3.2. Las artes decorativas

Durante el Barroco las artes decorativas vivieron una verdadera época de esplendor puesto que jugaron un papel decisivo en la decoración de las obras de arte total que tanto impulsaron las Monarquías Absolutas y la Iglesia Católica durante la Contrarreforma. Un asombroso palacio que deslumbrara al pueblo y una basílica que atrajera a cuantos más fieles mejor necesitan toda una serie de elementos para su uso y disfrute, desde tapices y bordados hasta vajillas y cubiertos, pasando por las exquisitas piezas en plata repujada para las liturgias religiosas.

Los ebanistas, ceramistas, vidrieros y plateros siguen siendo artesanos que se agrupan en gremios, pero comienzan a surgir las primeras fábricas al amparo de las casas reales, como la Manufactura Real de Tapices de París que se encargaba de cumplir con los numerosos encargos que el rey Luis XIV ordenaba para el palacio de Versalles y que serán el modelo para nuestras Reales Fábricas que estudiarás en la siguiente unidad. 

Curiosidad

Los grandes coleccionistas

Es la época del fervor por las colecciones, del ansia por adquirir los más variados objetos de lujo, desde pinturas a muebles pasando por porcelanas y bordados. Y no solo los grandes monarcas eran unos apasionados coleccionistas, como fue el caso de Felipe IV de España o Cristina de Suecia, sino que por ejemplo en el testamento del propio Velázquez podemos leer que dejaba explícitamente tres relojes, que describe con minucioso detalle: uno pequeño con diamantes, uno de porcelana esmaltada y otro con caja de plata.

Los tapices

Durante el reinado de Luis XIV se agrupan las artes decorativas de mobiliario, orfebrería y tapices en la ya nombrada Manufacture Royale des Gobelins, fundada en 1662 y dirigida por el pintor de cámara Charles Le Brun, y que adopta su nombre de un famoso tapicero parisino de principios del diecisiete llamado Jean Gobelins. Destacaron los fabulosos tapices que allí se confeccionaban, siguiendo los diseños de los más grandes pintores barrocos, como Simon Vouet, Nicolás Poussin, Rubens o el propio Le Brun.

Tapiz gobelino de La batalla de Zama, 1690

Tapiz gobelino de La batalla de Zama, 1690
Imagen en Wikipedia de Dominio público

Vidriería y cristalería

Entre los artículos de lujo más sobresalientes del Barroco encontramos los finos y exquisitos cristales y vidrio de dos grandes centros productores que han mantenido su fama hasta la actualidad: Murano y Bohemia.

Murano es una pequeña isla próxima a Venecia que comenzó a fabricar lujosas piezas de vidrio ya en época romana, acaparando durante siglos el monopolio del proceso de producción y certificación de calidad de vidrio y cristal de todo el mundo. Tal fue el celo con el que guardaban su preciada técnica de fabricación que a los maestros vidrieros se les tenía prohíbo abandonar la isla para no difundir los secretos de su técnica.  

Pero durante el siglo XVII le sale un duro competidor a la fábrica flotante veneciana: Bohemia, territorio que ocupan actualmente la República Checa y el sur de Polonia, la región de Silesia. Las cortes europeas preferirán este tipo de vidrio cuya característica principal es su inigualable transparencia y su técnica denominada corte profundo, que consiste en grabar las piezas de cristal con una mezcla de cobre y bronce. 

Vaso de cristal de Murano

Copa de cristal de Bohemia

Vaso de cristal de Murano
Imagen de Sailko en Wikimedia bajo Liccencia GNU

Copa de cristal de Bohemia
Imagen en Wikimedia de Dominio público

 

Porcelana de Chinería de Meissen

Porcelana de Chinería de Meissen
Imagen de W. Imaging en Wikimedia bajo Licencia CC

Cerámica y porcelana

Durante siglos, la porcelana fue un artículo de lujo de exclusiva fabricación oriental con China y Japón como únicos productores. Pues bien, durante el Barroco, y tras siglos de experimentación por parte de los más reputados alquimistas por fin se consigue fabricar porcelana en Europa, siendo la porcelana de Meissen, en Alemania, el primer centro productor.  Se funda la Real Fábrica Sajona de Porcelana, con sede en Meissen, cerca de Dresde, financiada por los reyes germánicos y que también guardaban celosamente tanto la receta como la marca, creándose el logotipo de dos espadas cruzadas que distinguían a esta porcelana de las imitaciones.

Símbolo de riqueza y buen gusto, la porcelana de Meissen lleva una mezcla de caolín, silicato de aluminio, y un feldespato de potasio que cocido a altas temperaturas da como resultado una pasta blanca y dura que tras enfriarse se doraba, vidriaba y esmaltaba. Fueron muy comunes las decoraciones denominadas Chinería, que interpretaban los motivos chinescos, y la Kaikemon japonesa, con motivos vegetales y florales.

Junto a la porcelana de Meisse, también fueron muy apreciadas la cerámica holandesa de Delft, la española de Talavera de la Reina y la francesa de Sèvres, que usaba la técnica del dorado al mercurio consistente en disolver el oro en una aleación de mercurio que se evaporaba tras cocerse y dejaba el oro finamente depositado sobre la cerámica, además de conseguir una gran variedad cromática, destacando su rosa Pompadour

Orfebrería y Platería 

Y hay que resaltar el extraordinario auge que vive la platería, en especial la sevillana y cordobesa durante el siglo XVII, centros que ya contaban con una gran tradición artesana de trabajar las ingentes cantidades de plata que llegaban desde América directamente a la capital andaluza. Durante el barroco se crean espectaculares piezas litúrgicas para el culto religioso como relicarios, sagrarios, cálices o crismeras, llegando a alcanzar algunas de estas piezas más de tres metros, como es el caso de la Custodia de la catedral de Sevilla, obra de una de las mejores familias de plateros españoles, los Arfe.

Los plateros trabajaban sobre una hoja de plata maciza que iban dando la forma deseada para después proceder al labrado de la plata con cinceles y buriles para obtener los distintos relieves mediante la técnica del repujado, a la que hay que sumar el calado con punzones para crear los huecos que van enriqueciendo las piezas, que a menudo recibían un baño de oro así como esmaltes e incrustaciones de piedras preciosas. En Córdoba brilló la técnica de la filigrana a base de finísimos hilos de plata. 

Sagrario del Convento de la Encarnación de Baeza, Jaén

Detalle de una custodia barroca en plata dorada

Sagrario del Convento de la Encarnación de Baeza, Jaén
Imagen de Zarateman en Wikimedia bajo Licencia CC

Detalle de una custodia barroca en plata dorada
Imagen de Sailko en Wikimedia bajo Licencia CC

Importante

Las artes decorativas brillan durante el Barroco y decoran las grandes obras de arte total tan características de este periodo: los palacios reales y las catedrales barrocas. Los tapices más preciados fueron los fabricados en Versalles denominado gobelinos, las mejores piezas de cristalería y vidrio eran los realizados en Murano y Bohemia, la porcelana más exquisita era la de Meissen junto con la cerámica de Delft, de Sèvres y de Talavera, y Córdoba fue el principal centro productor de refinadas piezas litúrgicas en plata. 

Comprueba lo aprendido

Pregunta

Los tapices franceses se llaman gobelinos en honor a un tapicero llamado: 

Respuestas

Jean  Gobels Vouet

Gobels Le Brun

Jean Gobelins

Retroalimentación

Pregunta

Uno de los máximos centros productores de vidrio y cristal fue la isla italiana de: 

Respuestas

Sicilia 

Murano

Malta

Retroalimentación

Pregunta

La técnica de grabar sobre el vidrio con una mezcla de cobre y bronce se denomina: 

Respuestas

Corte repujado

Grabado a la aleación 

Corte profundo

Retroalimentación

Pregunta

El ingrediente básico de la porcelana es el : 

Respuestas

Caolín 

Silicato 

Feldespato

Retroalimentación

Pregunta

El principal centro de la platería durante todo el siglo XVII fue:

Respuestas

Sevilla 

Cádiz

Córdoba

Retroalimentación

Pregunta

La técnica que usa finos hilos de plata se llama: 

Respuestas

Repujado 

Filigrana 

Relicario 

Retroalimentación