Curiosidades

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Los árboles y el paisaje como monumentos naturales.

En ocasiones, los factores ecogeográficos favorecen el especial desarrollo de algunos árboles que encuentran unas condiciones idóneas para su crecimiento. La naturaleza del suelo, una adecuada climatología, un relieve favorable y la fortuna o el azar de que la mano humana no se haya posado sobre el mismo con el objetivo de arrebatarle su madera o simplemente para eliminar un "estorbo", han permitido que determinados ejemplares de un gran valor biogeográfico hayan llegado hasta nosotros como ejemplos de lo que probablemente, en un tiempo pasado, era bastante más frecuente de encontrar de lo que lo es hoy día.

Estos árboles reúnen unas condiciones tan excepcionales que incluso ha sido necesario aplicarles una determinada figura de protección ambiental, para evitar que sean dañados intencionadamente y preservar así su conservación para las generaciones venideras. Son los denominados Monumentos Naturales.

Este calificativo, no solo se aplica, claro está, a especies vegetales de gran porte o con una importancia especial, es por extensión una forma de proteger a espacios paisajísticos singulares y puntuales que también pueden estar relacionados con un hecho geológico o paisajístico.

En el caso de Andalucía, la red de monumentos naturales ha dado esta catalogación a árboles repartidos por el territorio andaluz que deberíamos algún día contemplar como testimonios de la grandeza de la naturaleza y de la vida vegetal. Son los casos de: la Sabina Albar de Almería, el Pino Centenario de Mazagón, la Encina de la Dehesa de San Francisco en la provincia de Huelva, el Quejigo del Carbón en Jaén, el Pinsapo de las Escaleretas en la malagueña Sierra de las Nieves, el Chaparro de la Vega en Coripe, o la Encina de los Perros en El Madroño, los dos últimos ubicados en la provincia de Sevilla.

La cascada de Cimbarra, Aldeaquemada (Jaén)

La cascada de la Cimbarra cerca de Despeñaperros en Jaén
Uno de los monumentos naturales de Andalucía
Imagen en Wikimedia Commons de Juandiegocano bajo CC

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La necesidad de proteger y conservar la naturaleza: la red de espacios naturales protegidos.

La progresiva degradación del medio natural en España dio lugar a que, ya desde principios del siglo XX, el Estado tomara conciencia de la necesidad de proteger lo poco que iba quedando. En una fecha tan temprana como el año 1918, se decidió la creación del primer Parque Nacional. Esto es, un espacio protegido en el que no se podían llevar a cabo actividades económicas ni de ningún otro tipo que pudieran dañar a la flora y a la fauna, e incluso al paisaje, que estuviera dentro de los límites de dicho Parque.

Este primer Parque fue denominado en su momento como el de la Montaña de Covadonga, pero hoy día es conocido como los Picos de Europa, ya que posteriormente se amplió englobando a zonas de la cordillera Cantábrica de Asturias y de León.

En décadas posteriores, los espacios protegidos mediante la figura de los Parques Nacionales u otras de menor grado que fueron apareciendo para proteger a otros espacios, quizás no tan importantes, pero también necesitados de algún tipo de protección, se fueron ampliando con la creación de nuevos parques como los de:

  • Ordesa y Monte Perdido, en el Pirineo oscense, también en 1918.
  • Las Cañadas del Teide en Tenerife en 1954, el que recibe el mayor número de visitantes de toda Europa.
  • Ese mismo año se creó el de la Caldera de Taburiente en la isla Canaria de La Palma, también, al igual que el del Teide, para proteger la singularidad del paisaje volcánico de la zona.
  • En 1955 se protegió el espacio de Aigües Tortes y el Lago San Mauricio en Lérida.
  • Doñana, en Huelva, al que luego analizaremos con mayor detalle, se convirtió en Parque en 1969.
La Caldera de Taburiente, La Palma (islas Canarias)

La Caldera de Taburiente en la isla de La Palma, Islas Canarias
Imagen en Wikimedia Commons de Luc Viatour bajo CC

 

  • Las Tablas de Daimiel en Ciudad Real, se convirtieron en Parque en 1973, siendo hoy día el de menor extensión de todos cuantos existen en España. Recientemente han sufrido graves problemas de desecación, como veremos en el siguiente tema.
  • En 1974 le tocó el turno de creación a un nuevo Parque Canario, el de Timanfaya en la isla de Lanzarote, también por sus enormes valores paisajísticos de carácter volcánico.
  • En 1981 se creó el de Garajonay en la isla de la Gomera, fundamentalmente por la importancia de su bosque de laurisilva.- El archipiélago de Cabrera, en las islas Baleares, fue declarado Parque Nacional en 1991 a consecuencia de la importancia de sus fondos marinos.
  • Cabañeros, situado entre las provincias de Ciudad Real y Toledo, lo fue en 1995 tras una polémica con el Ministerio de Defensa. Es el Parque que en la actualidad recibe menos visitantes.
  • Entre 1989 y 1999 se promulgó la protección para el de Sierra Nevada en Granada, que es en la actualidad el que tiene una mayor superficie protegida de todos los que existen en España.
  • En 2002 le tocó el turno a las islas Atlánticas en Galicia, concretamente a las situadas en la provincia de Pontevedra.
  • Monfragüe en Cáceres lo fue en 2007, con el objetivo de proteger sus bosques Mediterráneos y su paisaje.
  • Finalmente, en 2011, también ha sido creado el de Guadarrama en la sierra de Madrid.
Parque Nacional de Monfrague, Cáceres

Parque Nacional de Monfrague, Cáceres
Imagenen Wikimedia Commons de El tiu Cancho bajo dominio público

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El Coto de Doñana. Un ejemplo de los problemas de conservación del medio natural en España.

Pocos espacios ilustran mejor el doble proceso de conservación-destrucción del medio ambiente en nuestro país que el del Coto de Doñana en Huelva.

Tradicionalmente, este había sido un espacio marginal en la actividad económica del territorio en el que se encontraba. Este hecho permitió que su fauna y su flora llegara bastante intacta hasta los comienzos del siglo XX. La zona había servido de cazadero a los reyes y a la nobleza, lo que permitió en parte su conservación. Eso propició que, en 1854, el naturalista Antonio Machado (abuelo del gran poeta con el mismo nombre) publicara su Catalogo de Aves de Doñana.

Pero en el siglo XX, este espacio pasó a manos de grandes terratenientes que intentaron sacar mayor rendimiento económico a las tierras del mismo. Así, desde mediados de siglo, se llevaron a cabo una serie de proyectos destinados a convertir este territorio en grandes explotaciones de arrozal, y otros con el objetivo de plantar en él eucaliptos, que ofrecían cierta rentabilidad.

De ahí que, ya en 1952, una serie de investigadores españoles como Valverde o Bernis, dieran la voz de alarma entre los naturalistas europeos con el objetivo de salvar el espacio natural que corría un grave riesgo de destrucción. Para ello se organizaron visitas de importantes biólogos europeos de aquella época y, en 1954, se creó la Sociedad Española de Ornitología, con el claro objetivo de defender la avifauna de Doñana.

No obstante, a pesar de la presión de científicos internacionales, a finales de los años cincuenta se dio vía libre para la construcción del complejo turístico de Matalascañas, que durante las décadas de los años sesenta y setenta se extendió por buena parte del litoral del Coto.

En 1963 la fundación WWF compró las primeras tierras en Doñana con el objetivo de protegerlas, creándose así la primera reserva protegida. Un año después el CSIC fundó la Estación Biológica de Doñana.

Pero las agresiones continuaron aumentado. En 1966 se iniciaban los lanzamientos de cohetes en la cercana base militar del Arenosillo, mientras que se intentaba llevar a cabo un proyecto de construcción de una carretera que uniera las provincias de Cádiz y de Huelva atravesando el territorio de Doñana.

Laguna del Acebuche, Coto de Doñana (Huelva)

Laguna del Acebuche. Coto de Doñana
Imagen en Wikimedia Commons de MJJR bajo CC

 

La declaración en 1969 de este espacio como Parque Nacional impidió que siguiera destruyéndose el medio natural a gran escala, aunque todavía las administraciones públicas tuvieran que seguir lidiando una dura batalla contra los intereses económicos de los propietarios de las tierras, que les querían sacar más rentabilidad a las mismas.

Tras la ampliación del espacio protegido y con las numerosas declaraciones internacionales (UNESCO) y nacionales (Junta de Andalucía, gobierno español, etc.) las agresiones a este espacio no se detuvieron. En 1998, una balsa de lodos tóxicos existente en las minas de Aznalcóllar reventó, y sus desechos se vertieron al río Guadiamar que los acabó transportando hasta el Coto.

Hoy día, las amenazas y los problemas continúan. Los dragados del río Guadalquivir para permitir la navegabilidad de las embarcaciones hasta el puerto de Sevilla siguen dañando al estuario. La masificación de visitantes todos los años durante la romería del Rocío genera una gran cantidad de basuras y desperdicios. Las extracciones de agua ilegales siguen produciéndose en los sobre explotados acuíferos que abastecen al parque. El proyecto de construcción de un oleoducto en el puerto de Huelva plantea nuevas amenazas en caso de vertidos de fuel o de mareas negras.

Y es que Doñana no deja de ser, en el fondo, un claro ejemplo del conflicto entre los intereses económicos de determinadas personas, por una parte, y el deseo de otros de proteger a la naturaleza por encima de esos intereses privados.



El desastre ecológico del río Guadiamar
Y los vertidos tóxicos al Coto de Doñana

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La contaminación de las aguas subterráneas y la extracción abusiva e ilegal del agua de los acuíferos.

Por si fuera poco el gasto que hacemos del agua que existe sobre la superficie del planeta, los seres humanos, necesitados siempre de más agua, hemos empezado a buscarla debajo de nuestros pies. Se trata de las denominadas aguas subterráneas y acuíferos.

En verdad, a lo largo de la Historia, siempre se ha extraído agua del subsuelo. Los pozos son el ejemplo más claro al respecto, aunque también se podrían citar otros más. Pero esa extracción del líquido se realizaba en una escala muy pequeña, apenas si había capacidad para reducir de forma significativa el gran volumen de agua que se acumula en las entrañas de la tierra.

Sin embargo, recientemente, la técnica ha avanzado mucho en este sentido. Ya no se trata de cuadrillas de hombres picando piedra hasta dar con un manantial subterráneo. Hoy día se ha mecanizado enormemente esta labor y cualquiera puede disponer de un pequeño pozo que dé gran cantidad de agua por un pequeño coste.

Eso ha favorecido la proliferación de prospecciones ilegales por parte de particulares que, sin apenas control, extraen de los freáticos agua que lleva almacenada en el subsuelo desde hace miles de años.

La consecuencia principal es que estas reservas subterráneas comienzan a estar amenazadas también por un consumo abusivo. Y no solo es que pueda acabar escaseando el agua que hay bajo nuestros pies, sino que incluso las filtraciones procedentes de la superficie, que en ocasiones arrastran sustancias nocivas (abonos, nitratos, pesticidas, etc.) acaban contaminando estos acuíferos y pueden terminar provocando graves riesgos para la salud de las personas que posteriormente la consumen.

La contaminación de las aguas subterráneas

La contaminación de las aguas subterráneas
Imagen en Wikimedia Commons de Paz.ar bajo dominio público