La historia no ha sido justa con Safo, poeta que vivió hace unos 2500 años y de cuya biografía no conservamos datos precisos. Cantó su amor a las mujeres, por lo que la censura ha filtrado sus obras a lo largo de los siglos, dejando solo unas escasísimas muestras.
Safo nació en Lesbos. Se supone su nacimiento alrededor de 650 a.n.e. y su muerte aproximadamente en 580 a.n.e. Su biografía no consigue tomar forma con los pocos retazos de los que se dispone y el aura de leyenda es una constante en la poeta. Intervino en las luchas políticas de la isla contra el tirano Pítaco, por lo que fue desterrada a Sicilia alrededor de 593 a.n.e. Se cuenta que cuando regresó a su tierra fundó una escuela de muchachas. La poeta actuaba como maestra de jóvenes aristócratas, preparándolas para sus casamientos. Allí aprendían a recitar poesía, a cantarla, a confeccionar coronas y guirnaldas de flores, etc. De sus poemas se deduce que Safo se enamoró más de una vez de sus discípulas y mantenía probablemente relaciones con muchas de ellas. Todo esto la ha convertido en un símbolo del amor homosexual femenino.
Los versos de la poeta de Lesbos se caracterizan por ser tan apasionados como simples y dejan clara constancia de su atracción y relación con otras mujeres. En total escribió unos nueve libros de odas, canciones nupciales, epitalamios e himnos, aunque se conservan muy pocos fragmentos. La Oda a Afrodita es su obra más destacada. Sus poemas llevaban el sello característico de una Safo que buscaba la perfección simple y la belleza más exquisita; ella ha conseguido ser inmortal a través de sus pocos versos conservados y los volátiles trazos de su casi desconocida biografía.
Absorbida como estaba por el amor, Safo tiene una finísima visión de la naturaleza como escenario en el que ella y sus compañeras pasaban sus días. Safo observa la naturaleza con cariño. Sin embargo, no le importa tanto el escenario visible como los invisibles poderes que operan en él, las Gracias y las Musas. La presencia de las divinidades transmuta sus amores en algo apasionadamente humano y celestialmente sublime.
El mérito peculiar de la poesía de Safo estriba en la perfecta conformación de las fuertes emociones a un arte disciplinado sin merma alguna de su fuerza. Sus palabras son de una absoluta naturalidad y pertenecen a la lengua cotidiana. Rara vez emplea la metáfora, y para producir sus efectos más solemnes se limita a sencillas expresiones del tipo: "te amé, Atis, tiempo atrás...", "sonriendo con sus labios inmortales", "de las hojas trémulas desciende el sueño", etc. Tiene la sublimidad de lo sencillo y lo perfecto.
Oda a Afrodita
Inmortal Afrodita de bien labrado trono, hija de Zeus tejedora de astucias, yo te imploro, con penas y torturas no esclavices mi corazón, señora;
mas ven aquí, como otras veces antes, cuando llegó a tu oído mi voz desde lo lejos, te pusiste a escuchar y, dejando la casa de tu padre, viniste,
uncido el carro de oro. Veloces te traían los hermosos gorriones hacia la tierra oscura con un fuerte batir de alas desde el cielo, atravesando el éter:
de inmediato llegaron. Tú, feliz, con la sonrisa abierta en tu rostro inmortal, preguntabas qué sufro nuevamente, y por qué nuevamente te invoco
y qué anhelo ante todo alcanzar en mi pecho enloquecido: ¿A quién seduzco ahora y llevo a tu pasión? ¿quién es, oh Safo, la que te perjudica?
Porque si hoy te rehuye, pronto habrá de buscarte; si no acepta regalos, en cambio los dará, y si no siente amor, pronto tendrá que amarte aunque no quiera ella.
Ven a mí también hoy, líbrame de mis cuitas rigurosas y todo cuanto anhela mi corazón cumplir, cúmplemelo y sé tú misma mi aliada en la batalla.
Safo & Odysseas Elytis: Inmortal Afrodita Vídeo de María García Esperón en Youtube
Jean-Jacques Pradier, Safo Imagen de Chosovi en Wikimedia. Licencia CC