8. Uso no sexista del lenguaje

Habitualmente podemos observar que el género gramatical y el género sexual (niñas/niños) coinciden, lo cual nos lleva al uso tradicional del masculino para denominar tanto a hombres como a mujeres. De este modo, se acaba excluyendo a las mujeres en la designación lingüística y los hombres acaban siendo los únicos sujetos de referencia, lo cual significa un uso sexista del lenguaje.

Como principales estrategias para evitar este uso sexista debemos evitar el uso del masculino genérico para referirnos a los dos géneros y utilizar en mayor medida términos genéricos, tanto masculinos como femeninos, para incluir a ambos sexos, utilizar términos abstractos o el empleo de la primera persona del plural, la construcción de oraciones de relativo, etc.

Del mismo modo, debemos evitar emplear expresiones estereotipadas que generalmente ridiculizan lo femenino y refuerzan lo masculino (ej.: se mueve como una niña, el material que lo saquen los chicos que son más fuertes, tienes menos fuerza que una niña, etc.).

En tercer lugar, el uso no sexista del lenguaje pasa por realizar un orden de prelación que alterne los dos géneros para no dar primacía a un género sobre otro (chicos-chicas, chicas-chicos).

Por último, no debemos olvidar un elemento sutil en el uso sexista del lenguaje como es la atención nominativa. Nos referimos al hecho de que el técnico deportivo llame por su nombre de pila en mayor medida a los componentes de un género que a los de otro. El género más reforzado se sentirá más presente dentro del grupo (Moreno, Hellín y Hellín Rodríguez, 2006).

Son frases configuradas de manera positiva en el caso de asignarse a lo masculino, y negativa si se vinculan a lo femenino.