Resumen

Importante
Por filosofía analítica entendemos una forma de hacer y practicar la filosofía que bebe en las fuentes por un lado del empirismo inglés y, por otro, del positivismo (que consideraba que el verdadero conocimiento es exclusivamente el conocimiento científico). El objetivo fundamental de la filosofía habrá de ser pues la clarificación del pensamiento, utilizando para ello el análisis lógico de las proposiciones filosóficas.

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Una de las ideas fundamentales del libro es la llamada "teoría figurativa del significado". Lo que viene a decir es que una proposición no es sino una especie de figura o representación de la realidad, que expresa una situación real o hipotética. Podemos entender mejor dicha idea si nos hacemos nosotros también una representación mental.

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El positivismo se basa en la afirmación de que el verdadero conocimiento es el conocimiento científico, por lo que habría que intentar que todos los campos del saber se aproximaran a la actitud y al método científico (incluida la propia filosofía). Los filósofos neopositivistas adoptaron esta actitud también en el siglo XX, pero le sumaron además a su doctrina la idea de que la Lógica podría ayudarnos a aclarar los malentendidos lingüísticos, y a precisar con claridad qué es realmente científico y qué no. Así, retomando las ideas del empirismo clásico, las diversas ciencias empíricas deberían llegar a formular proposiciones que pudieran contrastarse adecuadamente, comprobando de este modo su verdad o falsedad.

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Según Russell toda proposición hay que analizarla descomponiéndola en sus últimas partes constituyentes (sus "átomos lógicos"). El análisis lógico nos mostraría su forma, por ejemplo: "Para todo x, si x es un elemento del conjunto de los hombres, entonces x es mortal".
Russell propone además un isomorfismo perfecto entre los hechos atómicos (sense data) y los elementos básicos del lenguaje lógico. Debe haber, pues, un atomismo sensorial que coincida con lo descrito en las proposiciones, para poder contrastarlas convenientemente. Volvemos de este modo al principio clásico de la verdad como correspondencia entre los hechos y las proposiciones que los describen.

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Carnap formuló de este modo su famoso principio de verificabilidad: una proposición está dotada de sentido si existe un medio empírico de verificar si es verdadera o falsa. Por lo tanto, toda proposición sintética para la cual no exista medio alguno de verificarla es, evidentemente, carente de sentido: no dice nada, no afirma ni niega nada del mundo mismo, puesto que no podemos comprobar de ninguna manera si lo que dice es verdadero o falso.

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Para el Wittgenstein de su segunda fase, Los problemas filosóficos surgen de no tener en cuenta el uso real del lenguaje; existen una serie de juegos de lenguaje, y esto es precisamente lo que el filósofo olvida cuando desarrolla su labor: las explicaciones ambiguas o sin sentido pueden ser debidas a simples errores en la consideración del juego que estemos jugando. El lenguaje mismo es como un juego, y los juegos del lenguaje tiene como "un aire de familia", un cierto parecido, que permite relacionarlos. El lenguaje tiene múltiples funciones, y la doctrina del Tractatus se nos muestra errónea al considerar solamente uno de ellos: las palabras pierden su significado si olvidamos su contexto y el juego en el que nos encontramos inmersos.