2. Prejuicios y estereotipos personales y sociales en relación con el género y con la práctica de actividad físico-deportiva

Anteriormente hemos mencionado los estereotipos y los prejuicios como ideas y creencias que se tienen preestablecidas para hombres y para mujeres. Dichas creencias e ideas de género podemos encontrarlas en las diferentes facetas de la vida. El deporte y la actividad física es un ámbito donde encontramos gran cantidad de ellas.

 

2.1. Autoevaluación y reflexión sobre los propios prejuicios y estereotipos personales

Uno de los primeros pasos que se tienen que dar como deportistas, entrenadores e incluso como personas es reconocer la existencia de dichas creencias. Con frecuencia dichas opiniones están en el subconsciente de las personas, que las han aprendido durante su infancia, en muchos casos de manera inconsciente. Por ello nosotros, como formadores deportivos, debemos ser capaces de superar esta dinámica que encontramos en la sociedad, y la única manera es la reflexión personal y la autoevaluación. Si no somos sensibles a las discriminaciones no estaremos capacitados para actuar.

 

2.2. Los agentes sociales en la reproducción de prejuicios y estereotipos (familia, entorno educativo, entorno deportivo, medios de comunicación, etc.)

Como hemos dicho en el punto anterior, los estereotipos y los prejuicios sexistas se van adquiriendo desde que nacemos, y en muchas ocasiones sin que nos demos cuenta. Desde el inicio, la familia, la escuela, los medios de comunicación, etc. nos bombardean con estereotipos, muchos de ellos vinculados al deporte ¿Por qué a los recién nacidos se les viste de azul si son niños y de rosa si son niñas? ¿Por qué en los cumpleaños se regala espadas a los niños y muñecas a las niñas? ¿Por qué los niños no valen para el baile ni las niñas para los deportes de lucha? Todos estos estereotipos los encontramos en la vida diaria y son asumidos por todos desde pequeños, sin ser cuestionados. La labor de los futuros entrenadores y entrenadoras será la de ser sensibles a dichas “losas sociales”, que pueden impedir a niños y niñas llevar una vida plena y placentera, sin discriminaciones.