4. Características biológicas específicamente femeninas
4.1. Ciclo menstrual (amenorrea, menarquia y desarrollo puberal, triada de la mujer deportista) y embarazo
Hasta hace poco tiempo se pensaba que la menstruación impedía la práctica deportiva para las mujeres. Hoy sabemos que, no solo no impide dicha práctica, sino que, en algunos casos, las molestias propias del ciclo menstrual se ven disminuidas con la práctica deportiva. También encontramos mujeres que aumentan su rendimiento deportivo durante el periodo menstrual (Wells, 1992).
Importante
En la fase folicular del ciclo menstrual, en la que la concentración de estrógenos es mayor, la producción de lactato se ve atenuada y por tanto se mejora la respuesta metabólica al ejercicio en intensidades del 66 al 90% del VO2 máx.
Sin embargo, hay que tener en cuenta en esta etapa que podemos encontrar estados anémicos debidos a la pérdida de sangre en la menstruación, con una mayor susceptibilidad a padecer anemias.
Para las mujeres de hoy en día, que tienen la capacidad de decidir cuándo quiere quedarse embarazada, se abre la posibilidad de preparar su cuerpo para esta etapa. Una actividad físico-deportiva adecuada preparará el cuerpo femenino para afrontar esta etapa de la vida en las mejores condiciones de salud. En una mujer sana, una actividad moderada y de acuerdo con las posibilidades y estado de la mujer en este periodo de la vida facilitará un embarazo con pleno disfrute de su corporalidad, controlando su peso, y manteniéndose en forma para recuperar cuanto antes su forma física anterior.
Lejos de una actividad físico-deportiva saludable, la tríada de la mujer deportista comenzó a ser estudiada en el American College of Sports Medicine. Se definió como la interrelación de tres trastornos que pueden desarrollarse con más facilidad en las mujeres deportistas. Estos son: trastornos de la conducta alimentaria (anorexia y bulimia nerviosa), disfunción menstrual (amenorrea) y osteoporosis prematura.
Importante
Dentro de las disfunciones menstruales, la amenorrea es conocida como la ausencia de menstruación durante largos periodos de tiempo después de la menarquia (más de tres meses).
4.2. Su impacto en la salud y en el desarrollo psico-social de la persona deportista
La influencia de los trastornos descritos en el apartado anterior puede tener un impacto negativo sobre la salud de las mujeres deportistas. Bien es cierto que hay que ser cautelosos al relacionar el ejercicio físico con dichos trastornos.
Sí que se ha descrito por varios autores (Otis, Drinkwater, Johnson, Loucks, y Wilmore, 1997) la influencia de la amenorrea sobre el ejercicio físico afectando a muchas hormonas, incluidas las endorfinas y las catecolaminas. Incluso las disfunciones menstruales de poca importancia pueden originar el descenso de los niveles circulantes de estrógenos y progesterona. La deportista amenorreica puede sufrir posteriormente una pérdida de la densidad ósea. También se pierden los efectos protectores hormonales sobre los perfiles lipídicos del suero y sobre el sistema cardiovascular.
En esta misma línea se ha observado que los entrenamientos excesivos, como los que se realizan en la alta competición, pueden retrasar la menarquia y el comienzo de la pubertad. Puede detenerse el crecimiento, y no se logra alcanzar la densidad ósea óptima. En estos casos puede existir un aumento de las fracturas de estrés, además de la aparición prematura de fracturas por fragilidad de la muñeca, las vértebras y la cadera.
4.3. Estrategias de actuación para considerar las características biológicas de la persona deportista
Como norma de actuación general se señalan el control del peso y un tono muscular adecuado para permitir un estado más saludable en las mujeres.
Durante la gestación de las mujeres deportistas se debe dar prioridad a ejercicios de respiración y relajación, así como a deportes en los que la gravedad no actúe de forma directa sobre el cuerpo (natación, yoga...). La actividad física no debe ser fatigante, ya que durante el embarazo, los órganos, el corazón, los vasos sanguíneos y los músculos deben hacer frente a un exceso de trabajo (Barakat, 2005). Asimismo, este tipo de actividad previene problemas de debilidad muscular en la zona pectoral, abdominal, perineo y espalda, con lo que los problemas propios del estado gestante se reducirán, cuando menos.