Historia inicial
Todo comenzó con una boda que la novia no deseaba. O quizás comenzó en realidad mucho antes, cuando Prometeo fue castigado por Zeus por haberle engañado y haber entregado el fuego a los hombres. A cambio de su liberación, el titán reveló a Zeus un valioso secreto: si Tetis concebía un hijo varón, este llegaría a ser más poderoso que el hombre que lo engendrara.
Y Zeus amaba a la hermosa nereida, así como también su hermano, Poseidón, el señor de las aguas. Pero no estaba dispuesto a que hijo alguno le arrebatara su poder. De acuerdo con el resto de los dioses, decidió entregarla a un mortal, para que sus descendientes no supusieran una amenaza.
Y, ahora sí, todo comenzó con una boda que la novia no deseaba. El hombre elegido, Peleo, era el rey de los mirmidones, pero el enlace suponía una humillación para la nereida. Se dice incluso que, una vez casados, rechazó a Peleo de tal forma que este tuvo que pedir consejo a su sabio amigo el centauro Quirón. Ella adoptaba múltiples formas para escapar de sus abrazos, y el centauro le aconsejó no soltarla, fuera cual fuera el aspecto que tuviera. Así consiguió atraparla cuando se transformó en calamar, y no la dejó libre hasta que regresó a su forma de mujer.
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Van Halen y Breughel: Las bodas de Tetis y Peleo |
En aquella boda fue donde Eris, la única diosa no invitada, dejó caer su manzana de oro. De aquel matrimonio nacería Aquiles, y también el funesto amor de Paris por Helena. Allí se decidió incluso qué dioses iban a estar de parte de griegos o troyanos en la futura contienda: Afrodita favorecería a Paris y a los suyos, Atenea y Hera a los griegos, por no haber sido elegidas por el joven.
Pero... ¿quién era Paris? ¿qué hacía en las laderas del monte Pelión?
Paris fue el segundo hijo de Príamo y Hécuba. Justo antes de su nacimiento, Hécuba soñó con que daba a luz una antorcha encendida que destruía la ciudad de Troya. El adivino Esaco aconsejó a exponer al niño, profetizando que Paris sería la ruina de la ciudad.
Así, cuando nació Paris, Príamo entregó al niño a un sirviente, Agelao, para exponerlo en el Monte Ida, cerca de Troya. Agelao lo llevó lejos y lo crió como su propio hijo, y le dio el nombre de Paris. Creció fuerte y bien parecido, defendiendo tan bien los rebaños de los ladrones, que fue llamado también Alejandro (defensor). Ya adulto, tuvo amores con la ninfa Enone, a la que abandonó para volver a Troya.
Hugo Poll: Leda y el cisne
Imagen en Wikimedia. Dominio públicoY... ¿quién era Helena? ¿su belleza era realmente tan prodigiosa como para desatar una guerra de la que se habla aún ahora, después de tres milenios?
Helena nació de la unión de Zeus y de Leda, esposa de Tindáreo, rey de Esparta. Se unió a ella tomando la forma de un hermoso cisne, por lo que no es de extrañar que, junto con su hermana Clitemnestra, naciera de un huevo. Claro que había una diferencia: Clitemnestra era hija del rey y Helena lo era de Zeus, de ahí su sobrenatural hermosura.
Apenas llegada a la adolescencia, Helena fue raptada por Teseo. Por este motivo, cuando llegó el momento en que debía tomar marido, todos sus pretendientes juraron respetar y defender al elegido. Cuando Paris la sedujo, Menelao no tuvo más que apelar al antiguo juramento para reunir a todos los reyes de los griegos. Eran hombres arrojados, amantes de las armas, ansiosos de fama y de botín. Todos deseaban lanzarse a la aventura. Excepto el soberano de Ítaca, Odiseo. Sabía que tardaría mucho en volver y amaba sobre todo su reino y su paz doméstica, su reciente matrimonio y a su pequeño hijo.
Christophe Veyrier: Aquiles moribundo
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¿Y Aquiles? ¿Qué había sido de él mientras tanto? Su madre, sin éxito, había intentado hacerlo inmortal. Peleo lo llevó a Quirón, que lo educó, entrenó y alimentó con entrañas de león y jabalí, médula de oso, leche y miel.
Cuando tuvo nueve años, el adivino Calcante declaró que no podría tomarse Troya sin él. Esta es una de las razones por qué Aquiles participó en la guerra de Troya; él no estaba entre los pretendientes de Helena y no estaba obligado por el juramento de Tindáreo.
Así Aquiles, a los quince años de edad, se convirtió en líder de los mirmidones y los condujo hacia Troya, junto con los otros aliados. Sabía que si permanecía en Grecia, tendría una vida larga y feliz; partiendo moriría, pero obtendría eterna fama.
Una hermosa mujer, un príncipe enamorado, un marido humillado y héroes dispuestos a todo por obtener fama y riqueza.
¿Fue esta la verdad del asedio de Troya?