De entre todas las novedades que el barroco introdujo en el terreno de lo musical hay que destacar el nacimiento de la ópera o monodia acompañada, es decir, el teatro musical. La RAE define ópera como una obra dramática musical cuyo texto se canta total o parcialmente, con acompañamiento de orquesta.
El nacimiento de la ópera se sitúa en el último tercio del siglo XVI en la Camerata Florentina, constituida por una serie de intelectuales, humanistas y músicos florentinos que se reunían en casa del conde de Bardi, entre los que estaba Vicenzo Galilei, el padre del famoso astrónomo Galileo Gallilei. Entre otras cosas, este grupo de humanistas revolucionó la forma de entender la música, que para ellos se había corrompido con el paso del tiempo, y había pues que volver a las formas musicales de la antigüedad clásica. Según sus estudios y averiguaciones, las grandes tragedias clásicas tenían fragmentos que se cantaban, y se propusieron recuperar lo que para ellos debió ser la música de la antigüedad. Crearon las monodias, sencillas composiciones cantadas con melodías sobre unos sencillos acordes sostenidas por el bajo continuo. Siguiendo con estos experimentos, en 1598 el compositor Jacobo Peri estrenó su monodia Eurídice, en donde se cantaba un drama en este estilo monódico, constituyendo la génesis de lo que será la ópera y la antesala de la primera ópera de la historia, el Orfeo de Monteverdi, estrenada en 1607.
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El compositor Jacobo Peri Imagen de B. Buontalenti en Wikipedia de Dominio público |
Palacio Pitti hacia 1900, donde se estrenó Eurídice Imagen en Wikipedia de Dominio público |
Eurídice fue compuesta con motivo del enlace matrimonial celebrado en Florencia en 1600 entre el rey de Francia Enrique IV y María de Médici. El libreto fue escrito por el poeta Rinuccini y está basado en Las Metamorfosis de Ovidio, concretamente en el mito de Orfeo. En esta primera ópera se estableció el estilo recitativo tan característico de la opera, que consiste en trasladar la forma de hablar a la música, mediante la recitación de una poesía pero cantándola a la vez con la ayuda del bajo continuo. En palabras del propio Peri:
Me di cuenta, igualmente, de que en nuestro habla algunas palabras son entonadas de modo que se puede encontrar armonía en ellas, y que al hablar se pasa por muchas otras que no son entonadas, hasta que se vuelve a otra desde la que se puede llegar a otra consonancia. Y tomando nota de estas maneras y esos acentos que nos sirven en la tristeza, la alegría y en estados similares, hice que el bajo se moviera a la vez que éstas, ora más rápido, ora más lento, según las emociones; y lo mantuve firme a través de las disonancias y las consonancias hasta que la voz del hablante, pasando por varias notas, llegaba a la que, siendo entonada en el habla corriente, abre el camino hacia una nueva armonía.