6. La diversidad cultural

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Hemos señalado la diversidad cultural como prueba del papel principal que tiene la cultura en el desarrollo de la identidad humana. Sabemos, también, que los elementos adquiridos y aprendidos configuran nuestras conductas imponiendo un orden a los instintos, encauzándolos en  un conjunto de normas,  las cuales velan para que ese propio orden socio-cultural no se altere o desintegre.

Esta es la razón de que, al responder a los estímulos y necesidades naturales de forma no instintiva, nos encontramos con muchas comunidades humanas distintas, de una gran diversidad cultural, que no siempre coexisten de forma pacífica.

Al ser distintos, nuestra mirada hacia los otros tampoco es común e idéntica. Frente a lo que no es igual a nosotros podemos adoptar tres posturas:

  1. Etnocentrismo cultural, consiste en la creencia de que nuestras pautas culturales son las buenas y naturales, frente a las de otras culturas, que serían inhumanas, repugnantes o salvajes. Por ello el etnocentrista desprecia y desprestigia todo lo que no sea igual a las costumbres de su entorno que considera es el modelo a seguir.
  2. Relativismo cultural, es la creencia de que todas las pautas y normas culturales son tan dignas y buenas como las demás y que sólo pueden ser juzgadas o valoradas desde dentro de cada propia cultura.
  3. Interculturalismo o diálogo cultural, postura que reconoce la peculiaridad de cada cultura, aunque considera que es posible encontrar puntos de encuentro entre las distintas culturas y, por tanto, abre la posibilidad de encontrar normas comunes para todas.

Importante

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Desde el etnocentrismo se cree en la existencia de reglas y valores absolutos aplicables a toda la humanidad; interpreta que la cultura propia es superior porque se ajusta a los valores absolutos y adecuados, así que se juzga a otros modelos culturales de acuerdo con los propios modos de comportamiento, costumbres y creencias. En el extremo opuesto, desde el relativismo cultural, se interpreta que no existen comportamientos o valores absolutos que sirvan de referencia, por lo que se defiende la validez y la riqueza de todo sistema cultural, por diversos que los modelos sean entre sí. Otras posiciones como el interculturalismo parte del reconocimiento de la diversidad y el respeto de la misma, proponeiendo el diálogo cultural y el reconocimiento de valores universales compartidos.

Comprueba lo aprendido

Pregunta 1

El etnocentrismo cultural, consiste en la creencia de que nuestras pautas culturales no son las únicas las buenas y naturales.

Pregunta 2

El interculturalismo  niega el diálogo cultural y cree imposible un escenario común de comunicación.

Pregunta 3

El relativismo cultural es la creencia de que todas las pautas y normas culturales son tan dignas y buenas como las demás y que sólo pueden ser juzgadas o valoradas desde dentro de cada propia cultura.

Caso práctico

Mientras Leopoldo II dictaba “normas” arbitrarias que expropiaban propiedades y recursos a los pueblos congoleños, permitía que su brutal ejército privado (la Fuerza Pública), cometiera todo tipo de atrocidades incluido el sistemático uso de torturas, secuestros y asesinatos que tenían el fin de aterrorizar literalmente a la población, para someterla más fácilmente a las ambiciones del rey. Las incalculables riquezas que alberga el territorio congolés han sido objeto permanentemente de la codicia de reyes, imperios coloniales, multinacionales, políticos y aventureros de las más diversas categorías, siempre dispuestos a privar a los pueblos de sus recursos naturales. En el siglo XIX, durante el reparto europeo de África, el Congo fue entregado al rey Leopoldo II de Bélgica (1835-1909), quien lo gobernó durante décadas, como si se tratara de su hacienda privada.

Eufemísticamente se le denominó Estado Libre del Congo. El dominio belga fue sanguinario, incluso para los brutales estándares del colonialismo europeo en África. En la búsqueda de caucho y marfil, los belgas asesinaron a más de 15 millones de congoleses en los primeros 30 años de su dominio. La historia de la explotación de los recursos económicos del Congo mientras fue propiedad de Leopoldo II, es una de las historias más sangrientas de la historia contemporánea. Mientras en Europa se dedicaba a rodear su obra de un aureola de altruismo, en defensa del libre comercio y lucha contra el comercio de esclavos, iba dictando normas por las que expropiaba a los pueblos congoleños de todas sus tierras y recursos e incitaba a su ejército privado, la Fuerza Pública, a servirse de todo tipo de torturas, secuestros y asesinatos para someter a la población a los trabajos forzados que, en un brevísimo periodo de tiempo, le convertiría en uno de los hombres más ricos del mundo. Para financiar tan colosal negocio se sirvió de todo tipo de engaños sobre su obra civilizadora, consiguiendo aportaciones y préstamos que nunca devolvería, de todo tipo de empresas, instituciones y el propio estado belga, en 1889 y 1895.

Además de crear su propia empresa para la extracción del caucho y marfil, concedía tierras a empresas privadas a cambio de un porcentaje sobre los beneficios. Es el caso la Compañía de Katanga o la Unión Minera del Alto Katanga que a partir de 1905 comenzaron a extraer mineral de cobre con la contrapartida del pago de un porcentaje al estado, que no era otro que el propio Leopoldo. Pero aunque ya en 1890, el misionero americano G.W. Willians hizo la primera denuncia sobre las monstruosidades de las que fue testigo, aún tardarían 10 años en estallar el escándalo en Europa. La publicación en la prensa de los relatos y datos recogidos por escritores como Mark Twain y Joseph Conrad, misioneros como Willians Sephard, diplomáticos como el británico Casement, y sobre todo los trabajos de Edmund Dene Morel consiguieron finalmente, que los gobiernos europeos y EE.UU. comenzaran a investigar y oponerse al exterminio que se estaba llevando a cabo en el Congo. El parlamento belga, haciéndose eco de este rechazo internacional , en 1908 obligó al rey Leopoldo a ceder sus dominios del Estado Libre del Congo, quedando todo el territorio bajo la autoridad del gobierno, pasado a llamarse Congo Belga.

Para saber más

¿Existen razas humanas?

Razas humanas. Ilustración de 1906

Razas humanas. Ilustración de 1906

Imagen de Brian Herzog en Flickr. Licencia CC

El modelo racial cuenta con una amplia difusión y es un esquema explicativo inmediato  de las diferencias físicas existentes entre miembros de las diversas poblaciones humanas distribuidas por los distintos continentes. Este concepto, empleado para subdividir algunas especies animales, ha servido ocasionalmente de fundamento a modelos racistas.  En general, estas doctrinas acentúan las diferencias y defienden la gradación biológica de los distintos grupos humanos, justificando derivaciones políticas de ese hecho diferencial: hegemonía racial, discriminación, etc.) En la actualidad se plantea un amplio debate en torno a la aplicación del concepto de raza a la especie humana, poniendo en cuestión no solo su deriva racista, sino el rigor y validez taxológico de un modelo racial humano. 

Para el genetista italiano Luigi Luca Cavalli Sforza, la ciencia es fruto de su época y reflejo de los mismos intereses económicos y sociales que dominan el conjunto de la actividad humana. En dicho marco, sin embargo, ha tratado de aclarar aspectos esenciales que expliquen las razones y el alcance de las características diferenciales entre los distintos grupos humanos, negando la utilidad de un concepto basado en descripciones físicas pero carente de fundamento biológico. Defiende la Según sus estudios, las diferencias genéticas entre los individuos serían muy superiores a las que vinculadas a los rasgos raciales, así “aunque la población humana posee una enorme variabilidad genética entre individuos, el 85% del total de la variación es dentro de cada una de las poblaciones, y solo el 15% las divide. Por lo tanto, no podemos utilizar para la comparación de las diferentes poblaciones humanas la misma medida de distancia genética útil para comparar las especies vivientes, para las cuales es suficiente un individuo de cada especie.” [Meeting the Challenges of the Future. A Discussion between “The Two Cultures”]

En su ensayo "Genes, pueblos y lenguas", resumido en este enlace, establece un paralelismo entre las líneas filogenéticas de las poblaciones humanas, las lingüísticas y las arqueologícas, interpretando el fenómeno de diferenciación cultural como el factor determinante de la diversidad humana.