consejero, del siguiente modo: - Patronio, un hombre me ha aconsejado que haga una cosa, y aún me ha dicho cómo podría hacerla, y os aseguro que es tan ventajosa que, si Dios quisiera que saliera como él me dijo, me convendría mucho, pues los beneficios se encadenan unos a otros de tal manera que al fin son muy grandes. Entonces refirió a Patronio en qué consistía. Cuando hubo terminado, respondió esto Patronio. - Señor conde Lucanor, siempre oí decir que era prudente atenerse a la realidad y no a lo que imaginamos, pues muchas veces sucede a los que confían en su imaginación lo mismo que sucedió a doña Truhana. Y el conde le preguntó que le había sucedido. - Señor conde -dijo Patronio-, hubo una mujer llamada doña Truhana, más pobre que rica, que un día iba al mercado llevando sobre si cabeza una olla de miel. Yendo por el camino empezó a pensar que vendería aquella olla de miel y que compraría con el dinero una partida de huevos, de los cuales nacerían gallinas, y que luego, con el dinero en que vendería las gallinas compraría ovejas, y así fue comprando con las ganancias hasta que se vio más rica que ninguna de sus vecinas. Luego pensó que con aquella riqueza que pensaba tener casaría a sus hijos e hijas e iría acompañada por la calle de yernos y nueras, oyendo a las gentes celebrar su buena ventura, que la había traído a tanta prosperidad desde la pobreza en que antes vivía. Pensando en esto se empezó a reír con la alegría que le bullía en el cuerpo, y, al reírse, se dio con la mano un golpe en la frente, con lo que cayó la olla en tierra y se partió en pedazos. Cuando vio la olla rota, empezó a lamentarse como si hubiera perdido lo que pensaba haber logrado si no se rompiera, de modo que, por poner su confianza en lo que imaginaba, no logró nada de lo que quería. - Vos, señor conde Lucanor, si queréis que las cosas que os dicen y las que pensáis sean un día realidad, fijaos bien en que sean posibles y no fantásticas, dudosas y vanas, y si quisiereis intentar algo guardaos muy bien de aventurar nada que estiméis por la incierta esperanza de un galardón de que no estéis seguro. Al conde agradó mucho lo que dijo Patronio, hízolo así y le salió muy bien. Y como gustó de este ejemplo, lo mando poner en este libro... El conde Lucanor, Don Juan Manuel
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Lee ahora el siguiente texto periodístico sobre las grandes marcas
"La profeta antimarcas"
Desde que tenía seis años, Naomi Klein estaba obsesionada por las
marcas y las compras. La volvían loca los brillantes letreros de
McDonald's, Texaco o Burger King. Las mayores peleas con sus padres
estaban relacionadas con el precio de los vaqueros de diseño.
Ahora, sin embargo, a los treinta años esta periodista canadiense es la
autora de No logo, el libro de cabecera de muchos jóvenes que no se
sienten identificados con el capitalismo y las grandes empresas...
Los argumentos de Klein empiezan con las cosas que todos reconocemos:
los logotipos son "lo más próximo que tenemos a un idioma
internacional"...La mayoría de los habitantes del planeta pueden
identificar el signo de Coca-Cola.
Pero la publicidad hoy no consiste sólo en vender productos sino en
vender una marca, un sueño, un mensaje. El objetivo de Nike no es
vender zapatillas sino "mejorar la vida de la gente a través del
deporte y el ejercicio". IBM no vende ordenadores, vende "soluciones".
Sin embargo, esta estrategia puede resultar muy frágil. Klein cuenta
que Nike en 1992 pagó más a Michael Jordan por representar sus
zapatillas de deporte (20 millones de dólares) que a todo el conjunto
de sus 30.000 trabajadores indonesios por fabricarlas. Las precarias y
espantosas condiciones de trabajo en las fábricas de los países en vías
de desarrollo son una de las acusaciones más repetidas contra las
multinacionales. Allí se prohíbe hablar y sonreír; las horas extra son
obligatorias y no hay ninguna seguridad de empleo; los aseos están
cerrados a cal y canto excepto en dos pausas de 15 minutos al día.
Una táctica de lucha contra los talleres de explotación puede consistir
en filmar el asombro de una trabajadora indonesia de Nike cuando se
entera de que las zapatillas que ella ha fabricado por dos dólares
diarios se venden por 120 dólares en la tienda Nike Town de San
Francisco.
Al enterarse también un grupo de chicos negros
del Bronx, el resultado fue que todos arrojaron todas sus viejas Nike
delante de la tienda de Nueva York. Uno de ellos dijo claramente a una
cámara de televisión: "Nike, nosotros te hicimos. Nosotros podemos
deshacerte".
Katharine Viner, El País Semanal,18 de agosto de 2001
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