1.1. El auge de la polis

Fotografía de la Acrópolis de Atenas desde la colina de Pnix

Acrópolis de Atenas
Imagen de Javier Sánchez en Flickr. Licencia CC

Las poleis se fueron gestando en la Era Arcaica y continuaron existiendo como tales hasta la época de Alejandro Magno. Se suele definir el término como "ciudad-estado", en el sentido de que eran independientes políticamente unas de otras. Algunas, como Esparta, no tuvieron nunca un núcleo urbano de suficiente entidad como para que se le pudiera llamar "ciudad". Y, además, la polis no consistía solamente en un núcleo urbano: comprendía, aunque en territorios no muy amplios, tierras de labor y pasto, bosques, ríos y montes aledaños, suficientes en todo caso para el autoabastecimiento. No solían superar los 10000 habitantes, ni una extensión entre 1000 y 3000 km2. Dado el elevado sentimiento de individualismo e independencia de los griegos, este sistema de pequeñas unidades políticas independientes perduró largo tiempo. También es cierto que Grecia es un país abrupto y su complicado relieve dificulta las comunicaciones. La autonomía y autosuficiencia de los pequeños estados era también el sistema más práctico.

Fotografía del templo de Apolo en el ágora de Cirene

Templo de Apolo. Ágora de Cirene
Imagen de Sebastiá Giralt en Flickr
Licencia CC

¿Cómo surgieron las primeras poleis? La caída de la civilización micénica dejó a Grecia salpicada de pequeñas aldeas y asentamientos rurales dispersos, que tendieron a establecer lazos comerciales y sociales con las comunidades más próximas. Se inicia así un proceso de unificación entre estos pequeños núcleos vecinos denominado sinecismo. La aldea más extensa, o de más fácil defensa alojaría el núcleo de la nueva entidad, ya con determinadas leyes y emplazamientos comunes: una acrópolis (ciudad alta, ideal para refugiarse en caso de peligro, pero donde se emplazarían también los templos y edificios importantes); un ágora o lugar de reunión e intercambio, equivalente a la plaza pública... El crecimiento de la población hizo necesario también disponer de espacios más amplios para residencia y tránsito.

Las relaciones de poder cambiaron, junto con los derechos y deberes de las personas. La política se decidió en asambleas. Los griegos fueron conscientes de la necesidad de participar en la vida pública y de un compromiso por parte de sus miembros de vivir de acuerdo a ciertas reglas, que solo podían cambiarse mediante debate y consenso.
Para ser un ciudadano de la polis, con todos los derechos, había que ser varón, mayor de edad, hijo de ciudadano o ciudadana, a veces de ambos. Las mujeres, los niños, los extranjeros y los esclavos no podían ser ciudadanos. Los ciudadanos tenían derechos exclusivos como, por ejemplo:

  • el derecho al voto
  • el derecho a poseer bienes inmuebles
  • el derecho a contraer matrimonio legal con otro ciudadano
  • el derecho a participar en las actividades de culto principales
  • la participación plena en la toma de decisiones.

Las mujeres, aun siendo ciudadanas, carecían de la mayoría de estos derechos.

Las leyes o constituciones por las que se regían las ciudades-estado eran diferentes en las distintas regiones de Grecia. Valgan como ejemplo las dos poleis más importantes, Esparta y Atenas: Esparta fue una ciudad autocrática, militarizada; Atenas desarrolló el primer estado democrático. Esparta se vio obligada a mantener unas estructuras sociales y políticas extremadamente rígidas, puesto que vivía en permanente alerta: el sometimiento de sus vecinos mesenios suponía una constante amenaza de revueltas. Este estado determinó su progresivo aislamiento y su escaso desarrollo económico. Atenas cambió un sistema social aristocrático por otro basado en la riqueza, con lo que los antiguos reyes y nobles perdieron su poder en favor de órganos de gobierno más democráticos y participativos.

Otras ciudades cambiaron a los antiguos reyes y aristócratas por tiranos, y mantuvieron este sistema largo tiempo.