2. Barreras para el desarrollo de la práctica deportiva femenina
2.1. Barreras personales (biológicas y psicológicas)
Las mujeres deportistas han visto coartada su participación deportiva por una serie de mitos y creencias que la han alejado durante décadas del deporte. Estas barreras personales se basan en el mantenimiento de mitos como que las mujeres no deben realizar ejercicio durante la menstruación, que los cuerpos de las mujeres son más blandos, débiles y vulnerables a las lesiones que los de los hombres, que las mujeres que entrenan perderán su feminidad, etc.
2.2. Barreras deportivas
Las barreras deportivas que han sufrido las mujeres están relacionadas con el rendimiento deportivo o el deporte de competición. En este sentido, el deporte femenino ha estado continuamente comparándose con el masculino, lo cual ha supuesto el menosprecio del primero respecto del segundo hasta hace poco tiempo. Sin embargo, existen estudios como los de González y Rivas (2018) que minimizan las diferencias entre hombres y mujeres en las distintas prácticas deportivas, en cuanto a rendimiento se refiere. Estas diferencias se asocian más a cantidad y calidad del entrenamiento, que a diferencias anatómico-fisiológicas.
2.3. Barreras sociales
La principal barrera social con la que se enfrentan las mujeres deportistas es la maternidad. Socialmente existe la creencia de que cuando una mujer decide ser madre, debe asumir la crianza de sus hijos. Esto hace que, en muchos casos, las mujeres tengan que elegir entre practicar deporte o cuidar a sus hijos. Por otro lado, las mujeres se ven reforzadas y protegidas socialmente cuando abandonan la práctica deportiva.
2.4. Barreras culturales
Esta barrera se establece sobre la creencia de que el deporte es una actividad fundamentalmente masculina. La construcción de la identidad de género masculina se ve favorecida por la realización deportiva, mientras que la identidad femenina rechaza ciertas prácticas que resultan muy masculinizadas socialmente (Estrada, Cruz y Aguirre, 2010).