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El control de la natalidad en España.

Aunque parezca que no tienen tanta antigüedad, los medios anticonceptivos comenzaron a utilizarse de forma habitual desde mediados del siglo XIX, cuando se inventaron los primeros preservativos de látex.

España, sin embargo, tardó bastante tiempo en adoptar el nuevo invento. Solo en zonas próximas a otros países europeos y con un mayor nivel económico y cultural, como fue el caso de Cataluña, se empleó de forma bastante restringida esta forma de regular la natalidad, desde finales del siglo XIX.

Nuestro país, fue bastante reacio a poner límites a los nacimientos utilizando métodos que permitieran reducir la natalidad. Aunque los preservativos fueron ganando poco a poco popularidad, la prohibición de su venta durante muchas décadas, impidió que el control de la natalidad se hiciera efectivo.

A principios de los años sesenta del siglo XX apareció un nuevo método destinado a revolucionar el control de la natalidad: la píldora anticonceptiva. Sin embargo, las contraindicaciones que su utilización conllevaba, hicieron que muchas mujeres no las emplearan en la misma medida que las del resto de Europa o Norteamérica.

Tuvo que ser a partir de finales de la década de los años setenta, cuando tras su despenalización por el parlamento español a finales de 1977, el empleo de los anticonceptivos se utilizara de forma masiva en nuestro país.

Hoy es frecuente su venta en prácticamente cualquier lugar público, y no solo en las farmacias como era preceptivo por ley. También se han ido desarrollando nuevos métodos que han hecho cada vez más perfecto el control de la natalidad.

La consecuencia de este proceso es la que ya conocemos. La natalidad ha descendido de forma acusada en las últimas tres décadas y hoy día tenemos una de las tasas más bajas que hay en Europa y casi en el mundo.


La píldora anticonceptiva es otro de los métodos
frecuentemente utilizados para el control de la natalidad
Imagen en Wikimedia Commons de Ceridwen bajo CC

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Los efectos de las crisis económicas sobre el crecimiento de la población.

La economía es, sin duda, un factor crucial para comprender el comportamiento demográfico de las sociedades. En efecto, economía y población están íntimamente unidas, y la segunda evoluciona a la par que la primera y viceversa.

Este hecho se ve de forma muy palpable cuando analizamos los efectos que las crisis económicas tienen sobre la población, aunque no en todas las ocasiones el comportamiento demográfico que conllevan es idéntico.

Por ejemplo, tras estallar la crisis financiera de los años treinta, aumentó el paro obrero. La consecuencia fue que al no encontrar trabajo, muchas parejas pospusieron sus planes de boda y tardaron más años en contraer matrimonio. Al aumentar la edad de las mujeres que entraban en su vida procreativa, se redujo el número de nacimientos y el crecimiento demográfico fue más lento. Es lo que sucedió durante la época de la Segunda República, y ese mismo hecho continuó durante los años de la Guerra Civil.

La generación que vivió la década de los años treinta y cuarenta en nuestro país, tuvo que pasar por circunstancias muy desfavorables. Al acabar la Guerra Civil estalló la Guerra Mundial, lo que propició la falta de ayuda exterior para nuestro país. Y cuando acabó la Guerra Mundial, los países triunfadores decidieron boicotear a España por su régimen dictatorial. Todo ello afectó en gran medida a la población de aquel momento y se plasmó en un menor crecimiento del que hubiera tenido lugar en circunstancias normales.

Algo parecido, aunque en unas circunstancias muy distintas, tuvo lugar en la década de los años setenta y principios de los ochenta. En 1973 estalló la crisis del petróleo, y la consecuencia inmediata fue la subida de los carburantes. Con ello se incrementó la inflación, las empresas redujeron sus beneficios y el desempleo volvió otra vez a crecer. Las consecuencias fueron relativamente parecidas a las que habían tenido lugar cuatro décadas antes.

La nupcialidad se redujo, y con ella la natalidad, que esta vez, unida a otra serie de circunstancias que ya hemos analizado, descendió de forma espectacular. La diferencia es que en este caso, la reducción de los valores demográficos no fue coyuntural, sino que al hilo de otras transformaciones sociales y económicas, se mantuvo durante las décadas siguientes, y así prácticamente ha llegado hasta hoy.


La crisis económica que se produjo en España durante la post guerra
implicó una drástica reducción del nivel de vida de la población.
Imagen en Wikimedia Commons de Malojavio el Saucejo bajo CC

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¿Por qué nacen más niños que niñas?

La realidad es que nadie lo sabe a ciencia cierta, pero es un hecho comprobado rigurosamente y para el que nadie consigue encontrar una explicación racional y coherente.

Hay quien dice de forma bastante acientífica que la naturaleza es "sabia" y que como en las edades superiores faltan hombres porque mueren más jóvenes, en compensación vienen más niños al mundo que niñas para que cuando se alcancen las edades de la madurez el número de personas de ambos sexos esté equilibrado cuando llega la hora de buscar pareja.

Pero esta es una explicación que tampoco posee rigor en sí misma, es más bien una forma de justificar un hecho que no se sabe en realidad por qué ocurre.

Lo cierto es que en las sociedades antiguas ocurría algo distinto a lo que pasa ahora. Las mujeres escaseaban por regla general en la mayor parte de las épocas, y solo en el caso de determinados acontecimientos históricos como las guerras, al morir más hombres que mujeres, el número de las mismas superaba al de aquellos.

Hechos históricos como el rapto de las sabinas por los romanos, el tributo de las cien doncellas o incluso la emigración de muchos más varones que mujeres hacia América, parecen estar relacionados con ese desequilibrio que antes mencionábamos.


El rapto de las Sabinas
Imagen en Wikimedia Commons de Jacques Louis David bajo dominio público

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Y en Andalucía, ¿qué pasa?.

Hasta ahora nos hemos centrado casi exclusivamente en analizar qué sucede y qué puede suceder con la población española. Pero tampoco debemos olvidar la Comunidad en la que vivimos.

En realidad, el comportamiento de la población andaluza no difiere demasiado de los rasgos generales de la española. Esto también es lógico hasta cierto punto. Andalucía es la Comunidad más poblada del Estado español, pues su población se acerca a los ocho millones y medio de habitantes (en 2012 era exactamente de 8.370.975, según el Instituto de Estadística de Andalucía), lo que representa aproximadamente la quinta parte del mismo, de ahí que sus índices y tasas se asemejen en buena medida a la media de España.

Sin duda hay ligeras diferencias, por ejemplo, la población andaluza es un poco más joven que la media española, y eso obedece a que también es algo más alta la tasa de natalidad y un poco más baja la de mortalidad, pero en realidad, no hay mucha diferencia con el total de España.

Y siguiendo el mismo planteamiento anterior, ¿qué puede pasar en el futuro? Pues que no parece que Andalucía se vaya a comportar de una forma muy diferente de la del resto del conjunto del Estado español. Eso nos hace pensar que para mediados de este siglo quizás la Comunidad andaluza ronde los nueve millones de habitantes, pero al igual que en el caso anterior, hay que aceptar esta cifra con todas las reservas que sean posibles.


Comparación entre las pirámides de población de Andalucía en 1986 y 2008
Imagen en Wikimedia Commons de Juan Pedro Ruiz Castellano bajo CC