1. El gráfico refleja el nº de visitantes internacionales a lo largo del año 2007. En él podemos observar que estos son mucho más numerosos en los meses de verano. Nuestro turismo registra una acusada estacionalidad ya que se
ve condicionado por el modelo de turismo de masas que se desarrolló en nuestro país desde la década de los 60: turismo de sol y playa que está sujeto a una temporada concreta, el verano, coincidiendo con las vacaciones
escolares y laborales.
2. Los problemas estructurales de nuestro modelo turístico son los siguientes:
- Una fuerte estacionalidad: Esto produce una saturación de los transportes y del sector hostelero
Este factor puede apreciarse tanto entre el turismo extranjero como en
el nacional que poco a poco se ha ido incorporando a este modelo.
-
Como consecuencia, España dispone de una
numerosa infraestructura turística, que es su principal apuesta
frente a posibles competidores, pero su distribución geográfica por comunidades
autónomas es desigual, existiendo una especial concentración en los
espacios insulares y litorales.
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Esta fuerte concentración ha traído problemas medioambientales que no se han
tenido muy en cuenta. La fuerte concentración de nuestro turismo en el
litoral ha dado como resultado una sobreexplotación de nuestras playas,
hoteles y servicios en primera línea de playa, importante cantidad de
residuos sin resolver, proliferación de campos de golf en zonas de bajo
nivel hídrico, etc. Las
consecuencias negativas de este impacto medioambiental pueden hacer
peligrar los
beneficios por ingresos de nuestro turismo ya que pueden incidir en una
reducción del número de visitantes.
- Competencia de otros países mediterráneos, como Grecia, Turquía, Egipto, Tunez, etc, con precios bastante más bajos que los nuestros y similares características y atractivo turístico.
3. El problema de la estacionalidad se está intentando compensar con el aumento del turismo de jubilados, nacionales y extranjeros. Estos pueden adaptar su disponibilidad de tiempo para aprovechar las
ventajas que se ofrecen en otras fechas: mejores ofertas, etc,
contribuyendo, de esta forma, a la ocupación hostelera en temporada
baja, tan beneficiosa para la actividad del sector y para la
estabilidad del empleo.
A esto podríamos añadir la tendencia, cada vez
mayor, de repartir las vacaciones en otras temporadas (primavera,
verano, Navidad).
Para solucionar el problema de la concentración en el territorio habría que ampliar la oferta de actividades. Entre las multitud de ofertas posibles una opción
sería la del turismo rural, de naturaleza, de aventura y cultural,
para lo cual España cuenta con una gran variedad de paisajes, una
inmensa riqueza cultural, un rico patrimonio y una gran variedad de
espacios protegidos.
En cuanto a la competencia que en los últimos años están haciéndonos otras países turísticos mediterráneos, entre las mejoras necesarias tendríamos que dar prioridad a renovar
nuestras instalaciones hoteleras y de transportes, apostando por la
calidad, mejorar la cualificación de
los empleados, etc. Todo esto tendría que contribuir a mejorar la calidad del medioambiente de estas zonas.