Función productiva y función comercial de la empresa: Historia Inicial
La historia de la "La Espiga de Oro" se remonta a los años cincuenta del siglo pasado cuando Jesús Avellaneda compra una pequeña tahona que suministraba pan a los pueblos de la comarca. Por aquel entonces el negocio daba suficiente para mantener una familia de tres hijos y poco más. Cuando a su muerte, a mediados de los ochenta, se hacen cargo sus hijos, la empresa ya había pasado por varios momentos críticos debido a la despoblación de la zona y la consiguiente caída de la demanda. Sin embargo consiguió mantenerse, aunque en esos momentos se podía catalogar como un negocio descapitalizado y obsoleto.
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Imagen 1. Elaboración propia |
En aquellos años, diversas circunstancias cambiaron radicalmente el entorno en el que se manejaba la empresa. Fundamentalmente un nuevo plan de vías de comunicación acabó definitivamente con el antiguo problema del aislamiento de la comarca. En la actualidad una autovía ha reducido a algo más de media hora las dos o tres horas largas que, dependiendo de las épocas del año, se tardaba antes en llegar a la capital de la región. Este nuevo escenario, unido al crecimiento económico general del país, favoreció la nueva repoblación de la zona, que ahora veía revitalizarse los pueblos y crecer nuevas urbanizaciones. Además del crecimiento residencial, la cercanía de las montañas con su atractivo para el excursionismo y los deportes de invierno, supuso una inyección económica a través de sectores del turismo rural y la estaciones de esquí.
Lo primero que abordaron los nuevos administradores fue la modernización y actualización de la empresa, si querían aprovechar el tirón que les proporcionaba los nuevos tiempos. Era necesario renovar la maquinaria y los hornos, pero en esta decisión pesó la idea de mantener, al menos una línea de la producción tradicional, así que se mantuvo el horno de leña remozándolo y dándole mayor capacidad.
Por otro lado, empezaba a ser muy importante el controlar el suministro y almacenamiento de la harina. En épocas anteriores, las condiciones climáticas y de aislamiento de la zona, habían impuesto sistemas tradicionales para guardar las existencias de grano y harina. Aún quedan por la zona algunas "paneras", construcciones con finalidad de almacén levantadas sobre pilotes que los aíslan del terreno al estilo de los "hórreos" gallegos.
Pero aún en la actualidad, en que todo es diferente, que las vías de comunicación muy raramente se cortan y que la tecnología de almacenamiento y conservación de los productos perecederos ha avanzado considerablemente, las reservas de existencias siguen siendo uno de los factores más caros del proceso de producción. Se tomó la determinación de estudiar el método que permitiría abaratar esta fase. Para esto, se estableció un método para controlar exactamente la cantidad de harina y de otros suministros que sería necesario mantener en almacén para que la producción no se viera afectada e incluso parada. Su idea era la de no tener que construir o habilitar algún espacio con costosos sistemas de aislamiento y refrigeración.
Sin embargo, si las nuevas vías de comunicación habían revitalizado la zona también habían traído nuevas formas de competencia, así de la noche a la mañana parecía que cualquiera podía hacer pan. Con un pequeño horno eléctrico y el suministro de masa congelada empezaron a ofrecer pan recién hecho pequeños comercios de alimentación, bares y hasta gasolineras. En los grandes núcleos urbanos proliferaban comercios del estilo "Boutique del Pan". Fueron momentos duros para la empresa, las ventas cayeron y con ellas los incipientes beneficios. Se llegó a plantear el cierre y el traspaso.
Sin embargo, se optó por dar un nuevo giro al negocio apostando decididamente por utilizar el "saber hacer" tradicional apoyado en la existencia del viejo horno ahora ya restaurado y en plena capacidad. Frente a las barras y baguettes procedentes de masas congeladas y muchas veces mal cocidas, se empezó a ofrecer el autentico "pan de pueblo", otros productos tradicionales como magdalenas y bizcochos así como el popular "bollu preñau" (masa de pan horneada con chorizo dentro).
Además, la nueva maquinaria permitió crear un producto estilo pizza, hecha con los acreditados quesos de la zona que actualmente tienen muy buena salida los fines de semana. Hoy, "La Espiga de Oro" puede presumir de haber creado un producto diferenciado de manera que ya en el mercado local se la identifica como un producto de calidad hecho a la manera tradicional. Este es uno de los aspectos más interesante de esta historia: como un producto sencillo y popular puede tener cabida, con sensible éxito, en un mercado marcado por la innovación tecnológica.