7. Lenguaje, deporte y género

7.1. Código ético apropiado en la interacción con las personas deportistas

El proceso de comunicación no tiene por qué degradar a ninguno de los dos géneros. En este principio se basa el código ético en la interacción comunicativa con las personas. Como docentes implicados en el uso no sexista del lenguaje debemos ser cuidadosos con las expresiones estereotipadas, la degradación de las cualidades físicas o las alusiones a las características estéticas.

Importante

El código ético en la comunicación con las personas tiene como objetivo la construcción y el mantenimiento diario de un sistema de valores entre iguales.

7.2. Usos sexistas del lenguaje

El uso del lenguaje en la comunicación con nuestro alumnado es un tema de gran preocupación académica y social. De hecho, existe una normativa específica que obliga a realizar un uso adecuado del mismo a fin de evitar el sexismo y la discriminación, fundamentalmente hacia la mujer (Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. BOE núm. 71, de 23 de mayo).

Debemos buscar un lenguaje que no omita constantemente el sexo femenino y, desde la educación, evitar cualquier forma de discriminación por razón de sexo, grupo social, raza o creencia. En esta línea, Alfaro, Bengoechea y Vázquez (2011), plantean que el lenguaje transmite valores que nos fuerzan a una u otra visión del mundo. Por tanto, dependiendo del uso que hagamos del lenguaje podremos crear, adquirir, difundir, inculcar y legitimar una forma concreta de entender la presencia de la mujer en el mundo del deporte.

 

7.3. Estrategias básicas para el uso de un lenguaje de género inclusivo

Existen cuatro estrategias básicas a tener en cuenta para que nuestro uso del lenguaje sea inclusivo a todo el alumnado:

  1. El uso del masculino genérico

    Como ya han señalado con anterioridad autores como Lomas (2006), habitualmente nos encontramos con que el género gramatical y el género sexual (niñas/niños) coinciden, lo cual deriva en el uso tradicional del masculino para denominar tanto a hombres como a mujeres. Esto provoca que se acabe excluyendo a las mujeres en la designación lingüística y los hombres acaban siendo los únicos sujetos de referencia. Afortunadamente, la gran riqueza de nuestra lengua permite el uso de términos genéricos tanto masculinos como femeninos para incluir a ambos sexos, el uso de términos abstractos o el empleo de la primera persona del plural, la construcción de oraciones de relativo, etc., evitando, de esta forma, la ocultación de uno de los géneros (Castillo, 2009).

 

  1. El uso de expresiones estereotipadas

    Las expresiones estereotipadas son frases configuradas de manera positiva en el caso de asignarse a lo masculino y negativa si se vincula a lo femenino. En este sentido, podemos oír frases como se mueve como una niña, el material que lo saquen los chicos que son más fuertes, tienes menos fuerza que una niña, etc., o incluso insultos (ser cojonudo/ser un coñazo). Debemos evitar el uso de este tipo de expresiones que destacan lo femenino como refuerzo de lo negativo y de lo risible.

 

  1. El uso de la atención nominativa

    Al hablar de atención nominativa nos referimos al hecho de que el profesorado llame por su nombre de pila en mayor medida a los componentes de un género que de otro. El género más reforzado se sentirá más presente dentro del grupo de clase. Apoyan esta idea Moreno, Hellín y Hellín Rodríguez (2006), quienes señalan que la atención nominativa tiene una valoración más positiva si el docente que llama nominalmente al alumnado es varón. El docente, por tanto, deberá realizar un uso equilibrado respecto a la atención nominativa.

 

  1. El uso del orden de prelación

    Nos referimos al orden en el que se utiliza el masculino y el femenino cuando se usan a la vez. Para establecer la equidad de género sobre este aspecto es recomendable, debido a la asociación entre género y sexo, recurrir a la alternancia para no dar primacía a un género sobre otro (chicos-chicas, chicas-chicos).