2. - Italica: mi nueva ciudad
Itálica: por fin llego a mi destino. Hoy en día si visitáramos la ciudad de Italica no veríamos más que ruinas y cimientos. Aún así, podemos hacernos una idea de la monumentalidad de la ciudad. Esta es una de las puertas de entrada, la de Mérida. Nos equivocamos de camino y en lugar de entrar por la puerta de Hispalis lo hicimos por la más alejada. La ciudad era muy grande, cercada por una alta muralla. La puerta por donde entramos estaba flanqueada por dos torres. La entrada a la ciudad me impresionó mucho: carros como el nuestro que entraban y salían, calles muy amplias y bulliciosas, con gente que iba y venía. Me impresionó que las calles estuvieran enlosadas, tuvieran desagües y que las aceras fueran porticadas. Las calles eran paralelas y otras más se cruzaban en ángulo recto; daban la impresión de mucho orden, pero al mismo tiempo me provocaron cierta confusión: me parecían todas iguales. Por suerte la calle que arrancaba desde la puerta por donde entramos era la misma donde tenía su casa mi amo. El carro fue avanzando lentamente y se detuvo frente a una casa con una amplia acera porticada. A la derecha de la puerta principal se encontraba una panadería con unos grandes hornos de pan, donde amas de casa y esclavas se apiñaban para comprar el pan. Había llegado a la casa de mi amo Postumius, donde empezaría mi nueva vida y donde mi destino estaría marcado para siempre: para bien o para male en esa casa transcurriría el resto de mi existencia. |
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Puerta de Itálica |
Calle de Itálica |
Casa del Planetario |