3. La revolución técnica.
Suele decirse que desde la aparición del gótico a finales del siglo XII, la arquitectura europea no había vivido una revolución técnica de semejante calado. Estética sí, por supuesto. La aparición del Renacimiento supone una ruptura estética de dimensiones colosales (el Barroco sin embargo podemos verlo como una evolución del Renacimiento), pero no técnica.
En este sentido, y como ya hemos comentado antes, la conexión con la revolución industrial (las dos) es determinante. El uso generalizado del hierro es quizá el gran ejemplo. Su maleabilidad y ligereza, su precio y la velocidad de construcción que se permite con ello, lo convierten en un material esencial que, como no puede ser de otro modo, cambia no solo el paradigma constructivo (técnico), sino también el estético.
El avance de la Revolución Industrial lleva consigo constantes mejoras e evoluciones que llegan de la mano de centenares de patentes, reformas e inventos que hacen que los materiales sean cada vez más resistentes, más baratos y más fáciles de manejar. En ese sentido aparece el otro gran cambio a nivel técnico, que es el que llega de la mano del hormigón y del uso del cristal. De este modo, la reconstrucción de la ciudad de Chicago tras su gigantesco incendio, permite la aparición de un nuevo lenguaje que, a la postre, se acaba convirtiendo en una revolución tanto técnica, como conceptual como estético.
En los siguientes apartados atenderemos a esas dos cuestiones: por un lado, la arquitectura en hierro, que nace ya a finales del XVIII y la Escuela de Chicago, que lo hace un siglo más tarde.
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| Torre Eiffel. fotografía de Trey Ratcliff en Flickr. Lic. CC |
Edificio Blount. Pensacola. 1907. Imagen en Wikipedia. Lic. CC |

