2. El pensamiento medieval: creación a imagen divina, nueva concepción del cuerpo y el alma, de la muerte, de la libertad.
Junto a la de la filosofía griega, una de las mayores influencias sobre la concepción humana en el pensamiento occidental es la que deriva de la tradición cristiana. Esta se desarrolló en la Antigüedad tras la vida de Jesucristo y determinó el pensamiento del mundo medieval occidental. Dentro de la misma, dos filósofos de referencia son Agustín de Hipona (IV-V) y Tomás de Aquino (XIII), autores que adaptaron al cristianismo, respectivamente, los modelos filosóficos de Platón y de Aristóteles.
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La propagación y el asentamiento del cristianismo supuso la generalización de un nuevo concepto de lo divino, del ser humano y de la Historia.
De causa del movimiento y del orden, el Dios cristiano pasa a ser un ser ominpotente y personal, creador del universo desde la nada y supervisor del universo. Frente a la visión cíclica griega, el cristianismo expande una visión lineal de una Historia que comienza con la creación divina, que tiene como momento central su encarnación en la figura de Jesucristo, convertido en garantía de salvación, y que tiene como meta el juicio final.
El cristianismo pone al ser humano en el centro de la creación. Se trata de un ser creado a imagen y semejanza de Dios y que es contemplado como persona, sujeto inalienable y valedor de dignidad. Su dignidad implican la igualdad y la fraternidad entre los seres humanos.
Se distanciará de la visión platónica según la cual el alma constituiría la verdadera esencia del hombre y proclama una realidad humana en la que el cuerpo y el alma resultarían inseparables. Una de las principales polémicas que trajo consigo la irrupción del cristianismo fue su proclamación no solo de la inmortalidad del alma, defendida por algunos filósofos, sino la de una resurrección final de los cuerpos hasta la eternidad.
El cristianismo considera esta vida como una transición hacia otra celestial y eterna. El sentido de esta vida se dirige hacia aquella otra otra inmortal en la que, junto a Dios, la realidad humana adquiriría su verdadera plenitud.
Fue Jesucristo la figura redentora que, según el cristianismo, hizo posible la salvación del alma humana. La humanidad se sometería al final de los tiempos a un juicio final en el que cada ser individual habría de dar cuenta de sus actos y se haría merecedor del premio de la salvación o de la condena eterna. Es la libertad humana y su capacidad para elegir entre el bien y el mal lo que le hace merecedor del premio o el castigo. Siendo que el hombre está dotado de inteligencia para discernir y de voluntad para decidir, sería por lo tanto sujeto moral responsable en última instancia de sus actos.
Importante
Durante en la Edad Media el cristianismo logra su mayor expansión y se constituye en el principal referente cultural. Con él se pone al ser humano en el centro de la creación. El ser humano sería según esta concepción un ser creado a su imagen y semejanza de Dios, siendo contemplado como persona, sujeto inalienable y valedor de dignidad.
Considera esta vida como una transición hacia otra celestial y eterna. El sentido de esta vida se dirige hacia aquella otra otra inmortal en la que, junto a Dios, la realidad humana adquiriría su verdadera plenitud.
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Fue la redención de Cristo, encarnación divina, la que hizo posible la salvación humana, la que posibilitó al ser humano para combatir al pecado.
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La realidad humana en el cristianismo comprende esencialmente el cuerpo y el alma. Se cree en un cuerpo espiritualizado que constituye la realidad de cada individuo y que volvería a la vida al final de los tiempos.