1.1. Beethoven
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Beethoven por Stieler, 1820 Imagen en Wikipedia de domino público |
Beethoven nació en Bonn en 1770 y murió en 1827 en Viena.
Nieto e hijo de músicos, fue un niño prodigio como Mozart, con un padre severo que lo presentaba a concursos musicales incluso ocultando su verdadera edad para impresionar al público. A los dieciséis años se traslada a Viena como organista de la Capilla real, y conoce al genio de Salzburgo, regresando al poco a su ciudad natal pues mueren sus padres. En 1792 vuelve a Viena para instalarse allí definitivamente, ganando fama y admiración y debutando como gran pianista. En 1800 dio su primer concierto y aparecieron los síntomas de su enfermedad que le marcaría profundamente el resto de su vida: la sordera.
Beethoven debe retirarse de la dirección de orquesta y comienza a refugiarse en sí mismo, componiendo febrilmente y enlazando éxito tras éxito en el estreno de sus sinfonías, sonatas, cuartetos... hasta llegar a la cima en el estreno de su 9ª Sinfonía y Misa Solemnis (1824), ante una sala abarrotada. Una neumonía le ocasiona la muerte en 1827. A su entierro acudieron 20.000 personas, y se subastaron la mayoría de sus manuscritos y pertenencias.
Beethoven y su encerramiento en sí mismo componiendo obras sin parar nos recuerda a otro gran genio de la misma época, ¿verdad?
La vida personal de Beethoven estuvo marcada por su creciente sordera, lo que según sus allegados le llevó a plantearse el suicidio. Esta enfermedad, unida a un posible trastorno bipolar, hicieron que el artista a menudo pareciera irascible y malhumorado, deteniendo su actuación en un teatro si la audiencia comenzaba a hablar o alguien dejaba de prestarle atención. Aún así mantuvo un estrecho círculo de amigos que intentaron paliar sus incapacidades físicas.

Curiosidad
Los problemas auditivos del genio comenzaron en 1796 cuando Beethoven contaba con 26 años, y se hicieron muy graves hacia 1800, volviéndolo prácticamente sordo por completo. Al principio usaba unas trompetillas metálicas llamadas de Mälzel pero solo en su casa, para mantener en secreto su dolencia, una verdadera tragedia para cualquier músico, pero más especialmente para un genio de su talla.
En 1818 la sordera es total y Beethoven se vio en la necesidad de comunicarse a través de notas, los llamados cuadernos de conversación, de los que conservamos la mitad.
En su prolífica trayectoria musical Beethoven dejó para la posteridad un importante legado que incluye una ópera, dos misas, sonatas para piano, conciertos para piano, violín, violonchelo y orquesta, cuartetos de cuerda, diez sonatas para violín y piano y quizás sus obras más conocidas: sus nueve sinfonías.
Beethoven fue un músico revolucionario que cambió para siempre la forma en la que se componía y se escuchaba la música. Stravinski escribió de él;
Beethoven es amigo y contemporáneo de la Revolución Francesa, y continuó fiel a ella incluso cuando, durante la dictadura Jacobina, los humanitarios de nervios débiles del tipo de Schiller le dieron la espalda prefiriendo destruir tiranos en el escenario teatral con la ayuda de espadas de cartón. Beethoven, ese genio plebeyo, quien orgulloso despreció a emperadores, príncipes y magnates –éste es el Beethoven que nosotros amamos: por su optimismo inquebrantable, su tristeza viril, por la inspirada pasión de su lucha y por su voluntad de hierro que le permitió agarrar al destino por la garganta.
Ígor Stravinski
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Patética Imagen en Wikipedia de dominio público |
Con Beethoven las sonatas funden en una sola pieza las partes tranquilas con las más ruidosas, pasando rápidamente de una a otra. A finales del siglo XVIII la forma de la sonata fue desarrollada y consolidada por Haydn y Mozart a la manera de piezas solemnes. Con el genio alemán la sonata comienza con un primer movimiento rápido, seguida de un segundo movimiento más lento, un tercer movimiento que es más alegre en el carácter y la ejecución, y termina como comenzó, con un movimiento rápido. El éxito de la forma de la sonata fue facilitado por la invención de un nuevo instrumento musical en el Romanticismo: el pianoforte.
La sonata para piano número 8 (opus 13) o Patética es un buen ejemplo.
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La novena sinfonía Imagen en Wikimedia de dominio público |
Las sinfonías de Beethoven representan una ruptura fundamental con el pasado, rompiendo con la simetría formal y el equilibrio que habían reinado en las composiciones musicales hasta entonces para llenar la música de energía, rebelión, provocación y acción. Su tercera sinfonía llamada Eroica es el punto de inflexión en su carrera y también en la historia de la música en general. Beethoven, al igual que el resto, creyó que las intenciones de un joven oficial del ejército revolucionario llamado Napoleón eran las de continuar la revolución y defender los derechos del hombre, y a él dedicó esta sinfonía.
En su Quinta sinfonía destacan los compases de abertura, que suenan a golpes furiosos de martillo. Un director de orquesta dijo de esta abertura: Ésta no es música; es agitación política. Nos está diciendo: el mundo que tenemos no es bueno. ¡Cambiémoslo! ¡Vamos!.
La Oda a la Alegría fue escrita obra escrita por el poeta Friedrich von Schiller en noviembre de 1785 y publicado por primera vez en 1786. En la Revolución francesa los estudiantes la cantaban usando la música de La Marsellesa. En 1793 el joven Beethoven de veintitrés años conoció la obra y enseguida quiso ponerle música al texto, surgiendo así la idea de lo que acabaría siendo su Novena sinfonía y hoy esta Oda a la Alegría es el Himno europeo.
El primer apunte para la Novena sinfonía es de 1816, un año después de la batalla de Waterloo. Fue acabada siete años más tarde, y sigue hoy día impactando como en su estreno en Viena el 7 de mayo de 1824. Se la conoce como La Marsellesa de la Humanidad, y expresa como ninguna otra pieza musical la voz del optimismo revolucionario.
En abril de 1849 el joven compositor Richard Wagner dirigió la Novena Sinfonía de Beethoven en Dresde. Entre la audiencia estaba el anarquista ruso Bakunin, cuyas ideas influenciaron a Wagner en su juventud. Entusiasmado por la música, Bakunin dijo a Wagner que si hubiera una cosa digna de ser salvada de las ruinas del Viejo Mundo, esta partitura lo sería.

Curiosidad
Durante la Segunda Guerra Mundial, los compases de la apertura de la Quinta sinfonía fueron utilizados para reunir al pueblo francés para luchar contra los invasores alemanes.
El número cinco en el código Morse, al igual que en los números romanos, se escribe como una V, que también es el signo de la victoria.

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Importante
Beethoven fue el músico que mejor encarnó los valores románticos, pues rompió las estrictas normas academicistas y llenó la música con energía, provocación y acción. Niño prodigio como Mozart, su vida estuvo marcada por la sordera. Destacan sus sonatas para piano y sus sinfonías, en especial, la novena.