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Retrato fotográfico de John Ruskins. 1863. Imagen en Wikipedia. Dominio público |
En el primer tema de esta materia ya vimos qué era el Patrimonio y desde cuándo se tiene más o menos constancia de su importancia y de la necesidad de preservarlo.
Ahora lo que vamos a hacer es un pequeño recorrido por el proceso histórico de la conservación, recuperación y restauración del Patrimonio. No nos vamos a extender demasiado porque, en realidad, no queremos hablar de la historia del Patrimonio, sino de cómo, a partir de mediados del XIX, surge una conciencia no solo de su conservación, sino también diferentes teorías y aspectos relacionados con su restauración.
Fueron dos científicos los primeros en aplicar sus conocimientos en la restauración de patrimonio: Michel Faraday estudió en la Inglaterra de principios del XIX el electromagnetismo y la electroquímica. Físico y químico de formación, elaboró algunos ensayos en los que ponía el acento sobre la influencia negativa del medio ambiente en las obras de arte. Por otra parte, Louis Pasteur, algo más joven que el británico, fue un químico y bacteriólogo francés que, además de su indiscutible éxito en materia microbiológica y como apasionado de la pintura, dedicó algunos estudios a la restauración de las pinturas desde un punto de vista científico.
John Ruskin, un artista, sociólogo, crítico de arte y escritor londinense nacido en 1819, fue el primero en hacer una reflexión (casi podríamos decir teorización) sobre el Patrimonio. En realidad, esto hay que acotarlo más porque en este momento el concepto de Patrimonio Cultural no existe y de lo que habla Ruskin es, exclusivamente, de arquitectura. Ruskin, imbuido por el ambiente de romanticismo en el que vive, plantea la necesidad de respetar el Patrimonio arquitectónico pero sin intervenir directamente. Es un defensor de lo artesanal y humano frente a lo fabril e industrial de la arquitectura moderna. Entiende que los edificios son elementos vivos que trascienden a la época y a los hombres que los construyeron. De ahí que pida encarecidamente que los edificios no sean transformados ni restaurados, que su ruina forma parte de la vida del edificio como elemento natural más. Por lo tanto, si el edificio en cuestión es abandonado y al cabo del tiempo, este muere, será un proceso natural y, por consiguiente, también bello. No dice que haya que destruir edificios ni dejarlos morir necesariamente. Solo que, si eso ocurre, hay que entenderlo como un proceso vital más. Ruskin decía:
“Los antiguos edificios no son nuestros. Pertenecen en parte a los que los construyeron, y en parte a las generaciones que vendrán. Los muertos aún tienen algún derecho sobre ellos: aquello por lo que trabajaron…nosotros no tenemos derecho a destruirlo
Tenemos libertad de derribar lo que nosotros mismos hemos construido. Pero aquello por lo que otros hombres entregaron su fuerza, su salud y su vida, su derecho sobre ello, no acaba con la muerte”.
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Viollet le Duc fotografiado por Nadar. Imagen en Wikipedia. Dominio público |
Frente a él, en la misma época y separados solo por el Canal de la Mancha, aparece Eugène Viollet - le - Duc, arquitecto, arqueólogo y escritor parisino nacido apenas cinco años antes que Ruskin. Al igual que el inglés, Viollet - le - Duc establecía el gótico como el estilo perfecto; aunque su planteamiento con respecto a la conservación de los edificios es justo el contrario. Viollet decía –y de hecho actuó así— que había que respetar el estilo original y restaurar o reconstruir los elementos que habían desaparecido o habían sufrido desperfectos (que en Francia no eran pocas ya que la Revolución Francesa se cebó especialmente con algunos edificios eclesiásticos, especialmente catedrales góticas). Su posición llegaba a tal punto que incluso promovió la eliminación de huellas de otros estilos que tenían los edificios de origen gótico. Comprenderás que su visión fue muy discutida; pero lo cierto es que era alguien tremendamente influyente y con una gran capacidad de persuasión.
Digamos que estos dos son los "padres" de la restauración contemporánea. Sus posturas están alejadas de lo que oficialmente se establece como necesario en cuanto a la actuación en el Patrimonio; pero como siempre, es fundamental que aparezcan los pioneros y, en este sentido, tanto Ruskin como Viollet - le - Duc fueron básicos.
Desde principios del siglo XX las posturas en cuanto fueron encontrándose hasta la publicación de la Carta de Atenas en 1931. A continuación tienes una presentación que te hemos preparado para hablarte de las cuestiones más importantes a nivel internacional relativas al origen de la protección del Patrimonio: