2.3. Claridad de objetivos
El establecimiento de unos objetivos claros es una de las primeras fases de la planificación deportiva para mejorar así el rendimiento del deportista. Para determinar los objetivos que son más apropiados en cada momento pueden contemplarse las siguientes subfases (Buceta, 1998):
Importante
- Delimitación del periodo de tiempo que es objeto de planificación: dependerá de la distancia en el tiempo del evento para el que se preparan los deportistas.
- Consideración de las competiciones que se deben afrontar: las demandas competitivas varían de unos deportes a otros en cuanto al número de veces que se ha de competir o la forma de hacerlo durante la temporada, por lo que deben tenerse en cuenta a la hora de marcarse los objetivos.
- Valoración de las posibilidades de éxito de los deportistas: se deben valorar las posibilidades de éxito de los deportistas, es decir, la viabilidad de conseguir unos u otros resultados deportivos en tales competiciones.
- Establecimiento de objetivos de resultado: se debe decidir el resultado deportivo que se pretende lograr. Estos resultados deben ser específicos y atractivos, a la par que realistas.
- Planteamiento de objetivos de realización: estos objetivos se refieren a los logros relacionados con la conducta propia (mejoras físicas, técnicas…) que los deportistas deben conseguir para aumentar sus posibilidades de alcanzar los objetivos de resultado.
Dependiendo de la autoconfianza que posea el deportista y de cómo sean de claros sus objetivos o metas, ello puede afectar al rendimiento del mismo. Aquellas personas que tienen baja autoeficacia pueden desanimarse fácilmente ante el fracaso, mientras que aquellas que están convencidas de sus capacidades intensifican su esfuerzo por conseguir sus objetivos marcados (Dosil, 2004).
Grado de certeza, de acuerdo con las experiencias pasadas, que tiene el deportista respecto a su habilidad para alcanzar el éxito en una determinada tarea (Dosil, 2004).