1.1 El origen de las termas
En la cultura romana el desarrollo del termalismo, con fines curativos y de higiene personal, se debe a dos razones.
En primer lugar, Roma se asienta próxima a los montes Apeninos, cuya formación geológica es volcánica. Por ello, en las cercanías de Roma afloran una gran variedad de manantiales con aguas de diferente composición, adecuadas para curar enfermedades; de aquí que desde los primeros tiempos los romanos conocieran las propiedades curativas de ciertas aguas. En segundo lugar, tomándolo de los griegos, los romanos empezaron a destinar para su propio aseo personal una estancia de la casa llamada balneum, por lo general un pequeño cuarto para el aseo.
Cuando los romanos se expandieron fuera de la península itálica, siempre llevaban a cabo un exhaustivo reconocimiento del territorio recién conquistado; gracias a ello, consiguieron no sólo identificar recursos naturales para explotarlos (minas y canteras), sino también manantiales de agua de buena calidad para abastecer a las ciudades y de aguas termales con propiedades curativas. Prueba de ello está en que, donde los romanos localizaron aguas de este tipo, surgieron instalaciones termales documentadas por la toponimia y por los restos arqueológicos. Por ejemplo, podemos citar una ciudad británica con el significativo nombre de Bath (baño en inglés), cuyo nombre en latín era Aquae Sulis, ya que allí se encontró un manantial de aguas termales y se construyó un conjunto termal, o en Piamonte (Italia septentrional) la actual ciudad de Aqui Terme, antigua Aquis Statiellis.
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Imagen de los baños romanos de Bath, Inglaterra (Este archivo se encuentra bajo la licencia Creative Commons Atribución 3.0, no adaptada) |
De la misma manera, en la península ibérica podemos nombrar algunas localidades catalanas como Aquae Calidae (Caldes de Malavella, Gerona) y Aquae Voconae (Caldes de Montbuy, Barcelona), ambas relacionadas con manantiales de aguas calientes. Y se podría seguir con otras localidades termales citadas por las fuentes literarias (Aquae Bilbilitanorum, Aquae Sacrae, ad Aquas, Aquae Celenis, etc.).
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Restos de las termas romanas de Caldes de Malavella, Gerona (este fichero está sujeto a la licencia de Creative Commons Reconocimiento y Compartir Igual 3.0 No adaptada)
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Fuente de las aguas termales de Caldes de Malavella entre 50º y 60º (este fichero está sujeto a la licencia de Creative Commons Reconocimiento y Compartir Igual 3.0 No adaptada) |
Pero, además del uso de las aguas termales naturales, los romanos desde el Alto Imperio implantaron con éxito en todo su territorio el uso de las termas, también en lugares donde no había manantiales de aguas termales. En efecto, junto con otros edificios públicos como basílicas, templos, teatros o anfiteatros, en todas las ciudades del Imperio se construyeron también termas públicas. A partir de las termas públicas, tomadas como modelo a imitar, se extendió su uso a la esfera privada, pues las casas de un cierto nivel empezaron a tener baños propios con un esquema similar al de las públicas.

Aquae.
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Thermae.
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Bath.
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