Durante el Barroco las artes decorativas vivieron una verdadera época de esplendor puesto que jugaron un papel decisivo en la decoración de las obras de arte total que tanto impulsaron las Monarquías Absolutas y la Iglesia Católica durante la Contrarreforma. Un asombroso palacio que deslumbrara al pueblo y una basílica que atrajera a cuantos más fieles mejor necesitan toda una serie de elementos para su uso y disfrute, desde tapices y bordados hasta vajillas y cubiertos, pasando por las exquisitas piezas en plata repujada para las liturgias religiosas.
Los ebanistas, ceramistas, vidrieros y plateros siguen siendo artesanos que se agrupan en gremios, pero comienzan a surgir las primeras fábricas al amparo de las casas reales, como la Manufactura Real de Tapices de París que se encargaba de cumplir con los numerosos encargos que el rey Luis XIV ordenaba para el palacio de Versalles y que serán el modelo para nuestras Reales Fábricas que estudiarás en la siguiente unidad.