Corría el 22 de marzo de 1835 cuando se representó en el Teatro del Príncipe de Madrid la obra inaugural del Romanticismo español: Don Álvaro o la fuerza del sino, escrita durante su exilio francés por don Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, uno de los liberales perseguidos y condenados por el absolutismo de Fernando VII. Cuentan que el público quedó sorprendido por el efectismo y la tramoya del espectáculo.
Ahora en mis manos tengo una carpeta amarilla con recortes de crítica de varios periódicos de la época:
El Eco del Comercio,
La Revista Española,
El Artista,
Correo de las Damas,
La Abeja y otros mucho más recientes, como uno de
El Imparcial del 15 de diciembre de 1878. Además, hay un libreto de la obra, cosido en el lomo, con algunas hojas entresacadas y subrayadas. En la portada, en letras mayúsculas, aparece la palabra
Latorre. Fuera del libro, un folio manuscrito con lo que parece un fragmento poético de la obra:
DON ALFONSO
¿Qué nombre
osáis pronunciar?
DON ÁLVARO
¡Ah!...
DON ALFONSO
Una
sola hermana me dejasteis
perdida y sin honra... ¡Oh furia!
DON ÁLVARO
¡Mi Leonor! ¡Ah! No sin honra:
un religioso os lo jura.
(En delirio.)
Leonor..., ¡ay!, la que absorbía
toda mi existencia junta;
la que en mi pecho, por siempre...
Por siempre, sí, sí... que aún dura...
una pasión... Y qué, ¿vive?
¿Sabéis vos noticias suyas?...
Decid que me ama, y matadme.
Decidme... ¡Oh Dios!... ¿Me rehúsa
(Aterrado.)
vuestra gracia sus auxilios?
¿De nuevo el triunfo asegura
el infierno, y se desploma
mi alma en su sima profunda?
¡Misericordia!... Y vos, hombre
o ilusión, ¿sois, por ventura
un tentador que renueva
mis criminales angustias
para perderme?... ¡Dios mío!
¿Pero era el Romanticismo un moviento que solo se desarrolló a través del género teatral?
Los géneros románticos comienzan realmente a desarrollarse en los años treinta, tras la muerte de Fernando VII.
Una de las aficiones de los escritores de la época era el uso de los seudónimos. El mismo Larra utiliza Fígaro, Duende, Bachiller y El pobrecito hablador. Cada uno de estos seudónimos sirve para enfocar la temática de la obra, el artículo o propicia el cambio de género. Porque la mayoría de los autores románticos suelen cultivar todos los géneros literarios.
El teatro romántico, en este sentido, es considerado como el mejor medio de expresión de los sentimientos del autor. De ahí el éxito que tuvo entre los escritores: los principales autores del momento, con mayor o menor éxito, componen obras dramáticas.
Dentro de este género destacan, además del Duque de Rivas, la obra de Zorrilla, Don Juan Tenorio, el propio Larra con Macías, García Gutiérrez con El Trovador, y Hartzenbusch con Los amantes de Teruel.
En prosa, además del éxito de los géneros periodísticos, el género se especializa en la novela histórica, los cuentos o leyendas y cuadros costumbristas. Entre los autores más representativos están el propio Bécquer, Mesonero Romanos y Gil y Carrasco, por no volver a mencionar a algunos de los anteriores.
La poesía es la manifestación del sentimiento por excelencia. Y de ella hacen uso todos los autores del momento, como se verá más adelante.
Entra en la siguiente presentación; podrás profundizar sobre todo lo comentado en este apartado y los anteriores.