Seguía catalogando los libros del legado y encontré un ejemplar que me llamó la atención. Lo cogí con curiosidad: "La ciencia española. Tomo I, por D. Marcelino Menéndez Pelayo, 1876". Me llamó la atención encontrar un pequeño papel separando una página. Página 16. No tuve más remedio que abrir por el lugar al que me invitaba la nota en blanco. Allí encontré el siguiente fragmento subrayado:
"¡Triste de la nación que deja caer en el olvido las ideas y concepciones de sus mayores! Esclava alternativamente de doctrinas exóticas entre sí opuestas, vagará sin rumbo fijo por los mares del pensamiento, y, como usted con mucho acierto indica, cuando acabe de perder los restos de la ciencia castiza, perderá, a la corta o a la larga, los caracteres distintivos de su lengua, y los de su arte y los de sus costumbres, y luego... estará amenazada de perder también hasta su integridad territorial y su independencia, que, mejor que con lanzas y cañones, se defienden con la unidad de creencias, sentimientos y gloriosos recuerdos, alma y vida de los pueblos. Y ¡cuán cerca de tan desdichada suerte nos hallamos en España! La demolición comenzada en el siglo XVIII, se ha proseguido con ardor creciente en el XIX, amontonando ruinas sin medida ni término".
¿Qué preocupación atenazaba al difunto para subrayar con fruición aquel fragmento? ¿Tendría esto alguna relación con el caso?
En estos momentos siempre me vuelven a la memoria los relatos del abuelo sobre el convulso comienzo de nuestro siglo. Que si la Independencia, Napoleón, Fernando VII...
El concepto de las "dos Españas" realmente surge a finales del siglo XVIII, cuando en nuestro territorio se enfrentan los reformistas y los tradicionalistas. Esas ideas de las que habla Menéndez Pelayo deja ver el trasunto de estas dos posturas enfrentadas secularmente.
Tras la invasión francesa de la Península nada cambia. Ahora, mutando los nombres, son dos las facciones que se oponen: los liberales, promotores del constitucionalismo en Las Cortes de Cádiz (1812) y los absolutistas, seguidores de Fernando VII que sube al trono en 1814. Levantamientos continuos de unos y otros acaban en la guerra carlista, entre los seguidores de Isabel II y los de Carlos Hugo. Aún después, continuarán los enfrentamientos. Y en ese contexto nace una de las corrientes artísticas de la historia de la literatura: el Romanticismo.
La Constitución de Cádiz, también denominada La Pepa, fue promulgada por las Cortes Generales de España el 19 de marzo de 1812, día de San José. Fue la primera Constitución promulgada en España y una de las más avanzadas del mundo occidental de su tiempo.
¿Qué monarca restaura la monarquía en 1814?
Isabel II.
Correcto
Incorrecto
Alfonso XII.
Correcto
Incorrecto
Fernando VII.
Correcto
Incorrecto
La Constitución española de 1812 estuvo oficialmente vigente hasta 1814, fecha de la restauración monárquica de Fernando VII de Borbón (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784 - Madrid, 29 de septiembre de 1833), llamado el Deseado o el Rey Felón, por su comportamiento falso y traidor al negar los principios liberales, y la propia Constitución, por la que el pueblo lo había apoyado. Con él se restauró además el Absolutismo y la persecución ideológica a todos aquellos que le mostraban su oposición.
¿Qué facciones políticas se enfrentan en la España del Fernando VII?