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Córdoba, la mayor ciudad del mundo en el año 1000.
En el año 716, el emir musulmán Al Hurr había finalizado prácticamente la conquista del reino visigodo, y, en ese momento, decidió crear una capital para que centralizara la dominación islámica sobre la Península. Eligió la antigua Corduba romana, que había languidecido durante época visigótica. Pero a partir de ese momento, la ciudad comenzaría un espectacular crecimiento que, en menos de tres siglos, la convertiría en la mayor metrópolis del planeta.
La presencia del antiguo puente romano sobre el río Guadalquivir la convertía en un centro neurálgico del comercio desde el que dominar ambas riberas del valle. Su fértil vega y la campiña que la rodeaba permitían abastecer a un considerable número de personas. Por otra parte, la centralización del poder de emires y califas en su medina le aportaba una gran cantidad de recursos económicos en forma de impuestos y tributos.
Con todos esos ingredientes a su favor, no es de extrañar que la urbe cordobesa alcanzase un apogeo como hasta entonces no se había visto en Europa desde los tiempos de la antigua Roma o de la Constantinopla de Justiniano.
Es difícil estimar qué cantidad de población albergó en su núcleo urbano y alrededores, pero los cálculos más conservadores afirman que debió superar los cien mil habitantes. Sin duda debieron ser más. Recientemente se han publicado datos que afirman que la ciudad pudo llegar a alcanzar entre 400.000 y 500.000 personas en su momento de máximo apogeo. Hay incluso quien afirma que pudo tener un millón de habitantes, pero esa cifra, sin duda, es exagerada.
La capital del califato tuvo la fortuna de que su esplendor coincidió con la crisis de las que hasta entonces habían sido las principales ciudades del planeta (Bagdad, Damasco, Constantinopla, Chan An, etc.), eso hizo que durante la segunda mitad del siglo X y la primera década del XI fuera, sin duda, la metrópolis que más habitantes albergó en el mundo de su tiempo.
En 1009 comenzó la crisis en forma de guerra civil. Los contendientes arrasaron la ciudad y saquearon el magnífico complejo palatino de Medina Azahara en las proximidades. Córdoba no se volvería nunca a recuperar totalmente de aquella destrucción, e incluso hoy día, mil años después, su población no es probablemente superior a la que tuvo en época de los califas.
Durante la época del califato, |

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Los ensanches, una forma de crecimiento ordenada y burguesa.
Al menos desde la Edad Media, las ciudades habían buscado la protección tras las gruesas murallas creadas para su defensa. En una época en la que la única forma de asaltarlas era mediante escalar sus muros o lanzar piedras con catapultas, la población que se hallaba protegida en su interior podía defenderse con relativa facilidad ante los posibles asaltantes.
Pero con el paso del tiempo, los sistemas de asedio y de derribo de las murallas se fueron perfeccionando. La artillería en particular convirtió los obstáculos de las murallas en meros objetivos que podían ser demolidos a cañonazos. A partir de ese momento, los recintos amurallados perdieron toda la funcionalidad que habían conservado por espacio de más de mil años.
Ya no era solo la inutilidad de dichas murallas, es que además, las ciudades crecían y crecían, y su población ya no cabía dentro de los muros que la separaban del interior. En el siglo XIX esta situación se hizo insostenible. Era necesario derribar las murallas y permitir que los conjuntos urbanos pudieran crecer y expandirse extramuros. Y así se hizo.
Desde mediados del siglo XIX, la mayor parte de las grandes ciudades españolas decidieron demoler los muros que las "protegían". Se libraban así de un cincho que había coartado su crecimiento y se disponían a expandirse por los campos de alrededor sin cortapisas que se lo impidieran.
Y de esta forma aparecieron los Ensanches. Es decir, el lugar por el que se podía "ensanchar" la ciudad. Lógicamente este nuevo sector era muy apetecible, ya que se encontraba libre de las calles angostas de los centros históricos, de los ruidos, de los malos olores y de otros problemas propios de ciudades medievales más que de ciudades modernas. Los que más posibilidades económicas tenían, buscaron en estos nuevos lugares un sitio donde vivir mucho más cómodo y espacioso que el que habían tenido sus padres y sus antepasados. La era de la burguesía urbana como clase social predominante en las ciudades había comenzado.
![]() Proyecto de ensanche de Bilbao en 1876 |

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El urbanismo en España.
Nuestro país no ha sido precisamente uno de los que más ha destacado por sus aportaciones a la Historia del urbanismo, pero no obstante, ha habido algunas que es conveniente mencionar.
Al margen de la importancia de las ciudades hispanomusulmanas de Al Andalus, durante la Baja Edad Media, la creación de un nuevo tipo de ciudad denominada bastida (como Villarreal o Castellón), fue una de las aportaciones más significativas. Bien es cierto reconocer que en su origen, este nuevo tipo de ciudad procedía de Francia, y no es original de la Península, aunque aquí alcanzó quizás su mayor expansión.
Durante el siglo XVI, las mayores aportaciones se llevaron a cabo en América. Se estima que entre 1492 y 1630 los españoles fundaron 295 ciudades en ese continente. En ellas se impuso el plano ortogonal o hipodámico, tal y como mandaron las Reales Ordenanzas de Felipe II a partir de 1573.
En el XVIII, tanto las plazas mayores (como la de Salamanca), como las ciudades palatinas como la de Aranjuez, supusieron la adaptación de nuevas propuestas urbanas al ámbito peninsular.
En el XIX, se llevaron a cabo dos grandes proyectos teóricos que acabaron plasmándose en hechos reales. Por una parte el ya mencionado Plan Cerdá para el ensanche de Barcelona a partir de 1859. Por otra la también conocida Ciudad Lineal que Arturo Soria propusiera para Madrid en 1882. Ambas se consideran originales aportaciones al urbanismo decimonónico, aunque su puesta en práctica no acabara de culminar definitivamente de la forma en la que la diseñaron sus autores.
En el último siglo, sin embargo, no han existido grandes propuestas teóricas desde el ámbito hispano que merezcan ser consideradas como hitos importantes en el proceso de creación del hecho urbano.
![]() Plano de Lima (Perú), fundada en el siglo XVI, |

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El subsistema urbano andaluz
Andalucía cuenta con dos sistemas urbanos a escala regional. Uno es el que se configura a lo largo del valle del río Guadalquivir. El río ha servido históricamente como vía de conexión para las ciudades que han surgido en sus orillas. Por otra parte, ese mismo subsistema se ha complementado con una de las principales vías de comunicación que han existido en la Comunidad andaluza desde hace muchos siglos, la conexión con Madrid mediante la carretera o autovía nacional IV.
Así, las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla, con sus ramificaciones hasta Cádiz y Huelva, configuran este subsistema de carácter lineal que engloba a la Baja Andalucía.
El segundo subsistema es el que tiene por marco el denominado eje litoral Mediterráneo. En efecto, la costa andaluza junto a este mar está caracterizada por la presencia de una serie de ciudades como Almería, Málaga, Marbella o Algeciras que mantienen unas intensas relaciones, auspiciadas por la existencia de diferentes vías de comunicación litorales.
Granada, aunque no está situada en la misma línea de costa, forma también parte de este sistema dado su situación peculiar en la zona oriental de la Comunidad y en el interior de los Sistemas Béticos.
La red viaria de Andalucía muestra la conexión entre las principales ciudades y áreas |